sábado, 2 de mayo de 2015

Una Persona llamada madre

Cada año cuando llega el día de la madre, además de odiar profundamente este día, me hago muchas reflexiones, que casi nunca llegan a ninguna parte. Todos los días del año deberían ser el día de la madre, o si no, seamos madres solo el día de la madre. 
Hay  madres de infinitas clases, diría yo que tantas como mujeres e incluyo también a las que no han tenido hijos. Sus maneras de ejercer la maternidad se despliegan en un abanico amplio de posibilidades, todas igualmente importantes. Y lo importante no es la manera en que cada mujer se desarrolla como madre, sino como se siente. 
Voy  a decir una barbaridad que muchas me reprocharéis, hay un adjetivo que nos une a todas las madres, que el corrector no me deja escribir, así que figuraros y tendréis que quedaros sin saber qué era. Pero hacer uso de la imaginación y lo averiguaréis.

No sé si os habréis parado a pensar alguna vez cómo os ven vuestros hijos. Si lo hacéis es posible que muchas os llevéis una sorpresa soberana.
Una vez uno de mis hijos me dijo "mamá tu has nacido con 45 años" (de esto hace ya algunos años).  Me quedé pensando y me di cuenta de que tenía razón, era así como me veía. Ellos no nos ven como personas,  nos ven como entes raros que estamos allí para lo que necesiten a cambio de una carantoña de vez en cuando. Y lo curioso es que nos basta con esa carantoña para sentirnos bien.

Una convicción que tengo hace años es que los hijos casi nunca conocen a sus madres en profundidad, a lo mejor es que tiene que ser así. Hacer la prueba y preguntarles a vuestros hijos cuál es vuestro color favorito, qué tema musical os hace vibrar, cómo son vuestros compañeros de trabajo, cómo son vuestros amigos, cuántas veces habéis ido al médico el último año, qué libro habéis leído hace poco, cuales son vuestras ilusiones y vuestros sueños.
Digo esto sin acritud, pero parece que las madres solo estemos allí para dar y somos tan tontas que si no damos no estamos contentas. Y los hijos están allí para pedir, porque hasta cuando dan están pidiendo. Si no cuando tu hijo te bese pregúntate cuánto te va costar este beso. Y siempre siempre los besos tienen un precio.
Una amiga me contó una vez que su hijo solo la llamaba para pedirle y ella se lo reprochó; al día siguiente la llamó y hablaron de varias cosas, ella se sorprendió de que no le pidiera nada a lo largo de la conversación; colgaron y a los cinco minutos el hijo la volvió a llamar y le dijo que necesitaba unas deportivas nuevas. Me reí porque al menos en esa ocasión el hijo se hizo un poco su propio marketing, la primera llamada había sido gratis. 
Cualquier tipo de madre lo único que quiere para sus hijos es que sean felices y pagamos el precio que sea preciso con tal de  verlos bien. Y no importa la edad que tengan los hijos, porque, como dijo una vez una amiga mía, los hijos son como una enfermedad crónica, no se acaban nunca. Digo esto desde el humor, que nadie lo malinterprete.
Y Por si algún hijo del mundo mundial lee esto quiero decir: 
¡¡¡¡somos madres, pero también somos personas!!!


No hay comentarios: