jueves, 11 de junio de 2015

Triana, allá donde quiera que estés

Los que no conviven con animales no saben cuánto se puede llegar a quererlos. Llega un momento en que son uno más de la familia y así se les siente. Por eso cuando se van de este mundo se siente su pérdida con dolor, se les echa en falta, se nota su ausencia, te vienen los recuerdos de cómo llegó a ti, como le criaste, lo que ha significado. 
Digo esto porque ayer José, el adiestrador de Chula y mío,  me contó que se le ha muerto una yegua que se llamaba Triana que solo tenía siete años  y conforme me hablaba le estaba entendiendo perfectamente, estaba leyendo su sentimiento en los ojos, su pena en sus palabras, incluso sus gestos delataban que lo estaba pasando mal. Tríana era muy querida por él y toda su familia, sobre todo por su hijita mayor que incluso  aprendió a montarla a pesar de su corta edad  y ahora cuando  le digan  que ya no está lo va a pasar mal. Se lo van a decir un día de estos porque , como sabía que estaba enferma, no hace más que preguntar por ella y José está preocupado. La enfermedad le surgió de repente y no han tenido tiempo de reaccionar y hacerse a la idea. 
Entiendo como se sentirán ahora cuando vayan a la finca y no la vean. 
Y es que los animales te enganchan y te agarran el corazón. Te enseñan lealtad, te dan compañía, son agradecidos, no son nada rencorosos. Y tienen ese sentido especial con el que detectan tus estados de ánimo. Por eso cuando te faltan lo sientes de verdad, es como si te hubieran arrebatado algo. Chula no es mi primera perra, ya de soltera tuve a Coba, una sabuesa cariñosísima que cogió el moquillo y se quedó paralizada de las patas traseras, era una pena verla arrastrarse y cuando empezó a sufrir la tuvimos que llevar a sacrificar; también tuve a Marqués, un  perro pastor del pirineo que se nos murió de una gastroenteritis que le produjo una hemorragia interna. Por eso sé lo mucho que se siente su pérdida. Y ¿Sabéis qué caracterizaba a todos mis perros? que te daban cariño sin pedir nada a cambio, que siempre están allí y conocen el valor de tus carantoñas, que agradecen como si les estuvieras dando un tesoro.
     Por eso me apetece hoy hacerles una dedicatoria en este blog  a Coba, a Marqués , pero sobre todo a Triana porque ha dejado una profunda huella en la familia de José. Seguro que allá donde quiera que esté sigue apreciando lo mucho que la quieren. No he tenido la suerte de conocerla, pero tal como me han hablado de ella, seguro que era una gran yegua. Hasta siempre Triana.

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