martes, 28 de mayo de 2013

La vida es una lucha

Dicen que la vida es una caja de sorpresas y que cuando menos lo esperas te salta una a la cara del peor modo posible. Dicen que hay muchas clases de guerras y que cuando menos lo esperas puedes encontrarte en medio de un campo de batalla. Dicen que hay muchas clases de palos y que los peores son los que te cogen por sorpresa. 
Pero de todas las sorpresas las peores son las que no esperas, porque te cogen desprevenida, sin la coraza puesta, con la espada envainada y sin las armas de luchar. Cuando ves venir  la pelea te preparas para ella, te armas de valor, respiras hondo y contraatacas para salvar la piel. Pero las más de las veces no ves venir la pelea, ni te das cuenta de que estás en un campo de batalla hasta que es demasiado  tarde; no te da tiempo a prepararte, ni a coger tus armas, ni a respirar hondo. Es entonces cuando te quedas sin respiración y caes desplomado al suelo. No intuías a tus atacantes, estaban en ese punto muerto donde, aunque miraras, no veías nada. De mala manera podías prepararte. 
Y como dicen que la vida es cruel el  ataque viene  siempre de donde menos esperas. Y pensabas que la vida era bella cuando en realidad una enorme máscara lo estaba tapando todo. La misma máscara que al caer provoca la mayoría de las batallas. Es entonces cuando te preguntas si has construido tu vida sobre la arena, o sobre el abismo y al encontrar la respuesta sabes que la construiste sobre una mina que al estallar se llevó con ella hasta la última piedra de tus cimientos.
 Todo voló por los aires, se hizo añicos y no pudiste salvar nada.  Los ojos se negaron entonces a derramar lágrimas, tal era su dolor y su pena, que cuanto más hondo es el dolor más se le confunde con la furia. Y cuando estás furioso no lloras, porque es entonces cuando te das cuenta de que todo en esta vida es relativo y no vale la pena derramar lágrimas por algo que no debió pasar nunca; descubres que aquello no iba contigo y no serviría de nada lamentarse. Luego abres el armario, le quitas el polvo a tu armadura, le sacas brillo a tu espada de pelear y la envainas en su funda dejándola lista para la pelea. Así la próxima no te cogerá por sorpresa.
No sé si el que dijo que la vida era una lucha se refería también a esto. Pero ya se podía haber callado la frase.

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miércoles, 22 de mayo de 2013

EL REGALO - Rabindranath Tagore

 Hoy he querido decirlo con palabras de Rabindranath Tagore. Espero que os guste.

                                                             EL REGALO
 Quiero hacerte un regalo, hijo mío, pues la vida nos arrastra a la deriva.
El destino nos separará, y nuestro amor será olvidado.
Ya sé que sería demasiada ingenuidad creer que puedo comprar tu corazón con mis regalos.
Tu vida es aún joven, tu camino largo. Bebes de un sorbo la ternura que te ofrecemos, luego te vuelves y te vas de nuestro lado.
Tienes tus juegos y tus compañeros, y comprendo que no nos dediques ni tu tiempo ni tus pensamientos.
Pero a nosotros la vejez nos da ocasión de recordar los días pasados, de reencontrar en nuestro corazón lo que nuestras manos perdieron para siempre.
El río corre rápidamente y rompe, cantando, todos los obstáculos que se le presentan. Pero la montaña inmóvil lo ve pasar con amor y guarda su recuerdo.


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sábado, 11 de mayo de 2013

La Teoría del Iceberg

Todos sabemos lo que es un iceberg, pero no os asustéis que no pretendo dar una clase y menos de estas características. Tan solo quiero compartir una teoría que vengo pensando hace años y que sirve para explicar muchas situaciones complicadas.
La teoría del iceberg nos hace ver más claro que una cosa es lo que vemos y algo  muy distinto y bastante más grande es lo que hay debajo. Como el iceberg que solo asoma aproximadamente el diez por ciento de su totalidad.
Esto vale para multitud de situaciones de la vida cotidiana. Por ejemplo cuando un hijo reconoce que se ha saltado la primera clase es que se ha saltado por lo menos seis; cuando una persona reconoce  que se ha fumado solo cinco cigarrillos es que se ha fumado el paquete; cuando una persona te cuenta un problema, ten por seguro que debajo hay mucho más.
Digo esto porque pensar en la teoría del iceberg nos ayudaría a entender a veces a las personas y a no caer en el error de juzgarlas. La persona es el ser más complicado que existe y no podemos pretender   entender a la gente por lo que uno mismo es o siente, un error bastante generalizado. Hay una frase por facebook que dice que si quieres entenderme ponte mis zapatos. Y si vemos hacia nuestro interior y sabemos que solo manifestamos el diez por ciento de lo que somos,  sentimos, sufrimos etc, del mismo modo el resto de las personas, solo manifiestan ese diez por ciento que se ve desde fuera. Como el iceberg.
Por lo tanto para entender a esas personas sería necesario conocer ese otro noventa por ciento que permanece subterráneo. No solo para entender, también para juzgar. Cada cual sabemos lo que encerramos en esa parte soterrada y somos muy libres de manifestarlo o no, eso forma parte de la intimidad y razones  de cada uno.
Hay una virtud que se llama empatía, que no es más que saber ponerse en el lugar del otro y sus circunstancias, que nos ayudaría a captar y entender algo de lo que subyace bajo apariencias que no entendemos ni aprobamos. Pero la empatía es difícil y por eso nos cuesta a menudo entender a los que nos rodean y sobre todo entender conductas que nunca practicaríamos. 
     Hace unas horas leí una frase de otro contexto que decía "se es o no se es" y pensando detenidamente me pareció una barbaridad. Un objeto si que puede ser o no ser, algo puede  ser una mesa o un armario, si es mesa no es armario. Pero el ser humano no es un objeto y no podemos pretender que se comporte como un objeto, que sea o no sea. ¡Ojalá fuera tan fácil! 
Con las personas pasa que entre el blanco y el negro hay toda una gama de matices, tantos que ni imaginamos. Como tampoco podemos imaginar qué cantidad y calidad de problemas puede haber esa parte subterránea que todos llevamos dentro.
Y lo que llevamos dentro solo cada uno lo sabemos, por lo tanto no podemos opinar sobre otros comportamientos que no sean el nuestro, hasta que  nos hayamos calzado los zapatos de los otros, cosa prácticamente imposible. 
Solo con una gran empatía seremos capaces de entender a los que son diferentes a nosotros, fiándonos de que ese noventa por ciento subterráneo, aún sin conocerlo, justifica todos esos actos que no podemos entender de los que nos rodean.


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