miércoles, 26 de octubre de 2011

Que se disuelva la pesadilla

La lluvia de ayer le ha sentado muy bien a los arboles que rodean la ermita de S. Jorge. Lo sabemos porque seguimos en la suite de la seguridad social. Bueno sigue J.L. y yo le hago toda la compañía que puedo. Está mejor, aunque despacio, evoluciona hacia delante y ya le han entrado las ganas de hablar. Vamos que lleva unos días que no calla ni debajo del agua, a veces me cuesta seguirle el ritmo. Debe de ser porque la cosa va mejor y el optimismo ha regresado junto a nosotros.
Hoy le han traído un compañero nuevo a la habitación, en la que ha permanecido solo ocho días. Por lo menos cuando yo tenga que marcharme, tendrá alguien con quien charlar.
En el hospital queda mucho tiempo para todo, sobre todo para mirar a través de la ventana, no solo los arboles de la ermita o el Pirineo al fondo, o el pico del Águila, sino también los estorninos que pasan a bandadas desde hace unos días. Estorninos, esos seres diminutos y tan molestos que lo dejan todo perdido. Pero también tienen derecho a la vida, pobrecitos. A menudo descansan en los tejados del hospital, antes de seguir su rumbo. Parecen tan inofensivos que nadie sospecharía lo que son capaces de manchar, si no fuera porque los oscenses los sufren año tras año.
La vida cotidiana va regresando poco a poco, las tareas en la taberna, las pelotillas, a las que me he tenido que dedicar a fondo desde  que en la pasada feria de Biescas, me quedara sin provisiones. La vida cotidiana va recobrando su sitio, esperemos que J.L. pronto tenga cabida en ella y estos días de hospital sean solo pasado, e igual que  las pesadillas se disuelven al despertar, se disuelvan de nuestras vidas para no volver.

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viernes, 14 de octubre de 2011

Pensando mientras llega el relevo

Parece que el andador ha dejado de sonar, pero seguimos con la granja y los pollos merodean por las esquinas, como de costumbre, a la chilindrón, al vapor o asados y por no ser menos las pechugas empanadas. Si ya lo decía mi abuela, que la carne de pollo es la más sana, será por eso que abunda tanto en los hospitales. También decía que el aire acondicionado no es nada bueno, será por eso que las neumonías hospitalarias hacen acto de presencia de vez en cuando, como la que agarró J.L. y por fortuna va mejor, pero se le ha soltado la aguja de la vía y ahora le tienen que intervenir para arreglarla. Yo creo que hemos agotado el cupo de contrariedades y ojalá que de ahora en adelante todo vaya bien sin más fallos técnicos o similares.
Mientras tanto permanezco en guardia, haciendo idem a todas horas, hasta que llegue el relevo que parece demorarse. Mala cosa la de los hospitales, a la gente no le gusta frecuentarlos. Siempre se encuentran  mejores cosas que hacer, pero de todo se aprende y todo sirve para conocer a las personas.

Muchos del pueblo se han ofrecido a bajarme a Huesca o Sabiñánigo cuando lo necesite y por ahora me voy arreglando con unos y con otros, cosa que les agradezco enormemente, porque cuando la cosa va para tan largo se agradecen las muestras de cariño. 
Lo siguiente que tengo que hacer es atreverme con la California y cogerla de una vez por todas para no tener que dar la lata. Si un día de estos me veis con ella,  haceros a un lado por si las moscas. En cuanto practique un poco la cojo y me hago un rallye  por Biescas. 
Un amigo me ha ofrecido un apartamento en Huesca mientras dura la odisea, así que entre semana me quedaré allí seguramente, para no tener que andar todo el rato de aquí para allá. 
En fin, menos mal que J.L. va mejor y todo se da por bien empleado.
Se nota que es Viernes y hay bulla por los pasillos, más que de costumbre, la gente se olvida a menudo de que está de visita en el hospital y se comporta como si estuvieran en plena calle, hablando a gritos por el móvil, incluso discutiendo, como unos el otro día. 
Otro día, si tengo tiempo y ganas, volveré a hablaros desde el wifi del hospital. Espero que para la feria podré abrir la taberna. Gracias a todos los que me estáis dando ánimo y fuerza.

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sábado, 8 de octubre de 2011

Retorno a las circunstancias


Se dice que las circunstancias mandan, y qué jodidas son a veces las circunstancias para mandar tanto, que no les basta con desbaratar planes y poner patas arriba nuestras vidas, sino que además lo repiten una y otra vez, ensañándose con la crueldad de saber que tenemos que doblegarnos a ellas, sin remedio.
Retomamos el regreso al hospital hace diecisiete días y seguimos en ello, así que ya perdonaréis que no escriba apenas. Si os digo  la verdad no tengo tiempo ni ganas. Ya vendrán tiempos mejores y cogeremos el mundo donde lo dejamos. Si se deja,claro.

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