miércoles, 31 de diciembre de 2008
¡Por la mejor madre este brindis especial!
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Etiquetas: recuerdos
martes, 30 de diciembre de 2008
FELIZ 2009, EL AÑO EN QUE LOS SUEÑOS SE CUMPLEN
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Etiquetas: nuevo año
viernes, 26 de diciembre de 2008
Cambios en el blog
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Etiquetas: franqueza
martes, 23 de diciembre de 2008
Me quedaré dormido (relato de Navidad)
"Querida Navidad: hace tiempo que oigo hablar de ti y veo a toda la gente ilusionada, preparando comilonas y comprando regalos para las personas que quieren. Mi madre me ha dicho que les escriba una carta a los Reyes Magos, pero ella, mejor que nadie sabe que no serviría de nada. Porque esos famosos Reyes no pueden traer lo que yo quiero.
Tengo doce años y muchas ganas de vivir, por eso los Reyes no pueden cumplir mi deseo. Recuerdo, cuando era más pequeño, y todavía creía en los Reyes, la ilusión que me hacía esperar su llegada, imaginándolos cargados de juguetes para todos, entrando por las ventanas de las casas para dejarlos cuidadosamente sobre los zapatos de los niños. Recuerdo que les dejaba junto a mis zapatos unos trozos de turrón y un vasito de moscatel para que cogieran fuerzas para el camino. Recuerdo, que a la mañana siguiente me levantaba nervioso con la impaciencia de ver mis regalos cuanto antes. Y corría hacia el comedor, y cuando llegaba junto al árbol, donde había colocado mis zapatos, las piernas me temblaban y la ilusión se me salía del corazón. Abría todos aquellos paquetes impaciente y uno a uno los iba examinando minuciosamente. Recuerdo la cara de satisfacción de mis padres y las lagrimillas de mi madre por verme tan feliz.
Pero ahora me parece que aquellos días quedan ya lejos y que no volveré a ver situaciones parecidas. Apenas tengo fuerza para mantenerme en pie.Mi madre me dice que se me pasará, que pronto me pondré bien, pero , aunque simulo que le creo, se que nunca me curaré. Ayer, escuché cuando hablaba con mi médico y le decía que no había funcionado el tratamiento con la quimioterapia, que el mal estaba demasiado extendido y que no podía hacerse nada más, que a lo sumo me quedan seis meses de vida. Y será cierto, porque algo en mi interior me dice que éstas van a ser mis últimas Navidades.
Por eso no quiero escribir mi carta este año, porque lo que yo les pediría es vivir, y no está a su alcance comprarme un poco de vida. ¡Ojalá la vida se comprara en los supermercados o en las tiendas de chucherías! Que cada día con mi propina iría a la tienda y me compraría un día más y al día siguiente volvería y compraría otro día más, y me las ingeniaría para convencer a mi madre cada día para que me diera dinero para comprarme un día tras otro. Y cuando me preguntara en que me gastaba tanto dinero le diría que me estaba comprando vida. ¡Qué fácil sería si fuera así! Pero la vida no está en las estanterías de las tiendas y nadie puede hacer nada para que viva un poco más.
Querida Navidad, ésta es la última vez que voy a celebrarte. Y siento pena por mis padres, por mi hermanita, por mis amigos, a quienes no volveré a ver. Me entristece, que nunca podré ver la carita de ilusión de mis hijos cuando se aproximen al árbol y desenvuelvan sus regalos el día de Reyes.
Mis padres y mi hermana no tienen que saber que lo sé todo, por eso disimularé para que esta última Navidad sean felices y así nos sintamos bien todos juntos. Por eso quiero pedirte, querida Navidad, que ésta sea la más feliz de nuestra vida, que mis padres no sufran mucho con mi muerte, y que les convenzas de que siempre estaré a su lado, que mi hermanita siempre me recuerde como el compañero de juegos que siempre fui para ella, como su confidente fiel, como el encubridor de sus travesuras, que velaba por ella a todas las horas, en fin, como el buen hermano que he querido ser siempre para ella. Esta mañana al ver el nacimiento en la entrada de mi casa, he recordado la primera vez que lo pusimos mi hermana y yo, ella empeñada en colocar unas muñecas barriguitas en mitad del puente que llevaba al portal y yo negándome a ello. Me ha dado pena recordar que no le hice caso, porque ahora me doy cuenta de que aquel gesto no era tan importante como yo pensaba. Si pudiéramos retroceder en el tiempo colocaría sus muñecas en mitad de aquel puente ¡claro que si, las colocaría! Y colocaría unas ovejitas, una cabra, mi perro, y también un niño enfermo como yo, que se curase al besar el pie del Niño Jesús. Y ese niño regresaría sano a casa y se abrazaría a sus padres y a su hermanita y les diría: ¡alegraros conmigo, el Niño Jesús me ha curado! Ellos se emocionarían y le llenarían de besos y llorarían de alegría.
Pero esto es la vida, querida Navidad, y dentro de poco se apagará el hilo de vida que me queda, y cuando mis padres y me hermana me vean dirán: “parece dormido” y así paliaran un poco su dolor.
Yo te pido, Navidad, que cuando ese momento llegue, a ellos les parezca que solo me he dormido y que cualquier día volveré a despertar. Y despertaré dentro de sus sentimientos, permaneciendo acurrucado en un rincón de sus corazones. Yo solo quiero eso, Navidad, que sepan que nunca me separaré de su lado, para que no lloren mi ausencia. Voy a rebuscar entre los trastos viejos de mi hermana y voy a intentar recuperar esas barriguitas, las colocaré en mitad del puente que va hacia el Portal y seguro que le doy una gran alegría. Seguro que se la doy. Así parecerá que no pasa nada, que la vida siguen tal cual y que todos seremos felices eternamente. Muy felices. "
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Etiquetas: Navidad
viernes, 19 de diciembre de 2008
Cobijar - Acoger. Repaso de semántica
(De or. inc.; cf. cobijo).
1. tr. Dar refugio, guarecer a alguien, generalmente de la intemperie. U. t. c. prnl.
2. tr. Amparar a alguien, dándole afecto y protección.
3. tr. Encerrar, contener en sí algo que no es manifiesto a todos. U. t. c. prnl.
4. tr. p. us. Cubrir, tapar.
(Del lat. *accolligĕre, de colligĕre, recoger).
1. tr. Dicho de una persona: Admitir en su casa o compañía a alguien.
2. tr. Servir de refugio o albergue a alguien.
3. tr. Admitir, aceptar, aprobar.
4. tr. Recibir con un sentimiento o manifestación especial la aparición de personas o de hechos.
5. tr. Proteger, amparar.
6. tr. desus. Dejar pastar ganado ajeno en una dehesa propia.
7. tr. ant. coger (‖ asir).
8. prnl. Refugiarse, retirarse, tomar amparo.
9. prnl. Invocar para sí los beneficios y derechos que conceden una disposición legal, un reglamento, una costumbre, etc.
10. prnl. Valerse de algún pretexto para disfrazar o disimular algo.
11. prnl. ant. Atenerse a la voluntad o dictamen de alguien.
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Etiquetas: gramática
jueves, 18 de diciembre de 2008
Mejora el tiempo
Esta mañana me he encontrado con una señora, que ha tenido que permanecer varios días sin pisar la calle, por el miedo que le daba resbalar, pero hoy por fin ha podido salir con total tranquilidad sin riesgo para ella, y está la mar de contenta. Menos mal que todo vuelve a la normalidad, incluso las zonas de inversión térmica, que hoy están como las demás. Esperemos que las nevadas nos den una tregua y ahora podamos disfrutar de algunos días con mejores condiciones climatológicas. Esperemos que no se repita el caos pasado, que si hubiera ocurrido durante el pasado puente, no lo quiero ni pensar....
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Etiquetas: clima
martes, 16 de diciembre de 2008
Cuidemos la vía pública entre todos
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Etiquetas: sanidad, vía pública
sábado, 13 de diciembre de 2008
El Espejo de Oguh (final)
A la mañana siguiente una suave mano acariciaba su rostro cuando volvió en sí. Era su madre que, con lágrimas en los ojos, le besaba una y otra vez y daba gracias por haber recuperado a su hijo. Aunque Oguh estaba aturdido comenzó a entender todo lo que acababa de pasarle. Ella le contó que, debido a una rara enfermedad, le habían tenido que practicar un trasplante de corazón y que había estado entre la vida y la muerte. Días más tarde, cuando estuvo de regreso en su casa, le contó a su madre la historia del otro lado del espejo. Ésta, que lo achacó todo a su imaginación, no le creyó ni una palabra. Oguh sabía que todo era verdad y estaba seguro de que algún día entendería el significado de todo aquello. Después de aquel día Oguh intentó atravesar el espejo en varias ocasiones pero no pudo .Hugo que, desde el otro lado le observaba, deseó con todas sus fuerzas que nunca volviera a pasar al otro lado. Para los dos era mejor así.
Algunos años más tarde, cuando Oguh todavía investigaba aquellos extraños sucesos, encontró la clave de todo aquel misterio. Sus padres emprendieron obras de reforma en su casa y le pidieron que les ayudara a empaquetar algunos objetos, para llevarlos a otro lugar, mientras duraban las obras. Entre todos aquellos objetos había un sobre entreabierto, con el sello de una consulta médica. Lo abrió para ver qué era y encontró el expediente de su estancia en el hospital, sobre la operación de trasplante que le había sido practicada años atrás. Siguió leyendo y cuando llegó al apartado de los datos del donante estuvo a punto de desmayarse. Se trataba de un niño de su misma edad que había muerto en accidente de tráfico cuando viajaba con sus padres. Este niño se llamaba Hugo.
Comprobó las fechas y todo coincidía con sus visitas al otro lado del espejo. Entonces no lo sabía pero, por la razón que fuera, había logrado comunicarse con aquel niño que le estaba salvando la vida. Por eso Hugo siempre le decía que allí donde estaba no había dolor. De repente encajaron todas las piezas del enorme puzzle y las incógnitas que le preocupaban de niño, fueron descubriéndose una tras otra llegando a formar una imagen perfecta. La imagen de dos niños que habían coincidido en los límites, que separan la vida de la muerte, en un momento crucial para ambos. Y que habían imaginado un mundo de juegos en que cabían los dos sin pensar, que la muerte de uno de ellos sería vida para el otro. Y, como si quisieran ganarle la batalla a la vida misma, se habían empeñado en vivir juntos un mundo de fantasía, sin saber que lo inevitable era su separación definitiva. Cuando se veían, imaginaban un mismo mundo real para ambos, sin dar importancia al hecho de que cada uno de ellos vivía en un lado distinto del espejo.
Oguh no pudo olvidar nunca aquellos hechos y cuando se dio cuenta de que nadie le creería, dejó de hablar de todo aquello, como si con su silencio le quisiera rendir un homenaje a su amigo. Pero a menudo recordaba las palabras de su amigo, cuando le contó que su madre le había dicho, que habían tenido que abandonar su casa para vivir una vida mejor y sabía que Hugo estaba en el lado mejor del espejo, donde no se sufría, ni había hospitales. Y sabía que algún día él terminaría pasando definitivamente al otro lado y Hugo le estaría esperando.
Han pasado muchos años, y Oguh todavía sigue conservando aquel espejo en su dormitorio. Y, aunque nunca más intentó atravesarlo, a veces se acerca a él y pasa largas horas mirando. Y se adentra en un mundo, ajeno a cuanto le rodea, intentando verle. Y ¡quién sabe! Es posible que Hugo también le siga mirando desde el otro lado del espejo, seguro que si…y como cuando fueron niños, Hugo siga siendo la imagen inversa de Oguh, en una prolongación inevitable que permanecerá para siempre en su memoria. Y a pesar de que nunca ha vuelto a saber de él, sabe que lo tendrá siempre a su lado.
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viernes, 12 de diciembre de 2008
El Espejo de Oguh (3ª parte)
Y conforme se iban afianzando en su amistad, iba pasando el tiempo y comenzaban a hacerse inseparables. Hugo le contó a su amigo que, cuando había estado enfermo, había intentado pasar a su lado y no había podido, y le preguntó de nuevo si él utilizaba algún truco especial. Pero le respondió que no hacía nada raro, tan solo desearlo con todas sus fuerzas. Hugo pensó entonces que tendría que esforzarse más si quería conseguir pasar al otro lado, ya que no lo había deseado con todas las fuerzas, sería por eso que no lo había conseguido.
Hugo se preguntaba a menudo por qué en su lado no había hospitales, por qué nunca estaba enfermo, pero no encontraba la respuesta. Se lo había preguntado a su madre, pero le había dado una respuesta muy rara que no acababa de entender. Le había dicho que, hacía mucho tiempo, ellos también habían vivido en un lugar donde había hospitales, donde las personas se ponen enfermas, pero que habían tenido que irse de allí para vivir una vida mejor. Hugo no entendía qué era una vida mejor, o cómo había sido su vida antes de llegar a su nueva casa. Seguramente era demasiado pequeño para entenderlo, así que decidió esperar a hacerse mayor, para encontrar la respuesta y se olvidó del tema. Lo que no sabía Hugo era que algunas preguntas no tienen respuesta. Tan solo en algunas ocasiones le venían escenas a la memoria en las que veía sangre y escuchaba lamentos y después se quedaba todo muy oscuro, pero hacía mucho tiempo de eso seguramente y no conseguía recordar nada más.
Pero un día Oguh dejó de atravesar el espejo sin mediar más explicaciones, desapareció de su habitación sin dejar rastro. Tan solo en algunas ocasiones la madre de Oguh entraba en ella y lloraba mientras acariciaba sus juguetes. Hugo, que vigilaba por si aparecía Oguh, la vio en varias ocasiones. Un día se acercó al espejo y lo acarició. Seguramente presentía cuánto apreciaba Oguh ese espejo.
Hugo estaba triste desde el día que vio a Oguh por última vez, porque pensaba que nunca volvería a verle….pero un día, al poco rato de regresar del colegio su madre le llamó. “Alguien te espera en la puerta Hugo, sal a ver quién es”. Y cuando se acercó para ver de quién se trataba se quedó estupefacto. Era Oguh, con la cara algo pálida, más delgado, pero con unas ganas locas de jugar. Lo llevó a su habitación y charlaron largo rato. Le contó que estaba enfermo y que no sabía cómo se había presentado en su lado, ya que no recordaba haber atravesado el espejo. En realidad no sabía cómo había logrado pasar. Hugo intentó hacerle recordar, porque para él era importante saberlo. Si existía otro camino para pasar de un lado a otro, debía encontrarlo. Es posible que así le fuera más fácil visitar a su amigo cuando estuviera enfermo. Pero por más que lo intentaba, solo conseguía recordar escenas que no entendía.
Sabía que había tenido uno de sus ataques y lo habían llevado al hospital, pero, después de esto, solo recordaba una habitación completamente blanca con una luz al fondo. Le dijo que durante su estancia en aquel lugar escuchaba a menudo la voz de Hugo, que le decía que huyera de la luz, y que, como entre sueños, oía a los médicos comentar que estaban a punto de perderlo.
Pero no entendía a quién estaban perdiendo. Él solo sabía que estaba tendido en una cama estrecha y que le era imposible moverse. Y cuando escuchaba a su amigo decirle que huyera de aquella luz, intentaba escapar pero los músculos no le respondían. Lo último que recordaba era que había intentado con todas las fuerzas escapar de allí, como cuando atravesaba el espejo. Y de repente se había visto trasportado a la casa de Hugo. Pero no sabía cómo ni cuándo había llegado hasta ese lugar. A Hugo esta explicación le pareció familiar, él mismo había vivido algo similar, solo que él no había conseguido escapar, porque nadie le dijo que huyera de la luz.
Esto explicaría el extraño sueño que Hugo había tenido hacía unas horas. Le había visto aproximarse a un extraño precipicio iluminado de blanco y para evitar que cayera en él, le había gritado en sueños, que se alejara por otro lado, lejos de la luz. Es posible que, por unos instantes, recordara aquel día, cuando caminó hacia la luz y cayó por el precipicio y ya nunca más regresó a la que había sido su casa.
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jueves, 11 de diciembre de 2008
El Espejo de Oguh (2ª parte)
Al día siguiente Hugo le contó a su madre que había conocido un niño, que le había visitado desde otro mundo, pero su madre, acostumbrada a sus fantasías, le siguió la corriente sin darle la menor importancia. Desde aquel día Hugo comenzó a sentir una extraña inquietud y deseaba que pasaran las horas deprisa, para volver a charlar con Oguh, que, fiel a su cita, todas las noches regresaba de su mundo para compartir el suyo. Y como si se tratara de un extraño ritual, a eso de las nueve de la noche Oguh traspasaba el espejo y regresaba a la habitación de su amigo. Pasaban tiempo jugando y charlando hasta que volvían a oírse ruidos del otro lado y Oguh volvía precipitadamente a su habitación, para que no le pillara su madre, que cada noche comprobaba si ya se había dormido.
Estas visitas empezaron a ser tan familiares, que Hugo comenzó a tratar a su amigo como si se tratara de un hermano, ideó una vida fantástica y comenzó a soñar que vivían juntos, el detalle del espejo no era importante, sería como si durmiera en la habitación de al lado. Y conforme fue creciendo esa amistad, Hugo comenzó a hacerse preguntas, no sabía por qué su amigo no le contaba nunca nada sobre su vida, ni sobre sus padres y cada vez que le preguntaba algo sobre su familia, éste evadía la respuesta. No sabía por qué a menudo le sangraba la nariz, como el día que le sorprendió, antes de conocerse. Oguh callaba cada vez que le pregunta por la causa de sus moratones, o a lo sumo respondía que se había caído jugando. Cosa que por supuesto Hugo no creía.
Pero ante su insistencia, Oguh, pasado un tiempo, comenzó a contarle algunas cosas a su amigo, que le dejaron preocupado. Un día sin venir a cuento le preguntó que si su madre lloraba alguna vez, y Hugo le respondió que no lo sabía ya que no le había visto llorar en ninguna ocasión. -¿y la tuya llora alguna vez?- le preguntó Hugo. Oguh permaneció callado en un principio pero luego le dijo - llora todas las noches, cuando me viene a arropar- y luego añadió que solía hacerse el dormido para no preocupar a su madre por saberse descubierta. -¿Por qué llora?- le preguntó, pero Oguh no supo qué responder. Tan solo le dijo que lo había descubierto hacía unos meses de casualidad, cuando una de sus lágrimas cayó en su mejilla y se despertó al sentir la humedad y cuando abrió los ojos se dio cuenta de que su madre estaba llorando. Desde entonces, había decidido permanecer despierto hasta que su madre fuera a arroparle, como todas las noches. Y como cada noche le sentía llorar mientras le daba un beso.
Al cabo de unas semanas las visitas se interrumpieron por unos días y Hugo no sabía qué pensar, suponía que los padres de Oguh habrían descubierto que se escapaba de la cama todas las noches y le habrían castigado a dormir en otra habitación. Y cada noche se asomaba en el espejo intentando verle, pero Oguh no estaba en su habitación. Intentaba atravesar el espejo pero era imposible y no se explicaba por qué su amigo lo cruzaba cada noche y él no podía, por más que lo intentaba. Cuando viera a Oguh la siguiente vez le tenía que preguntar si utilizaba algún secreto, o algo así, para atravesar el espejo, pues quería atravesarlo también para ver qué había en su lado...
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miércoles, 10 de diciembre de 2008
El Espejo de Oguh (relato, 1ª parte)
La vida de Hugo transcurría entre juegos y tareas escolares con la misma rutina de los niños de su edad. ¿He dicho rutina?, es posible que lo fuera, pero desde luego era una rutina extraordinaria en la que no cabía ni un minuto de aburrimiento. Cada tarde cuando regresaba del colegio, se tomaba la merienda y, después de haber terminado los deberes, comenzaba su ritual de juego y permanecía horas en su habitación hablando consigo mismo. Al menos eso era lo que creían sus padres. Porque de otro modo ¿con quien hubiera podido estar hablando, si no tenía con quién?
“El día que lo descubrió, creyó que se había metido en un cuento, porque nunca hasta entonces había imaginado, que esas cosas pudieran ocurrirle a él, pero cuando aquella tarde escuchó esos ruidos detrás del espejo de su habitación, y se asomó para comprobar de qué se trataba, se quedó estupefacto ante lo que vio. Tras el espejo, como en una habitación paralela, otro niño lloraba desconsoladamente mientras limpiaba la sangre, que le salía por la nariz, con una de las mangas de la chaqueta. Instintivamente, Hugo, buscó un paquete de pañuelos de papel y sacó uno para dárselo. Pero cuando volvió ante el espejo se dio cuenta de que no sabía cómo hacérselo llegar. Pensó que si lo colocaba en la parte posterior del espejo, el otro niño lo vería y lo cogería para limpiar su nariz. Así que lo hizo de esta manera y comprobó cómo el niño se acercaba junto al espejo, y se limpiaba con un pañuelo similar. No se lo podía creer, porque cuando miró detrás del espejo, el pañuelo había desaparecido. Por más que miró, no vio ningún agujero a través del cual, pudiera haberse caído el pañuelo a la habitación del otro niño. Hugo se dirigió hacia su cama y sentándose sobre el almohadón pasó las manos por su frente, le parecía que estaba a punto de comenzar una de las historias más fantásticas que había vivido nunca.
Esa noche el niño del otro lado saltó a través del espejo, cuando Hugo dormía profundamente, y le despertó tirando de una de las mangas de su pijama. ¡Despierta! ¡Despierta!. Hugo se despertó sobresaltado y tardó unos minutos en recuperarse de la impresión. No entendía como el otro niño había podido entrar en su habitación de aquella manera, pero él le dijo tranquilamente, que había saltado por la luna del espejo, que todas las noches le observaba cuando estaba a punto de irse a la cama y que esa noche se había rendido al deseo de conocerle en persona, así que, cuando sus padres estaban ocupados con otra cosa, él había aprovechado para ir a verle. También le contó que esa misma tarde había visto caer un pañuelo detrás del espejo y se había dicho a si mismo, que si un pañuelo podía atravesar un espejo ¿por qué una persona no?....
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martes, 9 de diciembre de 2008
El regreso a paso de tortuga
El problema del Puente ha sido el regreso, como siempre, cuando las carreteras se han visto desbordadas por la afluencia masiva de vehículos. La circulación comenzó a ser lenta ya por la mañana de ayer Lunes, pero por la tarde se hacía insoportable, cuando el parón circulatorio era una evidencia. Por poner un ejemplo, a las seis y pico de la tarde costaba una hora bajar de Biescas a Sabiñánigo; a las tres y media, costaban más de tres horas llegar de Sabiñánigo a Huesca.
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Etiquetas: vacaciones
jueves, 4 de diciembre de 2008
Puente Pirenaico
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Etiquetas: turismo
martes, 2 de diciembre de 2008
Turrones Sebastian Gil
Lo han estado haciendo francamente bien a lo largo de cuatro generaciones y sus turrones pueden competir a la altura de los mejores. Os invito a pinchar en los enlaces y tendréis información detallada. Seguro que caéis en la tentación de permitiros un caprichito estas Navidades.
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Etiquetas: tradicciones, turrones
Tradiciones casi perdidas: matacochines
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Etiquetas: tradicciones aragonesas
viernes, 28 de noviembre de 2008
Regreso de la Uci
Mi ordenador ha regresado de la UCI y la semana que viene este blog empezará a funcionar normalmente.
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martes, 25 de noviembre de 2008
Variedad en una tarde de otoño
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Etiquetas: ciberespacio
lunes, 24 de noviembre de 2008
Cucarachas y otros animales
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Etiquetas: cucarachas
sábado, 22 de noviembre de 2008
Invasores de la intimidad, asesinos de palabras
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Etiquetas: libertad de expresión
viernes, 14 de noviembre de 2008
Troyanos y demás cibercabronazos
Durante unos días este blog no va a estar operativo, porque algún cibercabronazo me ha infectado el ordenador y me lo ha dejado inoperativo. Mientras tanto los expertos intentarán averiguar la procedencia de este virus, porque medios tenemos de saber quién me lo ha envíado. Después de identificar al cabronazo tomaré las medidas legales oportunas, que haberlas haylas. Hasta pronto y velad por este blog, quienes lo visitáis. Gracias |
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Etiquetas: cibercabronazos
jueves, 13 de noviembre de 2008
Cenizas
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Etiquetas: Pensamientos
martes, 11 de noviembre de 2008
Moñigas antipedagógicas y demás series televisivas
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Etiquetas: opiniones
lunes, 10 de noviembre de 2008
La sombra del río
La corriente del río estaba furiosa y golpeaba con fuerza el cuerpo del joven, que a duras penas consiguió llegar hasta donde estaba ella. Cogiéndola de los hombros la llevó hasta la orilla y la puso a salvo, sin darse cuenta de que sus pies estaban comenzando a resbalar. Cayó en el agua, que formaba justo allí un extraño remolino, que todos conocían por el nombre de pozo del arratiecho. La fuerza de aquel remolino era tal, que fue arrastrado hacia el interior hasta que se sumergió en el pozo y las personas, que se habían acercado al lugar alertadas por los gritos, ya no pudieron hacer nada por salvarle la vida.
Dice la leyenda, que desde aquel día, cuando alguien cae en el río, es misteriosamente arrastrado hacia la orilla y puesto a salvo. Los más ancianos del lugar, que aseguran que nunca encontraron el cuerpo del joven, dicen que es él, ya que le han visto en varias ocasiones, quien merodea por los alrededores del río, que es especialmente peligroso en esa zona, y salva a cuantos son arrastrados por la corriente.
Es posible que sea cierto, porque no hace mucho, presa por la curiosidad, acudí a ese lugar, y cuando estaba observando el río, justo donde la corriente es mas fuerte, me pareció ver una silueta, que entraba y salía del agua como si tal cosa….pero quizá, solo me lo pareció.
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domingo, 9 de noviembre de 2008
Debates 00,00 h. en La Bernarda
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Etiquetas: debates
viernes, 7 de noviembre de 2008
El Pirineo en Otoño
Lo más bonito de este lugar son sus paisajes, levantarse por la mañana y salir al balcón y poder ver la loma de una montaña nevada, respirar el aire puro del monte que huele a pino fresco, a tierra húmeda. Lo mejor es observar el monte en otoño y admirar los infinitos tonos de color y de luz con que nos obsequia, porque este es el momento en que se mezclan, como en la paleta del pintor, los tonos marrones, verdes, amarillos, anaranjados, rojizos. Es un espectáculo para la vista y se entiende que los visitantes vengan de propio para mirar este milagro de la naturaleza.
Esto es lo mejor de lo mejor, ser testigo de las estampas vivas que nos rodean, de este paisaje que no es privilegio solo de quienes vivimos aquí, sino de todos cuantos lo valoran y merecen verlo. Hace unos días tuve la oportunidad de admirar este mar de nubes que os ofrezco, una imagen habitual, que habré visto decenas de veces y que nunca me cansaré de admirar. Disfrutad con ella
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Etiquetas: Pirineo
jueves, 6 de noviembre de 2008
La continuación de los cuentos
Hay mucha tela que cortar en esto de los cuentos, tan inocentes como parecen. O si no pensad.
Pero lo que no se sabe es la continuación de los cuentos, que el príncipe en bata de andar por casa no parece lo mismo, que Blancanieves con rulos en la cabeza está horrorosa, y que el día a día los va minando por haber puesto sus ideales en valores perecederos, que Blancanieves termina no aguantando al príncipe que mea fuera de la taza, o que deja el bote de gel abierto y todo desparramado por el suelo. Y que tarde o temprano va a echar en falta a esos enanitos que la querían de verdad y que ella despreció, porque allí estaba la felicidad. Pero el que inventó el cuento se confundió de final !qué le vamos a hacer¡
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miércoles, 5 de noviembre de 2008
¡Felicidades Estados Unidos de América!
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Etiquetas: América
lunes, 3 de noviembre de 2008
Un huevo en mi bolsillo
Ha pasado mucho tiempo y aunque ella recuerda el hecho como una cosa cómica, cuando ocurrió, no le hizo ninguna gracia. María Calamidad tenía entonces seis años y comenzaban a despuntar en ella sus dotes de cocinera. Ocurrió una noche, cuando su madre estaba agobiada de trabajo, que ésta le preguntó si se atrevía a ayudarla a hacer la cena. Ella, que no sabía dónde se metía, por su corta edad y por las ganas que tenía de enredar en la cocina, le dijo que sí.
Por aquel entonces en aquella casa se cocinaba en una vieja cocina de esas antiguas de hierro, redondas, a las que se les echaba carbón por una especie de abertura colocada en la parte inferior, que en la parte superior tenían algo llamado “fogón”, donde se colocaban las cacerolas de guisar y demás artefactos al efecto.
Pues bien Calamidad, que no sabía dónde se metía, como he dicho antes, lo preparó todo para hacer la cena de aquel día. El menú, entre otras cosas, eran tortillas francesas, hasta un total de unas cinco unidades aproximadamente. Se colocó los huevos en un lugar aparente y su madre le explicó el método haciendo la primera tortilla. Junto a ella estaba su hermana menor, que también quería participar en el experimento. Ambas se pusieron sendos delantales y se pusieron a la faena.
La cosa iba bien y cuando Calamidad lo estaba pasando genial, creyéndose una gran cocinera, ocurrió la catástrofe. Comenzó a llorar desconsoladamente mientras sus hermanos se reían a carcajadas. Ella, que no entendía la reacción de sus hermanos, lloraba más y más. Su madre, alertada por el alboroto y al verla llegar al comedor, donde ella cosía, sujetando el bolsillo de su delantal, se dio cuenta de lo que acababa de pasar y comenzó a reír al mismo tiempo que la abrazaba. Mientras su madre la consolaba, ella le intentaba decir entre hipo e hipo, que se le había caído un huevo dentro del bolsillo. La niña, que no acertaba a captar la magnitud de lo sucedido y pensaba que había hecho una barbaridad, se sintió aliviada y dejó de llorar. Pero durante mucho tiempo ella siguió pensando que era un crimen que uno de los huevos hubiera terminado de esta manera. Sus hermanos, aunque han pasado muchos años, todavía recuerdan esta anécdota y le toman el pelo. Y la cosa no fue a más, porque desde ese día cada vez que tocaba tortilla, las hacía ella. Será por esto que la cocina fue desde entonces una de sus aficiones favoritas. Años más tarde se especializó en croquetas y en empanadillas y paellas, y la cosa no tendría importancia si no fuera porque eran once de familia. Pero eso es materia de otra historia (cómo Calamidad aprendió a hacer paellas).
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Etiquetas: relatos
No ha logrado sobrevivir
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domingo, 2 de noviembre de 2008
El otoño y alrededores....
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Etiquetas: turismo
viernes, 31 de octubre de 2008
Camina
Y sigue caminando mientras sueña que no tiene frío, que lleva zapatos, que al final del muro le sigue esperando.....y la lluvia no cesa....mientras sus sueños siguen soñando.....
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jueves, 30 de octubre de 2008
Adiós a los geranios y a las víboras
De repente los balcones se han vestido de blanco, por la llegada temprana de la primera nevada. Los geranios se han llevado una sorpresa por el manto frío que los ha cubierto. Las llevaban anunciando hace días, que iban a llegar las primeras nieves y, cuando parecía que se habían olvidado de este pueblo, las hemos visto llegar esta mañana.
La nieve caía tímida, casi sin querer acabar de caer, casi con miedo de que su llegada precipitada alborotara el ecosistema. Las golondrinas hace días que se marcharon hacia África, y los gorriones ya han buscado los escondrijos donde pasarán las horas frías del invierno, aunque los días soleados seguiremos viéndolos volar de aquí para allá, en busca de migajas y otros alimentos. Pero a los geranios, que andaban un poco despistados, les ha sorprendido la llegada del blanco elemento y, sin darles tiempo a guarecerse, se han visto cubiertos por ese manto frío que, con toda seguirdad, terminará con su vida; solo unos pocos, los más privilegiados, lograrán sobrevivir al invierno, para volverse a engalanar la próxima primavera.
Pero mientras tanto permanecen en los balcones, observadores de cuanto les rodea, porque saben que serán contadas las veces que vean los montes altivos, las cornisas temblorosas, la noche silenciosa. Pocos días les quedan de escuchar el griterío de la gente, el murmullo de la vida. Pocos días faltan para que dejen de despertarse cada mañana y den gracias por el nuevo día.
nadie os recordará la siguiete primavera.
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Etiquetas: Nieve
miércoles, 29 de octubre de 2008
Un gatito salvado por los pelos
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Etiquetas: solidaridad
martes, 28 de octubre de 2008
El Broche (desenlace)
Comenzó a escribir sin energía pero, conforme avanzaba el relato, su memoria le iba dictando paso a paso cada frase, cada párrafo. Pero cuando llegó al final decidió cambiar el desenlace.
Se había terminado la tinta de la máquina de escribir. Posiblemente, su padre guardaba alguna cinta nueva en su despacho, así que se dirigió hacia el lugar y cuando rebuscaba por los cajones, algo la sorprendió.
Acababa de encontrar la cinta, cuando al intentar cerrar de nuevo el cajón, observó un envoltorio, atado con un cordel, que parecía muy antiguo. Lo cogió y lo guardó en su bolsillo, para verlo con más calma cuando estuviera en su habitación. Un objeto guardado durante tanto tiempo, tenía que ser lago interesante.
Cerró la puerta del despacho con sigilo y caminó casi de puntillas, para no ser oída. Por suerte no se tropezó con nadie por el pasillo. Cerró la puerta y se sentó sobre su cama para mirar el interior del envoltorio. El corazón le palpitaba y le temblaban las manos mientras deshacía el nudo del cordel y comenzaba a abrirlo. Miró de reojo, con miedo por una de las rendijas que iban quedando al descubierto, pero no podía ver nada. Dentro del papel había una cajita de escasas dimensiones atada con otro cordel, le deshizo el nudo y se dispuso a abrirla, pero un extraño temor se le apoderó del cuerpo y en el último momento se echó atrás, cerró de nuevo la caja y la envolvió dejándola donde la había encontrado. Prefería no conocer ese enigma y quedarse con la duda sobre lo que había dentro. Nunca lo sabría y quizá era mejor así. Ya había tenido bastantes sobresaltos. Decidió dejar el final de la historia sin escribir, porque ella misma temía el final, que acababa de inventarle minutos antes.
De este modo fue cómo nunca llegó a conocerse del todo el enigma del misterioso broche, el enigma de una historia inacabada que ¡quién sabe si terminará algún día!
A continuación se abrió la puerta mientras se oyó una voz que le decía: “apresúrate, Elena, que se enfría la sopa”. Elena cerró el libro y lo dejó sobre la mesilla. El final le había sorprendido, pero también le había dejado un mal sabor de boca, le hubiera gustado que el broche apareciera, después de tanto misterio, dentro de la cajita, para poder seguir imaginando cosas fantásticas. Pero eso seguramente sería materia para otra historia.
Por cierto, le dijo su padre mientras cenaban, ¿sabes, Elena, que han publicado ya la segunda parte de “El broche”?....
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lunes, 27 de octubre de 2008
El Broche (parte III)
Tocó el broche con sus manos y comprobó que seguía prendido en su toquilla…..
Regresó a casa con un profundo dolor por lo ocurrido, y con la rabia de haber visto destruido su trabajo de tantas horas, en unos instantes. Ni siquiera tuvo valor para asomarse en la barandilla, e hizo mal, porque si lo hubiera hecho hubiera visto cómo un hombre de mediana edad, que paseaba por la orilla del río en ese momento, al ver caer los folios al río, se acercó y los cogió uno a uno, ayudándose con su bastón, y los puso a secar. Por fortuna había llegado a tiempo, y apenas estaban deteriorados. Cuando estuvieron secos, los guardó en una bolsa y se dirigió a su casa.
María pasó muchos días sin poder escribir, envuelta en una vida aburrida y hastiada por todo. Había puesto demasiadas esperanzas en la publicación de su relato y necesitaba tiempo para recuperarse de su decepción. Pero un día ocurrió algo inesperado. ´
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Etiquetas: relatos
jueves, 23 de octubre de 2008
¡Hasta el lunes 27!
El próximo post se publicará el próximo lunes, día 27. Por motivos laborales no voy a tener tiempo de ocuparme del blog hasta ese día. Hay una feria en el pueblo donde vivo y estaré trabajando todo el día. Cuidad el blog mientras tanto. Gracias.
Leer más...Publicado por Sofía Campo Diví en 9:30 4 opiniones
martes, 21 de octubre de 2008
El Broche (continuación II)
De nuevo, la invadió por completo esa vieja sensación del tiempo detenido ante sus ojos, como si ella y su entorno pertenecieran al cuadro de un museo. Salió de aquel lugar, con esa inquietud en su interior de no entender qué estaba pasando a su alrededor. Con la cabeza a punto de estallar y el cuerpo convertido en un tormo de hielo, seguía arrebujada dentro de la toquilla caminando de un lado a otro, sin rumbo fijo, hasta que algo llamó su atención.
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El Broche (continuación)
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lunes, 20 de octubre de 2008
El Broche (relato-ficción)
Le entraron escalofríos y al mismo tiempo un sudor helado le invadió la frente. Se levantó de la cama y cuando encendió la luz, comprobó que la ventana estaba entreabierta. Lo miró todo a su alrededor, mientras intentaba abrigarse con una toquilla de lana, que le había tejido su madre hacía mucho tiempo. El aliento se le comenzaba a helar en los labios, cuando volvió a oír el mismo susurro, en forma de palabras entrecortadas y suaves.
Se acercó hacia la ventana de nuevo, intentando cerrarla inútilmente. La golpeó sin resultado y, finalmente, cuando había desistido de su intento, la ventana se cerró sola. El terror se le apoderó del cuerpo, los dientes le rechinaban y comenzó a llorar de angustia. No entendía qué estaba pasando. No sabía nada, solo que hubiera deseado que todo fuera una pesadilla. Pero el frío era real, el ruido era real. Se metió en la cama, tapándose por completo y quedó profundamente dormida, presa del cansancio.
A la mañana siguiente, se despertó como si no hubiera pasado nada. Es posible, pensó, que todo hubiera sido un mal sueño. Pero cuando se ladeó hacia la mesita de noche para comprobar la hora en su despertador, vio sobre ella un viejo broche que había pertenecido a su madre. El hecho no hubiera tenido la menor importancia si no fuera porque su madre llevaba enterrada más de diez años.
Publicado por Sofía Campo Diví en 11:45 8 opiniones
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