miércoles, 6 de abril de 2022

Los que el gobierno no iba a dejar atrás.

      A la vista de las últimas noticias parece ser que éste sigue siendo un país de despropósitos. Nuestro gobierno nos tiene bien acostumbrados a ellos. Primero fue la gestión de la pandemia, atiborrada de normas y restricciones que no han servido de mucho. Parecía que con la implantación de las mascarillas todo se iba a solucionar, pero fue al contrario, no solo no frenaron la propagación sino que a partir de ese momento tuvimos que pasar por oleadas mucho más peligrosas. Y si no mirad las zonas donde no han habido tantas restricciones y veréis que no lo han pasado peor que nosotros. Ahora se han relajado las medidas y ya no tenemos obligación de usarlas al aire libre, en interiores se va a quitar la restricción en breve. 

     Siguen habiendo miles de casos de covid y no se entiende que ahora se eliminen las mascarillas, a no ser que hayan descubierto estos gobernantes, tan lúcidos que tenemos, que dicha medida no servía de mucho. Yo me pregunto si el resto de las restricciones tampoco han servido de gran cosa y si estas normas solo han sido un justificante para que pareciera que los gobiernos estaban haciendo algo. A falta de mejores razonamientos se han dedicado a imponer normas, algunas anticonstitucionales, para dar una imagen de interés y eficacia. 

    A pesar de lo que nos han dicho, es posible que las ¿vacunas? tampoco sean todo lo eficaces que pretenden vendernos y mientras tanto venga dosis de vacunas. Ahora da la sensación de que hayan tirado la toalla por no saber por dónde van y que Dios nos coja confesados a todos. Dicen que lo tienen controlado, que esto es ya como una gripe. Pero a diferencia de la gripe que es estacional, este virus es para todo el rato. Lo que quiere decir que a partir de ahora vamos a estar mucho más acatarrados durante todo el año y la mayoría no llegaremos a saber si tenemos covid o un catarro común. Mientras tanto venga a contagiar gente porque como se podrá ir a trabajar y hacer vida social esto será ya el cuento de nunca acabar. O quizá no ¿quién sabe? Cosas más raras se han visto.

     Mientras los gobiernos han inventado toda clase de restricciones, muchas empresas  se han enriquecido; las farmacéuticas, los fabricantes de mascarillas y pruebas de diagnóstico, y los gobiernos que habrán tenido su pellizco de la transación. Y mientras ellos se enriquecían, los de siempre, el pueblo llano ha estado pasando penurias; miles de personas abocadas a los ertes o al paro, miles de negocios cerrados. Porque aquella frase de que el gobierno no iba a dejar a nadie atrás se ha quedado en agua de borrajas y muchos miles de ciudadanos se han visto en la estacada. 

     Ahora tenemos la guerra contra Ucrania y hemos tenido la huelga de transportistas que le han servido al gobierno para echarles la culpa de todo. Ah. El gobierno lo ha hecho todo de maravilla y si hay problemas es culpa de los otros. Porque para este gobierno, la culpa siempre es de los otros. Y claro, como siempre, los otros son la causa de la brutal subida de precios, unos justificados otros no tanto (porque a río revuelto...) ,que está dejando miles de hogares sumidos en la miseria. Pero ¿sabemos cuantos millones de euros se va a embolsar hacienda por esta subida de precios? Ahí lo dejo.

     Improvisar, improvisar, improvisar. Este gobierno solo sabe improvisar y dar palos de ciego por si aciertan alguna vez. Prometer, prometer y prometer para luego decir "que de lo dicho nada, que mire es usted quien lo entendió mal. Que si se ha quedado usted en la estacada ellos no saben nada...".

    Mientras los políticos siguen con sus trapicheos cotidianos, miles de hogares en este país no pueden llegar a fin de mes, ni pagar las hipotecas, ni encender la calefacción y muchos miles ni comer algo digno. 

     Pero ellos si que pueden atiborrarse de langostinos y cava, que ese es otro tema que dejo para otra ocasión.

     Que bueno es que siempre haya gente a quien echar la culpa, llámese guerra, o huelga o como quiera que se llame que un gobierno por norma no asuma sus culpas. Y mientras tanto algunos no dejan de conjugar el verbo lucrarse a su manera. "Yo me lucro, tu no puedes lucrarte, el pasa hambre, nosotros nos lucramos, vosotros os aguantáis y ellos se quedan sin trabajo, sin empresas, sin dinero". 

    Y para terminar más de lo mismo: ¿llegará a saber este gobierno por dónde le da el aire?...


Leer más...

lunes, 14 de marzo de 2022

Una fuente que mana siempre

      Por fin han llegado las esperadas lluvias que tanto necesitamos. Sin embargo a pesar de que sabemos que la lluvia es buena para todos no podemos evitar, cuando la vemos llegar, sentir cierta tristeza y nostalgia. Sucede que los días lluviosos nos llaman a la melancolía; el triste ambiente gris nos envuelve con su manto y, como si  nos abrigáramos con una manta, nos dejamos envolver por esas horas tristes.

    Podríamos pensar que con lo que está cayendo en Ucrania, con los desastres de la pandemia y con  el dolor de tantos seres humanos, es egoísta sentirse triste porque llueve. Pero la vida sigue a pesar de todas esas inclemencias , la del tiempo también. Por ello tenemos todo el derecho a sentirnos como nos sintamos.

     Porque los días grises nos hacen rememorar los malos momentos que, como si volvieran a suceder, nos producen el mismo efecto del día que los sufrimos por primera vez. Son cosas del ser humano que no pueden evitarse por más que nos lo propongamos. 

     Hoy es uno de esos días y mira por donde que me ha dado por escribir, mientras mi rumba se pasea por la casa haciendo su trabajo y mi perra cambia de sitio constantemente sintiéndose acosada por esa extraña compañera. 

     Debido a la lluvia el paseo mañanero de todos los días se ha visto reducido por una breve caminata a los arboles más cercanos para que mi Chula estire un poco las patas y se desahogue. Ejem. No sé si mi perra entiende de nostalgia, de días tristes y no tengo ni idea de cómo le afectan; pero  seguro que de alguna manera ella lo sabe. Sabe cómo me siento y sabe que es un día diferente porque se sienta frente a mí mientras me mira con insistencia, como si me dijera "¡venga ánimo que yo estoy aquí contigo!"

    Recuerdo que de niña tampoco me gustaban los días de lluvia, porque me obligaban a permanecer en casa; aunque tengo que reconocer que ya de adulta la lluvia nunca me ha impedido llevar a cabo un plan que tuviera previsto. Si había que mojarse, pues se mojaba una. 

     Desde hace unos días estoy pensando en un proyecto, que nada tiene que ver con la lluvia, quiero escribir mis memorias. No es la primera vez que lo pienso, pero de nuevo me encuentro con un dilema. El dilema de cómo contar la verdad sin que mi narración hiera sentimientos de terceras personas. Esta duda me ha echado para atrás en otras ocasiones aunque ahora me siento con más fuerza para hacerlo. Porque tengo mucho que contar y quiero que mis hijos y mis nietos me conozcan y sepan cómo he vivido y cómo me he sentido a lo largo de mi vida. Ellos han participado en muchos de esos momentos y sin embargo a veces pienso que no han llegado a comprenderme. 

     Creo que los hijos no llegan a conocer a sus padres porque solo los ven en su faceta de padres, como si exclusivamente es lo único que fueran. Es que para ellos solo somos padres, que les hemos dado la vida y les hemos criado mientras intentábamos enseñarles, como podíamos, cómo enfrentarse a ella. Y si no haced la prueba; preguntarles a vuestros hijos si saben cuál es vuestra lectura favorita, cuándo fue la última vez que fuisteis al médico, cómo y quiénes son vuestros amigos, cuál es vuestra fruta preferida, qué viaje os ha emocionado más, cuáles son vuestros planes para el futuro. Preguntadles si sois felices.

     Porque ellos no se paran a pensar que tenemos emociones, ilusiones, carencias. Porque para ellos solo somos padres. Y es lo mismo que nosotros  pensábamos de los nuestros, que unos padres son como una fuente que mana constantemente a la que siempre podemos ir a beber. 

     Hay que ver lo que inspira un día de lluvia, que de un tema te lleva a otro sin que te des cuenta de que están pasando los minutos y es hora no sé si de salir a la calle a mojarse o de tomarse un café caliente, que por cierto mi rumba ya ha terminado su faena y mi Chula se ha dormido en su rincón favorito (mi sofá). 

     Seguiré pensando en la forma de escribir mis memorias. Ya os iré contando. 

Leer más...

lunes, 21 de febrero de 2022

Nunca se va lo que nunca parte

       


         Han pasado muchos meses, más de los que me hubiera gustado sin que haya podido dedicar unas líneas a este espacio. A veces ocurren cosas en tu vida que te obligan a la reflexión y a detener tus pasos.

     En esa tarea de auto estudio hay que dedicar todas las horas de que dispones. Cuando reflexionas puede ocurrir que llegue un momento de bloqueo en el que te sientas tan agobiada que seas incapaz de comunicarte con los que te rodean, bien por no tener las ideas claras, bien porque las conclusiones a las que llegas no puedan compartirse. Esa reflexión puede provocar una situación de dolor tal que seas incapaz de seguir siendo persona. En esos momentos hay que permanecer callada para no transmitir malas vibraciones a quienes te rodean.


     Pero la vida sigue y llega un día en que te lo planteas y te das cuenta de que no queda más remedio que seguir adelante, a pesar de seguir arrastrando todo ese lastre de la situación que acabas de vivir. Y aunque todo aquello siga estando en el corazón,

debes dejarlo atrás para poder seguir adelante. Lo que ocurre es que eres persona y nunca puedes dejar atrás algo impactante, aunque seas capaz de vivir con ello.

     Hay muchas maneras de dejar atrás un dolor, una pena, en definitiva un sufrimiento. Dicen que el tiempo lo cura todo y no es verdad, lo que hace el tiempo es ayudarte a convivir con aquello que te causa daño, a veces un daño irreparable. Y la única manera de dejarlo atrás es aprender que cada vez te haga menos daño.

    No soy la única persona ni seré la última que ha sufrido un daño irreparable, una ausencia cruel y repentina y soy consciente de que lo único que puedo hacer es caminar sin amargarle la vida a nadie, de ser más positiva por las personas que me quedan y sentir que mi futuro con ellas puede dejarme momentos felices que no me quiero perder.

     Y como dice Mercé en una de sus últimas canciones “nunca desaparece lo que nunca parte”. Es un consuelo saber que quien se ha ido no terminará de marcharse porque siempre quedará en tu pensamiento, en tu corazón, en tu recuerdo, en esos recuerdos que poco a poco comenzarán a salir, justo en el momento que descubras que lamentarte no sirve de nada. El dolor seguirá estando allí pero será menos dolor cuando recuerdes aquel día que se colgó de tu cuello buscando una caricia, cuando recuerdes su manera de animar, cuando lo veas como el alma de la fiesta, dicharachero y jovial, cuando recuerdes que siempre encontraba solución para todo y no se rendía por nada; cuando veas su espíritu generoso dándolo todo y dándose a sí mismo, aún a costa de quedarse sin nada; cuando recuerdes cómo le ilusionaban los nuevos planes; cuando le recuerdes mirando a su hija embelesado y feliz, y cuando los dos saltaban encima de la cama como dos chiquillos. Cuando veas dentro de tí cómo se le ponía cara de felicidad cada vez que la niña estaba con él.


      En eso consiste seguir adelante , con esa sensación de haberlo perdido todo en un naufragio, pero sabiendo que te puedes rehacer. Con las grandes ausencias pasa lo mismo. Nada ni nadie te devolverá a tu ser querido, pero sí, por él, precisamente por él debes seguir adelante. Con el alma rota y tu vida despedazada y con esa sensación constante de que en cualquier momento vas verlo entrar por la puerta como si nada hubiera pasado.

      No hace falta poner nombres, porque los sentimientos no necesitan nombre y los que me conocen saben de lo que hablo. Para los que no me conocen, ojalá este escrito les sirva de algo algún día.

Leer más...