lunes, 23 de marzo de 2015

Escuchar, esa tarea tan difícil

Hace unos días me llegó a facebook la siguiente frase: "nuestro peor problema de comunicación es que no escuchamos para entender, escuchamos para contestar" y como me gustó la frase y me pareció muy real, la compartí. Mi amiga Maribel, no creo que se moleste porque la nombre, profundizó todavía más diciendo: "nuestro peor problema es que no escuchamos y para colmo respondemos". Y tiene más razón que un santo. 
Porque cuántos malos rollos se podrían evitar con tan solo leer dos veces una frase, pensar dos veces algo que hemos escuchado y contar hasta diez antes de responder. Pero ocurre que nos dejamos llevar por las ideas preconcebidas, que un día anidaron en nuestra cabeza y no nos paramos a pensar si eran o no ciertas, o si lo pensamos dimos como cierto algo que no lo era, aunque los argumentos fueran tan flojos que no se sostuviean. Cuando los prejuicios te absorben es lo que tiene, que ya ni escuchas porque piensas que no merece la pena, que es más de lo mismo. Y así vamos tejiendo una bola, que cada vez es más grande y que un día termina aplastando todo lo que encuentra a su paso. No escuchamos y para colmo respondemos. 
Y no escuchamos porque no nos interesa escuchar, porque eso podría llevarnos a reconocer nuestros errores. Preferimos en lugar de eso gritar cada vez más fuerte para que parezca que tenemos más razón, y es que cuando no se escucha es el peligro que corres, que ya solo nos queda el gritar para hacernos valer, sin percatarnos del ridículo tan enorme que se nos acerca. 
Y mientras la bola crece no nos importa la destrucción que acarrea, a veces toda una vida. 
Por eso estoy de acuerdo con Maribel, para colmo respondemos. Y respondemos sin darnos cuenta de que nuestras respuestas no tienen nada que ver, pero nada en absoluto, con lo que se debería haber entendido, o como poco escuchado.
Todo el mundo tiene derecho a que se le escuche y a escuchar sinceramente. Y para escuchar sinceramente hay que ponerse en el lugar del otro, es la única manera de comprobar si hemos entendido o no, a no ser que  queramos  cargarnos a esa persona, en cuyo caso me callo. Da igual que esa persona sea un desconocido, un hermano, un amigo. Esto vale para todos porque en todas partes cuecen  habas......
Y si queremos ser buenos comunicadores todos deberemos ponernos en todos los lugares, yo también claro, en el lugar del que escucha para responder, del que no escucha y encima responde, y del que habla y no le escuchan, del que habla y sin escucharle le responden. 
Y para escuchar no hay más que prestar atención.  O sea tarea para rato.

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jueves, 19 de marzo de 2015

NÓMADA AVENTURA. Turismo y ocio alternativo en Montán (Castellón)

    No hace mucho tiempo que he descubierto una empresa que se llama Nómada Aventura que, sobre todo, me ha impresionado por el entusiasmo de las personas que la pusieron  en marcha. Ignoro cuándo nació exactamente pero han sabido abrirse un hueco importante con sus actividades variadas.
    Nunca una empresa de turismo fue tan activa como esta.
    No en vano avalan a estos chicos más de quince años de experiencia en deportes de aventura en plena naturaleza.
    Están en Montán y Montanejos, situados en la provincia de Castellón (Comunidad Valenciana) y sus especialidades van desde la espeleología pasando por barrancos, puenting, raftin, tirolinas. Sus precios son asequibles y disponen de una amplia oferta no solo de rafting, puenting, barranquismo, espeleología,  también de paintball, piragüismo en río y en pantano, escalada, vía ferrata con rápel, trekking con rápel, rápel, tirolina y tiro con arco.
    Y tan completos son que disponen de paks con alojamiento, cursos de formación sobre escalada, barrancos,piragua, espeleología, socorro y autorrescate, dirigidos  tanto a deportistas como a monitores.
    Y no solo ofrecen precios por persona con iva y seguro incluído sino también especiales para grupos, despedidas, colegios.
    Para más información podéis dirigiros a www.nomadaaventura.com
675442074 / 658618723  Av/ Antonio Fornás 8, Montán (Castellón)
info@nomadaaventura.com
    También los podemos encontrar en facebook, twitter y canal youtube. También hay información muy interesante en su blog. Estos chicos tienen de todo.
    No tiene pérdida, en la A23 tomar el desvío hacia Jérica  que si vienes de Teruel dirección Sagunto lo encontrarás a la izquierda y si vienes de Comunidad Valenciana pasando Sagunto dirección teruel lo tienes a la derecha. Más o menos hay una hora desde Valencia y una hora desde Castellón, una media hora desde Teruel.

    No os perdáis las aventuras que puede ofreceros esta magnífica empresa. Además son majísimos.

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martes, 10 de marzo de 2015

Historias de estación

Hace muchos  años escribí un  relato cuya historia se desarrollaba en  una estación de ferrocarril. Creo que es uno de mis primeros relatos y curiosamente he perdido el original, seguramente en alguno de mis traslados de domicilio. No tengo que añadir que no era solo el primero sino el único ejemplar original. Es posible que se perdiera el mismo día que perdí mi título universitario, el mismo que demuestra que soy licenciada en filología hispánica, por hallarse posiblemente en la misma cartera, donde guardaba mis primeros relatos, que eché en falta muchos años. Claro todo esto lo he deducido recientemente al comprobar que mi título no aparecía por ninguna parte.
He  atado algunos  cabos y he llegado a la conclusión de que tanto mis escritos como mi título desaparecieron el mismo día. 
Lo del título no tiene mayor problema que la burocracia de solicitar un duplicado, trámite que ya está en marcha. Pero lo de los relatos perdidos me duele más. 

Bueno como os iba diciendo hace muchos años escribí un relato cuya historia se desarrollaba en una estación de ferrocarril. Trataba de una viejecita que cada tarde se acercaba al andén de una estación, se sentaba en uno de sus bancos y pacientemente esperaba la llegada de uno de los trenes por si veía llegar a alguien concreto. En otras ocasiones he escrito cosas sobre estaciones, sobre viajes. La razón es que me encantan las estaciones, ese ir y venir de viajeros, ese ambiente ferroviario mezclado con la megafonía que avisa del peligro de los andenes, de la llegada de trenes, pero sobre todo de la cantidad de historias que esconden.
Ahora tengo la fortuna de vivir muy cerca de una estación de ferrocarril, la de Almenara, a escasos cinco minutos de mi casa; puedo escuchar llegar algunos trenes, pasar otros de largo a toda velocidad. Y de nuevo las historias se repiten.
Aquí para desplazarse de un sitio a otro tienes que moverte en tren, si no tienes coche claro, y digamos que el tren es aquí lo que puede ser el metro o el autobús en una gran ciudad, pasan cada media hora y te puedes desplazar a cantidad de sitios, lo cual es todo un lujo viniendo de un lugar  donde solo había dos autobuses al día. Me cuesta menos recorrer cincuenta kilómetros en tren que cruzar Zaragoza en el 22. 
Pues como os iba diciendo, las historias se repiten. También es verdad que no toda la gente tiene necesidad de contarte su vida, pero siempre hay alguien que te da conversación y desde las primeras palabras compruebas la necesidad que esa persona tiene de hablar.
No hace mucho una mujer se sentó a mi lado y en menos de diez minutos me había contado toda su vida, resumiendo parece que había sido una desgraciada que todo le había sucedido en contra. Este viernes pasado, regresaba de Sagunto a mi casa y en la estación  había un colombiano, parecía buena gente, que esperaba el mismo tren que yo. De momento permanecimos callados hasta que se acercó una mujer, ahora no recuerdo de dónde dijo que era, pidiendo fuego. Fuego el que llevaba ella en el cuerpo porque en cinco minutos ya nos había contado media vida al colombiano y a mí, la otra media se entreveía entre líneas, había vivido en Italia, en Francia, en España en varios sitios diferentes. 
Por eso las estaciones son testigos mudos de tantas y tantas historias, del ir y venir de la gente, pero no solo de la gente que va de vacaciones o viaja por placer, sino de la gente que va y viene por la vida buscando su sitio.
Lo malo de las estaciones de ahora, al menos de muchas que conozco, es que solo se puede salir al andén si llevas billete; por eso en estos tiempos la viejecita de mi historia no podría pasar tardes enteras sentada en el banco de un andén; tendría que conformarse con esperar tras los ventanales desde donde a veces pueden verse las vías y puede escucharse llegar los trenes. 
Claro que están las salas de espera. pero no son lo mismo.

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