martes, 26 de abril de 2016

El plan B de los sueños (el retorno de las reflexiones de la cabra loca)



     Se dice por ahí que las mayores frustraciones las causan las expectativas que ponemos a veces en las personas, en las metas, en las cosas. Por eso lo más fácil para no sufrir decepciones sería no tener demasiadas expectativas o no tenerlas demasiado altas. A veces esperamos que ocurran cosas que nunca ocurren. Son los pequeños sueños irrealizables que año tras año se acumulan sin  que terminen por despertar. Son como sueños repetidos que a fuerza de volver y volver se convierten en compañeros irreemplazable de nuestras vidas.
     Y no tienen por qué ser sueños imposibles, es más, normalmente los sueños más realizables son los menos imposibles. Será por eso que son tan difíciles, que teniéndolos a la altura de la mano no somos capaces de verlos. Y miramos al horizonte imaginando que allá lejos hay cosas maravillosas por hacer mientras estamos ciegos para esas cosas cercanas que de verdad importan.
     Siempre he dicho que las pequeñas alegrías son más importantes y nunca he tenido sueños imposibles, me he conformado con pequeñas cosas. Lo que ocurre a veces es que mucha gente interpreta de modo incorrecto esta manera de ser y solo te ofrecen las migajas que les sobran, porque como tu te conformas con tan poco les parece que para ti es suficiente.
     Pero somos humanos y a veces nos dejamos llevar por esos ramalazos de sueños que nunca llegan; a veces tenemos la sensación de que está a punto de suceder algo diferente y sin embargo nos equivocamos porque llegan los imponderables, esos sucesos absurdos e inesperados, que aparecen cuando menos lo esperas y que te joroban todos los planes. Y claro, como estás acostumbrada a quedarte en segundo plano, te quedas con un palmo de narices mientras te preguntas por qué siempre te pasan estas cosas. Y no escarmientas, que es lo malo.
     Hasta que llega un día que  pensando en aquello de las expectativas dejas de esperar y decides dejarte llevar a ver qué pasa, sabiendo en el fondo que probablemente nunca pase nada especial. Lo especial está en las pequeñas cosas que te rodean, te dices a ti misma, esas cosas que te acompañan sin prestarles atención,
     Habréis notado que hablo de sentimientos, porque está claro que en otros campos de la vida si no tienes expectativas no avanzas. A la conclusión que quiero llegar es que nunca hay que esperar a que los demás cumplan nuestras expectativas, porque no van a hacerlo, entre otras cosas porque tendrán mejores cosas que hacer. Porque los demás siempre tienen mejores cosas que hacer.
O dicho de otra manera, si sueñas con tener un pez de colores, vete a un paraíso tropical, quítate los zapatos,  remángate el pantalón, entra en el agua y cógelo tu mismo  ¿A que no es tan difícil? Y si no tienes para el billete de avión una de dos, o  no desees peces de colores o te los vas a comprar a un acuarium, que seguro que está más cerca. 
En esta vida siempre hay un plan b, para los sueños también. 




     .

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miércoles, 13 de abril de 2016

Politiquería y demagogias varias

     Los batiburrillos politiqueros me tienen aburrida. A todos estos los ponía yo a picar en una cantera y me quedaba tan contenta. Y digo yo ¡Cómo habremos sito tan borricos para darles nuestro voto a estos ineptos! Porque se creían que iba a ser fácil arrancar a los gobernantes de sus poltronas, siendo que se agarran a ellas sujetos con cemento armado y no las soltarían ni aunque se avecinara un huracán. Estos se iban a ir volando con palmeras y todo y ni aún así dejarían que  los asientos se desprendieran  se sus posaderas. Se creían que iban a renunciar a la sopa boba con que alimentan sus egos de gobernantes, que aunque lo son del tres al cuarto, ellos creen que son lo más de lo más. Con una mano sujetan el sillón, con la otra el plato de sopa; así me explico yo que sea tan difícil que gobiernen y lo hagan bien. Porque mientras, elucubran cómo hacer para que la oposición no les arrebate ni la sopa ni la poltrona. Así que teniendo su cerebro, por así decirlo, ocupado en sus propios intereses, malamente pueden gobernar sin que se les noten sus verdaderos motivos.

Mientras tanto las ovejas siguen esperando, porque alguien les dijo un día que por una oveja que saliera, otra entraría. Así siguen esperando su turno y nada, que no sale ni la portera. Mientras tanto piensan que venir para esto es tontería, que más les valdría haberse quedado en casa, seguramente viendo algún derbi futbolero con una cerveza en la mano y unos pinchos de tortilla.

Por lo visto la mayoría ya ha dejado de esperar y cuando no se tiene que decir nada salen a escena las tonterías y las porquerías. Porque de estas hemos escuchado estos días un montón; la última que Rajoy le quería ofrecer a Sánchez la vicepresidencia si formaba gobierno con él. Me ha sonado raro....muy raro....pero raro.....raro ¿La Vicepresidencia? Habrá que ver los morros que ha puesto La Santamaría, yo el menos los pondría si fuera ella. Porque ¡vamos! ¡Sería el colmo! (risitas).

En fín, El ciberespacio está estos días atiborrado de tanta demagogia que no sabe por donde le da el aire ni por donde vienen vendavales; porque hablar hablamos todos y vemos clara la solución ¿Cómo? Pues como en cualquier empresa, finiquitados todos por no haber superado el periodo de prueba. Que la lista del paro es larga y ya habrá otro u otros, seguramente mejor preparados, que quieran trabajar en serio por este país. Lo de mejor preparados lo digo porque tiene narices que un deportista sepa idiomas y el presidente del gobierno solo se sepa expresar en castellano y mal. 
Somos tan magníficos que no solo no los despedimos sino que les vamos a dar otra oportunidad con unas nuevas elecciones. Y digo yo ¿Qué vamos a ganar siendo que siguen los mismos ineptos aspirando a presidentes de gobierno? 
No sé vosotros, pero yo cuando un guiso me sale mal, lo vuelvo a repetir pero con diferentes ingredientes. Porque un cocido socarrado ya le puedes hacer inventos que socarrado se queda. Y este gobierno está quemado, pero que muy quemado. 


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martes, 5 de abril de 2016

Silencios y tormentas

La vida de Calamidad siguió como si nada. Pasaron los años sin que hubiera aprendido nada o al menos esa era la sensación que sentía en ese oscuro rincón, donde se acurrucaba intentando permanecer ajena a todo cuanto le rodeaba. 
A menudo sentía esa imperiosa necesidad de esconderse, buscando rincones silenciosos en medio de la quietud de la noche. Cualquier ruido que irrumpiera en su mundo era silenciado de raíz; cualquiera excepto el ruido de las gotas de la lluvia que se estrellaban aquella noche contra las baldosas de su terraza. 
Al principio se había sobresaltado con ese repiqueteo incesante, hasta que comprendió que había empezado a llover. Era curioso lo que sentía. Era como si la lluvia le hiciera compañía, igual que los truenos de las tormentas cuando era niña. No entendía por qué a veces regresaba  a la infancia, reviviendo sensaciones que creía olvidadas. Y sin embargo  por nada del mundo hubiera revivido su infancia.
 Quizá aquellos truenos que la sobrecogían de niña, eran el único recuerdo que como un bálsamo hacía más leves sus heridas. Porque sí, de niña había hablado a menudo con esos truenos que acudían en su auxilio cuando menos lo esperaba.
Y la vida pasó....pasó.....pasó    y  Calamidad no había aprendido nada. Quizá fuera mejor así. 
O quizá si que aprendió y no se lo dijo a nadie. 
 De cualquier manera, siempre le quedarían el silencio, los truenos y las tormentas. El que pueda entender que entienda. 

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