jueves, 31 de enero de 2008

La avaricia rompe el saco y... algo más

Quiero dar mi opinión sobre el asunto de la demanda del conductor, que atropelló a un ciclista y que pretendía reclamar a los padres de la víctima los daños del vehículo. Estos casos se dan en más ocasiones de las que creemos, casi siempre condicionados y presionados por las compañias de seguros. Y se de lo que hablo, porque sin ir mas lejos, hace nueve años un coche atropelló a mi hijo pequeño de ocho años, por fortuna no le pasó nada grave, solo lesiones superficiales. Los policías que tramitaron el parte del atestado, me dijeron que disponía de seis meses para realizar una denuncia. Y decidí no denunciar, lo que importaba era mi hijo y él estaba bien, así que no quise follones.
Al cabo de cuatro meses me llegó un aviso de la compañía del vehículo, reclamando los daños. Me indigné y asombré al mismo tiempo, porque no me imaginaba que estas cosas pudieran pasar, así que me puse manos a la obra, me dirigí a la comisaria que tramitó el expediente y realicé una denuncia reclamando los daños que le causaron a mi hijo, que en varios días no pudo acudir al colegio por la conmoción que llevaba, incluso le tuve que llevar a un tratamiento psicológico para superarla. Entendí que todo era obra de la compañía de seguros, pero no me podía quedar parada, además el conductor iba a más velocidad de la permitida el día del atropello. Llegó el día del juicio, aunque no se celebró porque diez minutos antes los abogados llegaron a un acuerdo por el que la Compañia del vehículo aceptó indemnizar a mi hijo.
Los policías de la comisaría me explicaron que, como yo no había hecho la denuncia al principio, la otra compañía entendió que mi hijo había tenido la culpa, y por eso me reclamaron los daños.
Seguramente el caso que ha salido estos días en la prensa, ha sido algo parecido. Estoy convencida de que la aseguradora del vehículo ha presionado al conductor para que demande. Y supongo que a estas alturas estará más que arrepentido de haberles hecho caso. El hecho es que le va a costar caro, aún en el mejor de los casos. Entiendo la rabia de los padres, su hijo está muerto y eso no lo arregla todo el oro del mundo, pero también entiendo al conductor, que seguramente es una buena persona que tampoco eligió matar a ese chico.
Ahora dicen los padres que el atestado no estuvo bien hecho en su día, lo cual me parece raro, porque precisamente esta gente son minuciosos y no dejan cabos sueltos, a no ser que les tocara ese día algun incompetente, cosa que no creo que la policía acepte. En fín ya veremos como acaba la cosa, habrá que esperar que la justicia haga bien su trabajo y sea ecuánime. Y es que la avaricia (en este caso de las compañias) rompe el saco. Y en esta ocasión seguro que se rompe algo más. ¡Suerte para ambas partes!

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miércoles, 30 de enero de 2008

Una ruina por mandar un fax


No tengo mucha costumbre de enviar fax y no tenía ni idea de cuanto cuesta este servicio. Esta mañana he tenido que enviar uno y me he quedado petrificada cuando ha llegado la hora de pagar, me han cobrado tres euros con setenta céntimos, por enviar un fax, que en tiempo real, ha costado menos de treinta segundos. O sea, una llamada telefónica más la tinta de la impresora. Me ha parecido un abuso, por parte de telefónica o de Correos, el cobro desmesurado de este servicio. y parece mentira que telefónica, que está dando tan mal servicio de cobertura en Biescas, cobre semejante cantidad por enviar un fax. Con frecuencia nos quedamos sin línea, porque la antena no tiene suficiente capacidad, pero las tarifas las pagamos como si tuviéramos perfectamente cubierto el servicio. Un robo, lo mires como lo mires. Será cuestión de plantearse una reducción en el uso de este servicio, no mandar ningún fax, ni hacer llamadas por tonterías, que ya vale de darle dinero a ganar a telefónica, por un servicio lleno de fallos y lagunas.

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Tras la ventana (relato)



Había llegado el día y debía emprender un viaje, quizá sin retorno. Los últimos días había estado haciendo sus maletas y preparando lo necesario para pasar una larga temporada fuera de casa. Se había pasado horas revisándolo todo, hasta el mas mínimo detalle, y finalmente había decidido qué cosas iba a llevar y qué cosas no. A fin de cuentas, seguramente no necesitaría casi nada allí.
Revisó hasta el último rincón de la cocina, deteniéndose en los recuerdos, que todos aquellos objetos le traían a la mente. La cacerola de latón que compró en aquella feria, cuando ella, su marido y sus hijos visitaron Barbastro, y por cierto, aquel día el hijo pequeño enfermó de anginas y pasó todo el viaje con fiebre, que por él, tuvieron que adelantar el regreso. Las diminutas figuritas de porcelana, que le habían regalado por el día de la madre. Aquel jarrón que casi siempre tenía flores y que alegraban la cocina oscura y fría. Todos ellos, recuerdos que no podría llevar en su maleta, pero que siempre conservaría en su corazón.

Y buscó por entre los rincones del resto de las habitaciones, como queriendo verlo todo una vez más. Porque en el fondo ella sabía que aquella sería la última vez, no porque presintiera un final trágico, sino porque ella desde entonces había decidido que nunca regresaría, al que había sido su hogar durante tantos años. Y con cada paso que daba se le estremecía el alma. Y siguió mirando y encontrando cachivaches de todas las clases que le recordaban otros tantos momentos inolvidables.
Escuchó los gritos de los chiquillos, que jugaban en el patio de la casa y no pudo evitar acercarse a la ventana y observarlos durante largo rato. Su mente se vio entonces trasportada a muchos años atrás, cuando sus hijos jugaban en ese mismo patio con otros niños del vecindario. ¡Cuántos balones perdidos habían ido a parar a los cristales de aquella habitación! las mismas veces que ella se los había devuelto, sin inmutarse y con su eterna sonrisa en los labios.


De repente todos aquellos objetos empezaron a dar vueltas en su cabeza, todos los retratos de sus hijos y sus nietos, los recuerdos de los eventos familiares, los objetos esparcidos por los rincones, dando vida a su hogar, empezaron a girar como si hubieran subido a una enorme noria. De repente todo desapareció y se imaginó todas aquellas habitaciones vacías, como cuando llegó allí por primera vez. Y soñó que el tiempo no había pasado, y que podía vivir su vida de nuevo. Y aunque se sentía profundamente cansada, no le hubiera importado permanecer en aquella casa unos años más. Pero las circunstancias mandan y las suyas eran que tenía contados sus días de permanencia allí.

Y por fin llegó el día señalado y casi sin hacer ruido, como el que desaparece de repente, se marchó de su casa para no volver. Emprendió su viaje con la serenidad, que le daba su senectud y con la inquietud de conocer un sitio diferente, donde iba a vivir un tiempo indeterminado. Y aunque el viaje no fue largo, ella se sintió cansada, muy cansada.
Llegó a su destino a las cinco de la tarde aproximadamente. Era una hermosa tarde de primavera. El cielo chispeante, los pajarillos revoloteando, el ambiente fresco del Pirineo, lo envolvían todo, como queriendo darle la bienvenida. En cuanto llegó al lugar, miró a su alrededor y una especie de sensación, entre alegría y turbación, le invadió el cuerpo. El ambiente apacible de la fría primavera lo llenaba todo, envolviéndolo con un extraño aroma entre hierba fresca y pino silvestre.
Cuando el vehículo se detuvo frente a la casa, se bajó de él, lentamente, como queriendo prolongar ese instante indefinidamente, como no queriendo llegar nunca a ese lugar, como queriendo decir –no quiero quedarme aquí, devuélveme a mi casa—como queriendo pensar que si entraba allí, nunca volvería a salir. Pero bajó del vehículo y esperó a que le acercaran las maletas, con las pocas pertenencias que había decidido conservar, y cuando las tuvo junto a ella, se inclinó y cogiéndolas por el agarradero las levantó y se dirigió a la puerta principal, para disponerse a entrar, con la misma naturalidad con que hubiera entrado a su propia casa.


He olvidado decirlo, en la puerta principal de aquella casa había un letrero enorme, con unas letras enormes que decía “Residencia de Peña Erata”. Un enorme rosal, situado a la entrada le daba la bienvenida. Unos bancos, donde descansaban varios ancianos, rodeaban el recinto. A continuación, un vestíbulo lleno de sillones, ocupados por otras tantas personas, con una televisión a un lado, al que casi nadie prestaba atención. A la izquierda otro vestíbulo mas pequeño, que hacía las veces de sala de estar, con otros tantos sillones, donde a menudo se sentaban los ancianos o sesteaban, o simplemente charlaban, esperando que llegara alguna hora, no importaba cual, hora de desayunar, de comer o cenar, de la peluquería, del programa favorito, de las visitas que casi nunca recibían. Y desde allí veían pasar sus vidas o lo que quedaba de ellas sin intentar impedir el paso inexorable del tiempo. A la izquierda del vestíbulo había un pasillo, que conducía a la biblioteca y junto a ella, la enfermería y algunos cuartos de aseo.
Frente a la entrada principal, y situada al fondo, había una escalera, de esas antiguas, de suelo de terrazo y barandilla de madera, que parecía sacada de otro siglo. Y junto a ella un enorme ascensor, que casi nunca funcionaba como debía.
Alguien, que salió a recibirla, le cogió las maletas y la acompañó a la que sería su habitación, en la segunda planta. Cuando entró en ella. Un mundo se desplomó bajo sus pies. Un cuchitril, donde no cabía casi nada, con un cuarto de aseo a la derecha, unos armarios empotrados a la izquierda, cuya cerradura era una cuerda agarrada al tirador, unas mesillas del siglo pasado y unas camas, que mas parecían las camas de un orfanato, que las de una residencia de ancianos, una mesa redonda y, eso si, un balcón con unas vistas privilegiadas, desde donde se podía observar el monte, el patio de la escuela y el único parque del pueblo, sobrio, sombrío y oscuro, pero que en verano era de lo mas agradable. Y los que vivían en la residencia salían a pasear y soñaban que aquel era el jardín de su casa.
Abrió las maletas, que la auxiliar había colocado sobre la cama, y lo fue colocando todo en el estrecho armario de la habitación. Y conforme iba sacando los objetos de la maleta, se iba dando cuenta de que nunca regresaría a casa. Se resignó a su nueva situación, y aceptó su nueva vida, como si hubiera estado en ese lugar toda su vida. Se adaptó a esas personas, las observó cada día y poco a poco fue entendiendo lo que ocultaban esos rostros tristes y arrugados. Se fue comunicando con ellos y ellos le comenzaron a contar, poco a poco, historias de sus vidas. Pero ella callaba y no decía nada
De si misma. Desde la discreción mas supina, se convirtió en una mujer observadora, que nuca dejó que trascendiera nada suyo. Cada día solía bajar con algo de costura a la biblioteca, donde permanecía gran parte de la mañana. Poco a poco, esa sala iba estando mas concurrida a su alrededor. Los otros ancianos, cuando veían que ella bajaba las escaleras ya sabían que se dirigía allí y se sentaban a su alrededor, porque junto a ella se sentían bien. Ella les escuchaba, les reprendía, les daba ánimos. Ellos decían que les bastaba con estar a su lado, aunque permanecieran callados.
La verdad es que con su personalidad se los fue ganando y creó a su alrededor una corte de admiradores incondicionales. A veces la miraban y ella les respondía con una sonrisa, siempre tenía sonrisas para todos. Si me lo preguntaran diría que era una mujer excepcional. Agradable y caritativa, siempre estaba haciendo favores a unos y otros. Tan pronto les cosía unos botones a la chaqueta, como les subía el doble de los pantalones, o arreglaba el manto de la santa de la ermita, por petición expresa del cura del pueblo. O cosía unos caminos de mesa para su nuera, o le arreglaba el pantalón a su nieta.
Siempre pendiente de los demás, como una madre que nunca se separa de sus cachorros, ejerciendo de madre de aquellas personas que, las más de las veces, se sentían tristes y solas. Pero con ella a su lado la vida era diferente. Consolaba a los que padecían aunque ella callara sus dolores, porque, aunque sufría una artrosis aguda en la columna, nunca la oyeron quejarse. Su mayor preocupación era pasar desapercibida, como caminando de puntillas por la vida, sin hacer ruido, sin molestar.
Pero cada día que pasaba se sentía mas cansada y disimulaba su dolor, aunque a veces si la miraban de frente, veían reflejado en su mirada ese enorme malestar, aunque ella siguiera sin decir nada.
Los compañeros de residencia la apreciaban, eso lo sabemos por los comentarios de muchos de ellos, los mismos que decían que les bastaba con estar a su lado para sentirse bien. Y era fácil sentirse bien a su lado, porque trasmitía serenidad, bondad, paz. Los que la miraban de frente a los
Ojos sabían que tras el azul de esos ojos había un mar infinito de buenas acciones, que tras esas manos temblorosas, había todo un mundo de caricias, que tras esa mujer discreta y callada, había toda una señora. Y les gustaba conversar con ella o callar junto a ella, o sentir con ella o dejar de padecer a su lado. A sus más de ochenta años, no dudaba en ceder su asiento a los que lo necesitaban más que ella.
Y cuando pensó que su misión en esta vida había terminado, se dio cuenta de que todavía le quedaba mucho por hacer. En aquella residencia había muchas personas que la necesitaban y por las que podía hacer muchas cosas. Y así transcurrían los días y los meses, y ella se iba convirtiendo cada vez más en el alma de la casa, alguien de la que nunca oí hablar mal a nadie.
Pero a menudo, sin que nadie la viera, subía a su habitación y pasaba horas encerrada con la excusa de estar haciendo alguna labor, y durante esas horas, miraba por la ventana y veía corretear a los chiquillos en el patio de la escuela y volvía a recordar aquellos años, que sus hijos también jugaban en el patio de su casa con otros niños, que le rompían los cristales porque la portería del campo de fútbol, estaba justamente bajo su ventana. Luego sentía nostalgia, se miraba las manos arrugadas y temblorosas y presentía que su vida tocaba a su fin. Y se resquebrajaba igual que se resquebraja un fresno bajo la tormenta.
Pero, igual que el ave fénix, que resurgió de sus cenizas, ella resurgía una y otra vez de las suyas alzando el vuelo de nuevo y recuperando la alegría de vivir. Y seguía volando, alzándose hasta el infinito y cuando llegaba hasta lo mas alto, miraba desde allí y sentía pena de estar tan alta y regresaba para dar vida a los que la necesitaban, y bajaba desde el infinito hasta lo mas hondo de la tierra, y arrastrando su debilitado cuerpo, seguía ayudando a todos, sin importarle su malestar.
Todos los que la conocían decían que era una gran señora, una mujer que sabía estar en cada situación, con la elegancia del buen hacer y de la discreción, sobre todo de la discreción.




Cuando la conocí, era ya una mujer avanzada en años, pasaba los ochenta, pero lo que más me sorprendió de ella fue que, a pesar de su avanzada edad, conservaba intacta la juventud de sus ojos y la jovialidad de su mirada. Cuando te miraba, un mar sin fondo se abría ante ti y un sin fin de sentimientos afloraban a tu piel, e igual que el musgo trepa por el árbol, esos nobles sentimientos trepaban hasta lo mas alto de tu corazón para cubrirlo con su manto de sabiduría. Y cuando luego, al cabo de las horas, recordabas aquella sensación, te sentías con una paz que no podías explicar. Y deseabas que llegara el día siguiente, para volver a verla y poder disfrutar de nuevo de su compañía, una compañía llena de ternura y de paz.
Siempre tenía palabras de disculpa para los torpes, palabras de cariño para los que se sentían solos, palabras de energía para los débiles que se desmoronaban por cualquier cosa. Ella que había tenido una vida intensa, los entendía y comprendía las situaciones, que los llevaban a esos estados de pesimismo. Y los trataba con cariño, ese cariño que llevaba reflejado en la mirada. Los ancianos le correspondían a veces con su silencio, a veces con su compañía, a veces solo la miraban. Les gustaba estar junto a ella, sin hacer nada, solo mirando, simplemente mirando. Les bastaba saber que la tenían allí, igual que una madre solícita y generosa, que no escatima atenciones para con sus hijos, aún a costa de olvidarse de ella misma.
Porque nunca hablaba de ella, ni le gustaba ser el centro de atención, ni se quejaba. Pero ella callaba, pensaba en los que estaban peor, doblados en una silla de ruedas, tumbados para siempre en una cama y se sentía privilegiada, por poder caminar, por levantarse cada mañana, por esos cortos paseos que cada día podía dar, unos escasos paseos que la mantenían viva, a pesar de que con cada paso que daba, algo se rompía dentro de su cuerpo, pero seguía caminando para seguir viva y despierta.
Solía caminar por los alrededores de la residencia, pero a veces, cuando se sentía mas fuerte, se acercaba hasta el río y pasaba largo rato viéndole transcurrir corriente abajo, observando cómo se aproximaba desde su cercano nacimiento, y llegaba fuerte y vigoroso, entonces recordaba su



Juventud, cuando ella, cargada de vitalidad también caminaba erguida. Pero los años, que no habían pasado en vano, habían torcido su cuerpo doblegándolo hasta lo imposible, pero ella que no se había doblegado ante la vida, y que sabía lo que cuestan las cosas, había aceptado esto con dignidad sin sentirse amargada por ello, como sin darle importancia.
Muchos días la podías ver remendando la ropa de los compañeros de residencia, volviendo los cuellos de las camisas, haciendo todo tipo de apaños. Ella sabía que detrás de esas puntadas, que daba con sumo cariño, lo que menos importaba era el remiendo de aquellas ropas, lo importante era que esas personas se sentían queridas, arropadas y mimadas.
Yo diría que era una mujer carismática y especial, aunque a ella le hubiera costado reconocerlo, porque era una mujer humilde, que no daba importancia a los halagos, que le gustaba permanecer en su rinconcito de la vida, pasando desapercibida, igual que una gota de agua, que tímida resbala por los cristales sin que nadie la vea. A veces, de tan discreta que era, se diría que pasaba volando, sin apoyar los pies, porque no hacía ruido, ni se le sentía caminar y sin embargo todos los que la conocimos sabíamos que estaba a nuestro lado.
Me atrevería decir que estaba por encima de lo humano, porque la serenidad que le daban la plenitud de sus años, la colocaban por encima de las cosas materiales. Quizá sería porque estaba cerca de las cosas intangibles. Cometí el error de creer que había cumplido su misión en esta vida, lo había pensado en varias ocasiones, pero me equivocaba. Ella tenía todavía mucho por hacer, los ancianos con los que convivía día a día, la seguían necesitando cuando la mano despiadada del destino decidió llevársela de repente y sin avisar, sumiéndonos a todos en una profunda soledad.
Una mañana del mes de Noviembre, cuando apenas había bajado a desayunar, sufrió un derrame cerebral, y la guadaña que siempre vigilaba atenta por los alrededores de la residencia, se la llevó para siempre unas horas más tarde. Y se fue de puntillas, sin molestar, sin hacer ruido, como hubiera querido ella. Murió con la misma discreción que había vivido. Y se fue


Casi sin darse cuenta, sin padecer, pero dejándonos a los que la quisimos al borde de la desesperación. La víspera de su muerte estuvimos visitándola, como casi todas las tardes, estaba perfecta, incluso comentamos que había engordado algo y que se había puesto muy guapa. Verdaderamente lo estaba. Pero quizá la belleza que vimos aquella tarde era la paz interior de su alma, la que rodea a quienes se aproximan a la meta de la vida. Y ella que había librado la mejor de las carreras, se acercaba a la línea de llegada, con la frente alta, el alma limpia y el corazón lleno de buenas acciones. Si lo hubiéramos sabido no nos habríamos alejado de su lado aquella tarde. Pero la vida, que es cruel la mayoría de las veces, impidió que nos diéramos cuenta y siguiéramos como si tal cosa, con la esperanza de volver a verla al día siguiente. Y nos despedimos de ella, con la naturalidad de todas las despedidas, pensando que decíamos hasta luego, cuando en realidad ella nos estaba diciendo hasta siempre, aunque no lo supiera.
Y terminó siendo un hasta siempre, que perduró en un lugar privilegiado de nuestro corazón.
Cuando al día siguiente la visité en el tanatorio y la vi. Postrada en su ataúd, cubierta con esa sábana blanca, me impresionó que ya no permaneciera doblegada, sino que estaba erguida, con su cuerpo recto, libre ya de padecimiento. La expresión de su rostro tranquila, llena de paz. Y a pesar del derrame, que recorría sus facciones, estaba radiante.
Me hubiera gustado despedirme de ella, pero ahora pienso que las cosas pasan por alguna razón y que seguro que ella tuvo el final que hubiera querido, sin molestar a nadie. Que la misma discreción con la que vivió toda su vida, se la llevó a la hora de su muerte.
El impacto que causó su muerte en la residencia fue grande, nunca había visto llorar a los ancianos de esa manera, ni sentir tanto la muerte de unos de ellos, que tan acostumbrados está a estos sucesos. Entonces comprendí que ella seguiría siempre entre nosotros, porque la huella que había dejado tras de sí, era difícil de borrar.
Una huella profunda que haría que la recordaran cada uno de ellos por su amabilidad, su ternura, por la bondad de sus acciones y por su


Sonrisa, sobre todo por su eterna sonrisa.
Siempre tenía una sonrisa para todos, comentaron los abuelos el día que fuimos a recoger sus pertenencias. No hubo ni uno solo que no dijera algo bueno de ella, incluso aquellos con los que no habíamos hablado nunca. No hubo uno solo que no llorara su ausencia ó que no la echara de menos, incluso los que parecían no tener sentimientos más que para sí mismos.
Aquel día, que fuimos a recoger sus cosas, sentí que seguía a nuestro lado, observando desde un rincón, velando por todos nosotros. Sentí que caminaba por aquel pasillo, que bajaba por aquellas escaleras, que permanecía sentada en su rincón de la biblioteca, como cada tarde, cuando la visitábamos, con su bolso negro a su lado, donde guardaba las cosas de la costura, el móvil, sus secretillos. Pero cuando giré la vista para mirar y mis ojos se giraron, como por inercia, hacia su silla, comprobé que estaba vacía. Y sin embargo algo de ella seguía allí.
Es la misma sensación que nunca me ha abandonado, y que parece decirme que ella sigue entre nosotros. De vez en cuando vuelvo a la residencia para visitar a sus compañeros que todavía hablan de ella. Y aunque poco a poco todos nos vamos acostumbrando a su ausencia, seguimos lamentándonos por el modo en que nos dejó. Y seguimos sintiendo la rabia de pensar que ojalá hubiera vivido muchos años más.
Y en el fondo de nosotros mismos sabemos, que siempre tendrá ese hueco en un rincón de nuestros corazones.
No hace mucho que regresé a la residencia y pase un rato hablando con todos; no pude reprimir el deseo de acercarme a la biblioteca, donde ella pasaba la mayor parte del día, rodeada de su corte especial. Había solo dos personas viendo la televisión. Les mostré mi extrañeza por el hecho de que casi no hubiera nadie en ese lugar, cuando solía estar muy concurrido. Y me impresionó el modo en que me respondieron “desde que ella se marchó, ya casi nadie viene a este lugar”.
Me pareció que aquellos ancianos, con esta actitud, le estaban haciendo un homenaje. En el fondo no se atrevían a afrontar el hecho de que ese hueco que dejó, en aquel rincón junto a la ventana, no volvería a ocuparse nunca por nadie como ella.


O quizá, no querían hacerse a la idea de que nunca la volverían a ver, por esta razón habían dejado de frecuentar aquella habitación.
Pero, la vida sigue y todos sabemos que, poco a poco, las aguas volverán a su cauce, que ellos regresaran a sus asientos de la biblioteca y llenaran ese vacío con el recuerdo. Porque seguro que hablarán de ella durante muchos años. La vida cotidiana en la residencia irá recobrando la normalidad, pero de una cosa estoy segura, de que ella no se irá nunca de sus pensamientos.
Ha pasado un tiempo, pero, todavía, cuando veo algunos de sus objetos personales, creo sentir algo de ella cerca de mí. Y recuerdo los momentos que la iba a visitar, la última comida de su cumpleaños, los paseos por la calle mayor, el modo en que solía coser, su mirada; lo que recuerdo más, es su eterna mirada de paz , la mirada mas bella que he visto nunca. “Siempre tenía una mirada para todos” me dijo una de las mujeres de la residencia. Y efectivamente…siempre tenía una mirada, acompañada de su eterna sonrisa...
Desde que se fue, me he preguntado a menudo, dónde estará en este momento y no se porqué, pero siempre me la imagino en su casa, la que fue su hogar y el de los suyos, mirando a través de la ventana cómo juegan los chiquillos, aquellos mismos chiquillos a quienes devolvía los balones que golpeaban contra sus cristales. Y se me antoja que los sigue mirando con una eterna sonrisa.

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martes, 29 de enero de 2008

Dale que dale


Y dale que dale con la campaña electoral. Que pesaditos están nuestros políticos con la campaña , me recuerdan a los charlatanes, que había en tiempos, que te ofrecían crecepelos y si comprabas cuatro frascos, te regalaban el quinto de regalo, pero en definitiva ninguno de los cinco frascos servían para nada. A ver si se van a pensar que somos bobos y que creemos que ellos venden duros a cuatro pesetas.

Son como las ofertas de los supermercados, que te hacen regalos si compras tal o cual cosa, que no llegas a emplear nunca, pero como te hacen un regalo, vas y lo compras. Pues Señores yo tengo una costumbre cuando hago la compra, nunca compro nada que regale algo. La mejor garantía de que un producto es bueno es que no necesita regalar nada para venderse, el mejor regalo es su calidad; porque señores lo barato termina siendo muy caro.

Así que aplicado a la política diremos que bien está que "la política sea un mal necesario"

pero de ahí a creernos todo lo que nos prometen, hay largo trecho. Y yo me pregunto ¿si no quedamos satisfechos nos devolverán nuestro dinero? (o lo que es lo mismo nuestra credibilidad y confianza). Mientras tanto será mejor que hagamos como en el anuncio "busque, compare y si encuentra algo mejor, comprelo".

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lunes, 28 de enero de 2008

Mañana San Valero en Zaragoza


Mañana se celebra en Zaragoza la festividad de S. Valero, que como sabemos fue Obispo de Zaragoza en el año 290, momento de la hegemonía romana, aunque después fue desterrado por no querer renunciar a su fe cristiana y permaneció en las montañas de Huesca (Enate), donde murió. Sus restos permanecen en la Catedral de Roda de Isábena (Huesca), aunque, bien es verdad, hay muchas contradicciones sobre su vida de la que se sabe muy poco.
Es el patrono de Zaragoza, donde se celebra su festividad con el tradicional roscón. Y desde hace muchos años este roscón gigante se coloca en la plaza del Pilar, donde lo van a degustar y compartir miles de Zaragozanos y demás personas que se acercan por allí.
Los que somos de Zaragoza, tenemos un dicho para esta fecha "S. Valero rosconero y ventolero", ya que normalmente en esta fecha hace su aparición el famoso cierzo, un viento fortísimo que es habitual en todo el valle del Ebro.


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domingo, 27 de enero de 2008

El Kiosco (relato)

Está parada junto al kiosco y se entretiene mirando los titulares de las revistas; nunca ha leído una revista y se pregunta cómo puede haber tanta gente que lo hace. Otras personas se acercan y compran diarios, cuadernillos de pasatiempos y ella las mira, solo las mira porque no tiene nada mejor que hacer mientras espera. Parece intranquila, como si la espera se le estuviese haciendo eterna. Mira a un lado y a otro y luego comprueba la hora en su reloj de pulsera. y sigue esperando, parece que se retrasa, o quizá es que su reloj va adelantado.
Después de unos minutos comienza a dar pequeños pasos que van y vuelven , acabando por detenerse junto al kiosco. Y sigue mirandom las portadas de las revistas.
Puede que no sea una buena idea y decide marcharse, pero algo la detiene. Quiere seguir esperando. Pero si ¿todo resulta un fracaso? Está decidia a seguir adelante.
Además, piensa, no adelantaría nada escapando a esta situación, y quiere hacerle frente. Y espera. No cabe la menor duda de que se retrasa, su reloj de pulsera no puede estar tan equivocado. ¡Un momento! ¡parece que se oye algo! Efectivamente es él, que viene a lo lejos, resoplando, como el que sabe que llega con retraso. Respira hondo. Ha llegado el momento y se arma de valor.
Pero....
Minutos mas tarde, sigue parada junto al kiosco. Ha dejado que pasara de largo. Ha sido de repente, que ha tenido una intuición y ha decidido no coger el tren de las ocho y cuarto y le ha dejado escapar. Y se ha marchado caminado por el andén y cuando ha vuelto la mirada solo ha visto a lo lejos el kiosco de revistas, que hay en medio del andén....

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sábado, 26 de enero de 2008

Recordar a los olvidados

Acabo de entrar en el diario Público y he visto un artículo muy interesante que todos deberíamos leer. Lo Titula "Los olvidados" . Muchas veces, desde las comodidades de la vida moderna, olvidamos que todavía hay mucho sufrimiento en el mundo y que millones de personas viven en la miseria, personas como nosotros, que no tienen una vida digna. http://www.publico.es/internacional/040690/olvidados.
Os invito a leer este artículo y a reflexionar sobre este tema y a añadir en este blog vuestros comentarios.

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viernes, 25 de enero de 2008

¿Burros en extinción?


Ayer escuché de casualidad una noticia en televisión, que me ha hecho llegar a la conclusión de que el burro no es un animal en extinción, como todo el mundo piensa. Resulta que un hombre que no sabe leer tiene un rebaño de ovejas, que pastan donde encuentran hierba, coincide que ese terreno es propiedad militar y hay un cartel que lo avisa, pero como el pastor no sabe leer, no ha podido enterarse; por otra parte se le han enviado denuncias, que tampoco ha podido leer, y se le ha encerrado en prisión durante tres meses, en pago al delito que ha cometido permitiendo, que las ovejas , que tampoco saben leer, se coman el pasto de los militares, que por otra parte ellos tampoco aprovechaban. Dicho terreno no esta vallado, por lo cual el no podía suponer que fuera una propiedad particular.

Y digo lo de los burros (y con perdón de los burros), porque a ver qué juez ha podido condenar a tres meses de prisión a un hombre, en definitiva por no saber leer. En lugar de acusarle de invadir la propiedad ajena ¿no hubiera sido más fácil aplicar el atenuante de su ignorancia y dejarle libre? O por parte de los militares ¿no hubiera sido más fácil que se lo dijeran verbalmente, en lugar de mandarle denuncias que no entendía. ¡Y dicen qué los burros están en extinción!

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jueves, 24 de enero de 2008

Un Revolver para Mata Hari (Relato)



¡Quien lo iba a decir! Cuando le hicieron esa fotografía, que su vida le iba a proporcionar tantas aventuras y tantas desdichas al mismo tiempo. De niña, ya era una persona misteriosa, extremadamente reservada y callada, pero de temperamento fuerte y seguro. Pasó su infancia entre risas y alegrías, pero no tardarían a pasarle factura, cuando en plena juventud tuvo que ausentarse de su casa de Eniza para irse a servir a la ciudad, de donde no regresó hasta pasados muchos años.
Con la Primera guerra mundial por medio, no eran de extrañar las miserias por las que estuvo obligada a pasar, para sobrevivir en un mundo duro, que no aceptaba a las mujeres liberales, porque si había algo que la podía definir era su liberalismo, que la convertía en una mujer revolucionaria y muy adelantada para su época.

Salvando obstáculos allí donde estaba, logró adentrarse en un mundo misterioso que la cautivó y terminó convirtiéndose en una espía que trabajó para los franceses. En Francia permaneció algunos años sirviendo y al mismo tiempo llevando peligrosas misiones, que le encomendaban y que continuamente ponían a prueba su resistencia y su vida. Pero tuvo mucha suerte y logró salir victoriosa de todas ellas. Su tenacidad y valentía la fueron convirtiendo en una mujer dura y exigente.
Pero un buen día apareció en Eniza, después de algunos años, llevando con ella una chiquilla que andaría por los doce, que físicamente se le parecía, pero nunca reveló que fuera su hija, aunque la gente comentaba que lo era y en cuanto a su padre, que se trataba de algún alto mando del gobierno francés. Y cada mes, desde entonces, estuvo recibiendo la visita de alguien, que iba en un coche diplomático. Pero en uno de aquellos viajes decidieron llevarse la chiquilla con ellos y nunca volvieron a verles por el lugar. Los que la conocieron decían que aquella niña era su hija, que padecía una enfermedad y por ello se la trajo a España, para que se restableciera con el clima puro de la sierra.
Su vida desde entonces se convirtió en una pesadilla, se transformó en una mujer sombría, que rechazaba compañía de propios y extraños, aislándose en su casa, de donde solo salía una vez al mes, para bajar al pueblo a comprar. Y Fusil en mano bajaba al mercadillo, ante la mirada expectante de cuantos vivían allí. La gente comenzó a pensar, que estaba trastornada y procuraban evitarla. Tenía pocos amigos y cuando los chiquillos se acercaban a su casa para verla, los echaba de allí a escopetazos, que disparaba desde uno de los ojos de buey de la casa, y los pobres salían corriendo, como almas que persiguiera el diablo.
Un buen día dejó de bajar al pueblo para hacer la compra y preocupados porque pudiera pasarle algo, sus familiares, que los tenía, fueron a su casa y la encontraron muerta. No encontraron nada de ella, excepto un revolver de nácar y mucha ceniza en la chimenea. Había quemado todos los documentos, seguramente para que los que la encontraran, no pudieran encontrar ninguna pista de lo que había sido su vida, posiblemente una Mata Hari durante la guerra, la primera guerra mundial.

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miércoles, 23 de enero de 2008

Hacia la Casita de las Brujas

(casita de las brujas a la derecha)

El Pirineo tiene muchas alternativas lúdicas, que no solo de nieve vive el hombre. Hay muchos recorridos que se pueden hacer en llano o en montaña. Hace dos días hice uno de ellos, que hago a menudo, normalmente por la mañana temprano. Me dirigí a la casita de las brujas, que está situada bastante cerca de Biescas.

Para llegar allí, hay que dirigirse a la calle Mayor y tomar una calle que parte de ella, la calle Preciados, en dirección al parque de Arratiecho. Enseguida llegamos a un puente que cruza un canal y siguiendo todo recto llegaremos a una bifurcación de caminos, debiendo tomar el de la izquierda que lleva a dicho parque. Ascendiendo por el barranco, una cuesta algo empinada, llegamos a la carretera que lleva a Gavín; cruzamos la carretera, mirando primero que no pasen coches, y allí mismo está el comienzo de la senda ,que lleva a la casita, está señalizada y no tiene pérdida. Luego solo será cuestión de ascender unos trescientos metros por esa senda zigzagueante. Mientras subimos tendremos la ocasión de contemplar la naturaleza y escuchar toda clase de sonidos de animales diferentes, también podremos ver las huellas, sobre todo en invierno, que los jabalíes, zorros, ardillas etc dejan por el camino.


El recorrido de subida cuesta unos cincuenta minutos de promedio, según el ritmo que se lleve. Casi al final de la ascensión encontraremos una nueva bifurcación y deberemos tomar el camino de la izquierda, que va paralelo al barranco. Desde allí la senda es más recta y en unos metros comienza a descender hacia la casita de las brujas,que está al otro lado del barranco, que tendremos que atravesar. Aunque el barranco lleve agua no es peligroso atravesarlo.
Habremos llegado a un lugar maravilloso con una naturaleza viva que contemplar.

Para regresar podremos hacerlo por el mismo camino, que hemos subido o tomar otro paralelo, que es igualmente bonito. Y si queremos alargar la excursión, en lugar de tomar el camino paralelo, podemos tomar otro, que sale a la derecha y que llega a la pista de Iguarra, por donde podemos descender también hasta Biescas y desde donde se pueden hacer unas fotos preciosas de la Galliguera y de todo el valle. Espero que podáis hacer esta excursión y que la disfrutéis. Que no solo de nieve viven los visitantes.

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martes, 22 de enero de 2008

María Calamidad en busca de trabajo

Aquel día, María Calamidad, salió de casa para acudir a una entrevista de trabajo, y cuando iba de camino hacia la dirección indicada, iba pensando que el anuncio que había leído en el periódico unos días antes, no tenía mala pinta, aunque parecía un anuncio estándar para captar personas. "Empresa de reconocido prestigio, que va a instalarse en el sector, va a seleccionar personas para importante puesto de trabajo, no es necesaria experiencia, la formación correrá a cargo de la empresa. Es necesaria buena presencia y disponibilidad a tiempo completo, se remunerará según valía". Sería de reconocido prestigio, pero a María Calamidad no le sonaba de nada, y ¿cómo iban a instalarse en el sector sin tener todavía el personal?
No entendía tampoco, que para un importante puesto de trabajo no hiciera falta experiencia o que la formación te la diera la empresa en unos pocos días; en cuanto a lo de la buena presencia, se preguntaba qué sería exactamente la buena presencia, ir aseada y limpia, o ir enseñando piernas y con la cara pintarrajeada como un cromo y un traje de Cristian Dior. Lo de la disponibilidad si que estaba claro, aunque claro, se preguntaba ella, a ver si va a ser a demasiado tiempo completo. Y lo de la remuneración si que era contradictorio, porque si no era necesaria experiencia ¿cómo se iba a remunerar según valía?
Cuando estaba a punto de entrar en el portal de dichas oficinas se vio reflejada en los cristales y se preguntó si su presencia sería la adecuada. Pero le vino a la cabeza una frase de una amiga, que siempre le decía, Calamidad, lo importante es ser una misma. Y es eso lo que hizo justamente. La entrevista transcurría sin problemas e iba respondiendo a las mismas preguntas de otras tantas mil entrevistas a las que había acudido, ni siquiera estos habían ganado en originalidad. Por supuesto el nombre de la empresa era desconocido para ella. Pero ella, que se estaba impacientando por la sarta de estupideces que le decía aquel hombre, no pudo menos que saltar cuando llegó la última pregunta, relacionada con su vida personal. ¡Para que querría saber ese tipo si estaba casada y si tenía hijos y las edades de sus hijos! El tipo cambió la expresión cuando le dijo la edad del pequeño, tres años. Y la siguiente pregunta fue-¿cuando su hijo enferme, tiene solucionado con quien dejarlo para no faltar al trabajo? Y María Calamidad, que estaba hasta las narices de acudir a entrevistas, le preguntó a continuación ¿si yo fuera hombre me hubiera hecho usted esa pregunta? El hombre se quedó petrificado y ella tan a gusto. A continuación se levantó y despidiéndose de aquel hombre le dijo -creo que hemos terminado- Y se marchó por donde había venido, acalorada por la estupidez y el machismo de aquel tipo. Por supuesto no la seleccionaron para el puesto de trabajo, que terminó siendo para la venta de seguros. Y aunque la hubieran seleccionado, no hubiera aceptado porque a María Calamidad no le gustan nada, pero que nada los seguros.

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lunes, 21 de enero de 2008

Pico de Collarada


Esta mañana he visto la cumbre nevada del pico de Collarada y no he podido evitar recordar aquellas excursiones, que realizábamos hace años, muchos años, mi padre, algunos de mis hermanos y yo. Veraneábamos en Jaca, donde mi padre tiene casa, y recuerdo que nos levantábamos a eso de las cinco de la madrugada, la excursión era dura y si queríamos hacerla en un solo día era necesario madrugar. Al Pico de Collarada se puede ascender por Villanúa, que está antes de llegar a Canfranc y por lo tanto cerca de la frontera con Francia, y tiene, si la memoria no me falla, 2886 metros de altura. Comenzábamos la marcha almorzando un poco, frutos secos y otras cosas de muchas calorías y poco peso, para que hicieran mas fácil el ascenso y no pesaran demasiado en la mochila, en la que tampoco faltaba la bota de vino; normalmente no volvíamos a comer hasta que regresábamos, no fuera que se nos hiciera de noche, como nos ocurrió en una ocasión.

En primer lugar atravesábamos un bosque,durante unas dos horas aproximadamente; donde terminaba el bosque, comenzaba una zona árida, con muchas pedrizas, de esas que subes tres pasos y retrocedes dos; a pesar de la dificultad de la marcha, lo pasábamos en grande, gastándonos bromas, riendo, y sufriendo también, porque cuando te fallaba el fuelle, que así lo llamábamos, era duro, muy duro y teníamos tentaciones de dejar la marcha para otro día, o de quedarnos rezagados por el camino, pero la decisión era siempre seguir adelante. Allí, creo, que empecé a entender lo que significaba el espíritu de superación. Toda una lección de la vida.
La recompensa la encontrábamos cuando llegábamos a la cima y contemplábamos todo un mundo que se extendía bajo nuestras miradas, unos paisajes maravillosos, que cuantos tengan por costumbre ir al monte entenderán, un cielo que parecía mas cercano y mas azul, el oxígeno te invadía y sentías toda la pureza de la naturaleza rozando tu piel, en fin algo maravilloso difícil de contar. Lo malo era volver a bajar aquellas pedrizas resbaladizas y normalmente, cuando bajábamos, lo hacíamos a culetazos, como vulgarmente se dice, atravesando barrancos intransitados; entonces no había sendas por aquel lugar y teníamos que subir o bajar por donde Dios nos daba a entender o mi padre, que era quien dirigía la marcha y normalmente acertaba.(Continuará)

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Hoguera de S. Sebastián



Ayer se celebró en Biescas la fiesta de S.Sebastián con unas hogueras, que son tradicionales en este evento. Alrededor de ellas se congregaron los ciudadanos para degustar unas suculentas chullas y un sabroso chorizo y mejor longaniza, todo ello regado con un vino excelente, todo de la tierra. Coloquios de los asistentes alrededor del calor del fuego, que aunque la noche no era demasiado fría, se agradecía.
Yo le propondría al consistorio que para otro año se trasladara la fiesta al sábado, como hacen en otros pueblos, con el fin de que los visitantes puedan asistir y compartir las tradiciones pirenaicas. Además es un evento bonito para atraer turistas, que estoy segura, participarían encantados.

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domingo, 20 de enero de 2008

Grafitis, un arte alternativo



Acabo de leer una noticia en el diario Público, sobre una condena a un grafitero, que hacía pintadas en el metro de Madrid y quiero aprovechar para decir, que no todos los grafiteros se dedican a hacer gamberradas, o cometer delitos de este tipo. Los hay y muy buenos, que desarrollan su arte alternativo dentro de los marcos de la ley y sin molestar a nadie. Los grafitis son un arte, con todo lo que esta palabra encierra, no dejan de ser un medio para expresar sentimientos, emociones e ideologías. Es un tema en el que vale la pena profundizar y no es justo que gente, que no sabe nada sobre grafitis, los censure o critique sin darles una oportunidad, o que los juzgue a todos con el mismo rasero. Además no podemos olvidar que las primeras manifestaciones artísticas, que se conocen,comenzaron en las paredes de las cavernas.


Alguien que conozco, Primo, tiene una página de fotografía con muchísimos apartados y dedica uno de ellos a los grafitis mostrando fotos de muchos verdaderamente artísticos, os invito a entrar para que juzguéis por vosotros mismos, vale la pena.

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sábado, 19 de enero de 2008

Por el bordillo de la acera (Relato)


Corretea por el jardín, sin miedo a los peligros. Se sube sobre los bancos o camina por el borde de la acera, como queriendo mantener el equilibrio, y no cae porque está seguro de sí mismo, porque tiene ilusión y grandes ganas de vivir. Corre, grita, canta, juega, desconoce todavía lo cruel que puede ser la vida, pero no le interesa saberlo, quiere seguir viviendo en sus pocos años, sin salir de ellos, sin querer crecer, porque su vida es bonita. Y vive intensamente, aunque no lo sabe, segundos repletos de emociones; está descubriendo la vida y le parece fascinante, aunque hay millones de cosas que no entiende, pero no le importa, en el fondo sabe, que si tiene paciencia, la vida le dará todas las respuestas.
Y cuando la vida le responda y le devuelva un mundo diferente al que soñó, cuidadosamente sacará esos segundos de intensas emociones, que acumulaba de niño, recordará tantas tardes, cuando caminaba por el bordillo de una acera sin caer, y sabrá que le espera otro mundo de sensaciones mágicas, lleno de emociones. Entenderá que se habrá hecho un hombre. Y, como cuando era niño, seguirá acumulando segundos de intensas de vivencias, que le servirán de apoyo, cuando camine por la cuerda floja de un mundo, que no soñó, pero que será su mundo. Y logrará caminar sin caer, como cuando caminaba por el bordillo de la acera.

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viernes, 18 de enero de 2008

Habia una vez un pueblo (Relato)


Había una vez un pueblo muy bonito en pleno Pirineo que era continuamente visitado por turistas de todas las partes, pero comenzaron a suceder cosas extrañas que paulatinamente fueron alejando a esos turistas. Una de ellas fue que se cerraron algunos restaurantes y, cuando venían, no podían comer, ya que los pocos que quedaban estaban repletos. Otra de ellas fue que las calles cada vez estaban cada vez más sucias, con cartones , que los ciudadanos y turistas tiraban al suelo, en lugar de buscar otro contenedor que no estuviera tan lleno. Por otra parte la dejadez del ayuntamiento que permitía tanta suciedad en las calles, no limpiándolas tan a menudo como hubiera sido necesario, solo contribuyó a aumentar el estado de abandono en que permanecían algunas calles. Solo había limpieza alrededor de las casas de unos pocos, no se sabe bien porqué.

Y pasaron los años y no se solucionaba el problema, así que los visitantes cada vez eran menos, hasta que dejaron de llegar, para ir a otros lugares mas limpios y acogedores. Como falló el turismo, tuvieron que cerrar muchos negocios, mucha gente del lugar se marchó a otros lugares, hasta que el pueblo se quedó completamente vacío y sucio...muy sucio.(Pincha en leer mas para ver el final)
.

Cuento esto para que si hay algún rincón en el Pirineo que esté pasando lo mismo, lo intentemos solucionar entre todos, antes de que lleguemos a las mismas consecuencias. Cada cual pongamos nuestro grano de arena, colaborando en la limpieza y no tirando desperdicios a la vía pública, y el ayuntamiento, que no tenga tanto morro y que limpie mas a menudo, que a la hora de cobrar tasas está más avispado que a la hora de mejorar los servicios, y que recuerde que el pueblo no se termina a los cien metros del Consistorio, que sigue más...mucho más. Ah y para los suspicaces diré que los hechos son ficticios y que cualquier parecido con la relalidad es mera coincidencia.

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jueves, 17 de enero de 2008

No sabe que son sus manos




Anselmo estaba sentado frente al televisor, aunque ya no era capaz de distinguir cuanto veía, no sabía si era real o irreal, ni tampoco si su vida lo era. Se miraba las manos y no las reconocía, ni sabía siquiera que eran unas manos, sus manos. Y permanecía quieto frente al televisor, viendo un ir y venir de imágenes que se apretujaban dentro de la caja, sin entender absolutamente nada.

A veces se levantaba de su sillón y caminaba por la casa, pero ya no sabía que era su casa, y daba vueltas y mas vueltas, como queriendo encontrar un sentido a todo aquello. Cansado de caminar volvía a sentarse frente al televisor y de pronto miraba hacia la estantería, repleta de libros, sin saber que eran libros, y se levantaba para coger uno de ellos, y cuando lo tenía en las manos lo abría, guiado por un movimiento mecánico, pero no era capaz de entender esos miles de renglones repletos de palabras, que no sabía que eran palabras, y volvía a sentarse frente al televisor.

A menudo le hacía compañía su mujer, pero no sabía que era su mujer, e iban a visitarlo sus hijos, pero tampoco sabía que eran sus hijos. Se empeñaban en hacerle recordar, pero el no sabía qué significaba recordar. Le besaban, le abrazaban, le hablaban con cariño, le cuidaban. Y no sabía porqué. Su mujer le decía a menudo que le quería, pero no sabía qué era querer.

Pero a veces, tenía momentos de lucidez y era capaz de entender que la vida, su vida se le había escapado de su mente. Y lloraba pero después de unos instantes ya no sabía qué era eso que resbalaba por sus mejillas, que no sabía que eran mejillas.......

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miércoles, 16 de enero de 2008

Se impone la sensatez

Hace unas pocas horas se ha sabido que el presidente del Comité Olímpico Nacional, Alejandro Blanco, ha desistido en su empeño de presentar la letra para el himno nacional. Está claro que algo que ha levantado tanta polémica, o mejor dicho, no se trata de una simple polémica, sino de una oposición clara y contundente, no podía seguir adelante. Se ha impuesto la sensatez y de momento seguiremos sin letra, de lo cual me alegro. En cuanto a su autor, lo siento por él, pero estoy convencida de que es capaz de hacer algo mucho mejor, y no comparto los comentarios que hace sobre su permanencia en el paro ni me parece bien que desee a los demás compositores, que han participado y cuya letra no había sido seleccionada, que se unan con él a las listas del Inem. En mi modo de ver, ponerle una letra al himno no me parece posible y pasará siempre lo mismo, así que no se de tanto berrinche, que no es para tanto y si quiere trabajar, seguro que en la hostelería encuentra algo, se lo digo de corazón. En hostelería estamos mucha gente de muchas profesiones que en la nuestra no teníamos porvenir, así que no se desanime.

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martes, 15 de enero de 2008

Apoyado en un bastón (relato)


Camina lentamente apoyado en su bastón, como queriéndole arrancar minutos a la vida. Se ha levantado, igual que todos los días, a eso de las ocho de la mañana, ha desayunado sus sopa de leche con pan, se ha colocado su boina y su gabardina y se ha dirigido al parque. El mismo parque que lleva visitando cada mañana desde hace veinte años. Se ha sentado en el mismo banco y ha cerrado los ojos, como queriendo recuperarse del cansancio.

Le duelen las piernas debido a la artrosis que padece, cada paso que ha dado ha sido como una punzada traicionera, que le recuerda constantemente que tiene mas de noventa años. Con movimientos lentos pero ciertos saca un pañuelo de su bolsillo, como los de hace años, y se limpia el sudor sosteniendo el pañuelo con sus manos arrugadas y temblorosas. Después permanece apoyado en su bastón, como queriendo pensar, observándolo todo. Los recuerdos, escondidos por entre los árboles, le chistan desde sus escondrijos, dándole ilusión por vivir.
Y se siente más vivo que nunca, porque las ganas de vivir, han ganado para él la batalla de un nuevo día. Luego se queda dormido, igual que un bebé en su cuna, ajeno a cuanto le rodea.
Y sueña, como cada día desde hace veinte años, que al día siguiente se sentará en el mismo banco, apoyado en su bastón sobre sus manos arrugadas, intentando arrancarle unos minutos más a la vida.

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lunes, 14 de enero de 2008

Haciendo pelotillas


Trabajo en una taberna de tapas Taberna La Bernarda y da la coincidencia de que se nos han terminado "las pelotillas" que son la tapa estrella, así que tendremos que pasar todo el día, mi pareja de hecho y yo, haciendo pelotillas. Para el que no las conozca diré que son minicroquetas de bacalao y merluza, que están riquísimas. Eso si, es una lata hacerlas. Con veinte kilos de masa sacamos unas cuatro mil setecientas pelotillas. ¿Os lo imaginais?. Hay gente que viene de lejos para probarlas, la verdad es que vale la pena. Así que hoy, con tanto trabajo no tengo demasiado tiempo para escribir, pero prometo que mañana entraré para escribir un buen rato, eso sí si la línea adsl no se estropea, que aquí por el Pirineo, no funciona demasiado bien. Hay veces que pasamos días sin conexión, os lo digo porque si veis que falto a mi cita alguna vez, es posible que sea debido a lo "bien" que funcionan las líneas en Biescas.

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domingo, 13 de enero de 2008

Por el camino de la campaña electoral


Según leemos hoy en el diario Público Rosa Diez se ha erigido en líder de los españoles sin complejos. No suena nada mal. Al menos es mejor que lo que ofrecen otros candidatos de estas elecciones. No sé lo suficiente como para valorar si esta mujer tiene porvenir en la política, pero algunas de las cosas que dice no suenan nada mal. A lo mejor se le debería dar una oportunidad, aunque solo fuera para probar con algo diferente. Dicen los expertos en marketing que el éxito está en la diferencia. Quien sabe si esto puede atribuirsele también al terreno político.
Me parece bien el alegato que hace en defensa del español, que en algunas autonomías se le está menoscabando para resaltar los dialectos y lenguas particulares. No digo que no deban existir esas lenguas y dialectos, pero nunca en menoscabo de la lengua de todos.
En fin, yo soy apolítica y no se todavía hacia quien se decantará mi voto ni siquiera si habrá voto, así que seguiremos caminando por el camino de la campaña electoral a ver si algún político más dice algo sensato.


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sábado, 12 de enero de 2008

Día tras día



Se mantienen aislado frente a la máquina, parece que está ajeno al mundo, mientras un extraño nerviosismo le recorre el cuerpo. Sus movimientos compulsivos hacen pensar que parece que le va la vida en ello. Y sigue frente a la máquina, no hay nada que lo detenga, ni siquiera el pensar que quizá va a perder su familia, sus hijos. Recuerda la mirada de esos ojitos, pero ésta no es capaz de detenerle. Y sigue frente a la máquina.
Luego, regresa a casa, como si no pasara nada, eso si, nervioso, muy nervioso; cuando le pregunta su mujer le dice que está cansado, que solo es cansancio. Y sigue como si nada, ajeno a todo, sin darse cuenta de que se está jugando la vida, la familia, los hijos. Y al día siguiente sigue frente a la máquina en un pertinaz aislamiento voluntario de la vida, de su vida cotidiana. Y parece no importarle nada. Ni su familia, ni sus hijos, ni esos ojitos mirándole.
Y de nuevo regresa a casa, pensativo, meditabundo y nervioso y vuelve a reprochárselo al cansancio, en un intento desesperado de no aceptar la realidad. Pero sabe que tiene un problema. Grave muy grave. Y al día siguiente vuelve ante la máquina, esa especie de diosa de su vida, a la que le ha entregado todo, hasta el último céntimo, hasta la última miga del pan de sus hijos, hasta la última mirada de esos ojitos. Y es incapaz de detener la brutal caída hasta lo más profundo de su miseria. y de nuevo regresa a casa.

Abre con cuidado la puerta, atraviesa el pasillo con intención de seguir echándole la culpa al cansancio, pero......su casa está vacía. Nadie le espera. Pero él, que dudaba que pudiera ocurrir esto un día, no quiere aceptarlo y baja corriendo a la calle y vuelve a ponerse frente a la máquina, para seguir derrochando lo poco que le queda de dignidad. Y así día tras día, porque un día se juró a si mismo que no tenía un problema.

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viernes, 11 de enero de 2008

¿La Letra Nacional ?

Parece ser que ya tenemos letra para el himno nacional, si la queréis ver pinchar en el titulo de esta entrada y allí aparece el artículo que le dedica el periódico ABC a este tema, al final del mismo aparece la letra del himno. Ya me manifesté en su día y dije que nuestro himno no necesitaba una letra, así que no matizaré esta idea. Pero desde aquí quiero no solo volver a insistir en mi disconformidad, sino hacer hincapié en la decepción que me ha producido saber que la señora Aurora Egido, antigua profesora mía en la Universidad de Zaragoza (muy buena por cierto) ha sido miembro del jurado, no entiendo que una persona de su calibre y valía se haya prestado para esta desfachatez(espero sinceramente que en la elección hubiera un voto en contra y fuera el de ella).
Ya veremos como suena el himno cuando lo estrene el próximo día 21 el tenor Plácido Domingo (igual se apaña algo). El nombre del autor no se ha dado a conocer todavía (igual tenemos una sorpresa), y en cuanto a la calidad literaria y poética me reservo la opinión (que ya es decir mucho), pero, como dice un antiguo refrán, "para este viaje no hacían falta tantas alforjas", que se le ha dado mucha cancha al tema y mucha parafernalia y el resultado, creo, no ha estado a la altura de las circunstancias. (Es mi opinión)

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jueves, 10 de enero de 2008

Bolsillos vacíos.


Ayer escuché en las noticias de la mañana, con gran asombro por mi parte, que el presidente de nuestro gobierno decía que no hay crisis económica en España y criticaba de alarmistas a los que dicen que si la hay. Vamos a ver, señor presidente ¿cómo se entiende entonces la subida de los tipos?¿cómo se entiende la gran subida de la cesta de la compra?.

Me daréis la razón si afirmo que hoy cuesta la cesta de la compra del 20 al 30 % más que hace cuatro meses. Unos productos tan básicos como el pan o la leche han disparado sus precios. Todo ha subido en una proporción desorbitada. ¿Cómo tiene valor el señor presidente de afirmar que no hay crisis económica?¿cuánto hace que no visita un supermercado?. Seguramente su nomina no se verá afectada por estas subidas, pero la de muchos españoles, casi todos, si. O si no que pruebe el señor presidente a vivir un mes con la nomina de un trabajador, veremos si sigue afirmando que no hay crisis, que al menos si que la hay en los bolsillos de los españoles, o que intente vivir con el salario mínimo interprofesional. Señor presidente, no se ría de los españoles negando una crisis evidente que nos está dejando a muchos con los bolsillos vacíos.

Yo les propondría a los españoles que cuando no lleguen a fin de mes, que se acerquen a la casa del Presidente para que los invite a comer, ya que parece ser que él no está notando esta crisis.

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miércoles, 9 de enero de 2008

Se me ha perdido la cintura.(Traducción: La mujer diez)

Cuando Calamidad salió aquella mañana de su casa no sabía que su vida iba a cambiar de un modo repentino y sorprendente. Faltaban pocos días para el comienzo de la primavera y su armario se había quedado obsoleto. No recordaba cuando había salido de compras por última vez y ojalá no hubiera salido aquella mañana tampoco. Siempre que compraba lo hacía a toda prisa, porque sus obligaciones le impedían hacerlo de otra manera, pero aquel día se dijo a si misma, que ya era hora de mejorar su calidad de vida y que bien valía la pena dedicar una mañana a comprarse unos trapitos.
Se dirigió al centro de la ciudad, hacia unos grandes almacenes y comenzó a visitar cada una de sus secciones. Fue hacia las escaleras mecánicas y recorrió planta por planta leyendo todos los carteles indicativos. Primera planta: caballeros. Pasó de largo. Segunda planta: señoras. ¿Señoras? Uf. Le entraron sofocaciones. Yo ¿señora? No soy tan mayor, miraré primero en la sección de jóvenes, es posible que encuentre algo, no me quiero vestir como una vieja. Tercera planta: informática. Cuarta planta: deportes. Por un momento creyó que la planta de jóvenes había desaparecido. Quinta planta: moda joven. Es la mía.
Pero conforme caminaba, mirándolo todo, se iba dando cuenta de que aquello no encajaba demasiado con ella. Ropa demasiado ajustada. Cinturas demasiado bajas. Tops demasiado provocativos. Tacones demasiado altos. ¡Socorro! ¡será posible que no encuentre nada para mí!. Miró a lo lejos y vio la sección de pantalones. A lo mejor encuentro uno que me sirva. Buscó y rebuscó sin éxito, la talla más grande que encontró era una 38. ¡Dios mío! ¿dónde estará ya mi talla 38?.
Finalmente se dio por vencida y dejó de buscar. Era inútil. Bajó a la planta de señora. Es posible que aquí encuentre algo juvenil escondido, también hay ropa juvenil para señoras ¿no? Buscó y rebuscó y cuanto más interés ponía, daba con tallas más grandes. Cogió unos pantalones de la talla 42 y se dirigió a los probadores. Después de unos minutos ¡horror! Tampoco los de las 42 le servían. Pero… ¡si nunca he llevado nada más grande de la 38! ¿cómo puede ser esto?. La hundió el desánimo y le hizo desistir de sus intenciones de compra. Se negaba a comprar algo que fuera mayor de la talla 40. Intentaría adelgazar y volvería unas semanas más tarde.
Y volvió unas semanas más tarde, se probó el pantalón y seguía sin podérselo poner. Es que los fabricantes cada vez hacen las tallas más pequeñas. ¡Así no hay manera! Volvió a dejar la compra para mejor ocasión. Salió de los grandes almacenes
Y cuando se vio reflejada en un escaparate lo entendió todo de repente. ¡Se me ha perdido la cintura!
El mundo se le hundió bajo los pies. No se había dado cuenta de lo mucho que se había engordado. No hacía ni dos años que todavía llevaba la talla 38 y ahora no se atrevía a probarse ni la 44, porque ¿y si no le iba bien? Decididamente sería mejor dejarlo para mejor ocasión. Me niego a comprar ropa tan grande.
Caminó despacio hacia su casa y mientras caminaba iba pensando que un hecho sin importancia no le iba a quitar el sueño, ni la serenidad. Después de todo se sentía feliz con su vida. Al fin y al cabo solo eran unos kilitos de más. Tenía una edad crítica, 51 años. A ver que mujer no engorda a esa edad! ¡qué narices!. Entró en el portal de su casa y se dirigió hacia el ascensor, pero luego repentinamente decidió utilizar las escaleras. Era un buen comienzo si quería perder unos gramos. Y cuando esa noche se miró en el espejo antes de acostarse comenzó a reírse. Y rió durante unos minutos. Después de asumir su nueva talla se dijo a si misma: ¡que narices! ¡si resulta que eres una mujer diez! .Te faltan diez centímetros de altura y te sobran diez kilos de peso, diez centímetros de cintura y diez años. Pero al fin y al cabo eres una Mujer diez.¡felicidades!

A la mañana siguiente salió de compras como si tal cosa y ¡sorpresa! Consiguió ponerse los de la 44. Era una mujer afortunada

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Recuerdos y olores (para participar)



No se si os habréis parado a pensar en la relación que tienen los olores con las cosas de la vida cotidiana y con las etapas de la vida. Cierra los ojos por unos instantes e intenta recordar ese olor a lapicero y goma, que nos acompañaba en los días de colegio, el olor a pañal y colonia de bebé, que nos acompañaba en el nacimiento de nuestro hijo, el olor a cigarrillo en el baño del colegio, cuando fumábamos a escondidas, el olor a hormona alborotada de nuestra adolescencia cuando regresábamos de clase de gimnasia, el olor de adrenalina ante de los exámenes, el olor a primavera cuando nos enamorábamos, el olor a guateque, el olor del primer baile, de la primera decepción.

Cerrad los ojos y sentir como ese olor nos trae recuerdos que creíamos olvidados.

Cuando mis hijos eran pequeños y los iba a recoger al colegio, volvía a oler a goma y lapicero y me veía trasportada en la maquina del tiempo a mi colegio y veía aquellos enormes pupitres de madera, que se les levantaba la tapa y lo guardabas todo dentro; aquellos enormes pasillos donde hacíamos interminables filas a la hora de entrar o salir de clase, el patio de recreo minúsculo donde en pequeños corros charlábamos de nuestras cosas, y creía oír las voces de las monjas, igual que entonces, regañándonos porque no llevábamos la fila recta.

Podría hablar sobre el olor un día entero, pero me callaré y escucharé (o leeré) vuestras experiencias. ¿Alguien quiere hablar de recuerdos del olor?.....

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martes, 8 de enero de 2008

Descansan en cada peldaño


Ayer estuve de nuevo visitando a los ancianos de la residencia de la Conchada de Biescas, quería saber qué les habían puesto los Reyes Magos, es decir, si por casualidad ya les habían traído el ascensor que tanto necesitan. Pero me encontré con la sorpresa de que, en lugar de un ascensor, les han puesto perfumes, peines, jaboncitos que casi ninguno necesita, ya que tienen sus necesidades de higiene perfectamente cubiertas. Pero las que no tienen cubiertas, ni mal ni bien, son las necesidades de desplazamiento en lo que se refiere a subir o bajar de los pisos de arriba.

Está claro que sus majestades, en este caso en forma de señores del consistorio, no se hacen eco de esta problemática, porque no se entiende que no solucionen un problema de tal calibre y que permitan que nuestros mayores padezcan cada día al subir y bajar esas escaleras por falta de ascensor. Algunos tienen que detenerse en cada peldaño por el cansancio, es normal ya que muchos tienen mas de noventa años; otros, que subirían a la habitación para descansar un rato después de comer,no lo hacen por el esfuerzo que les supone. Los señores del consistorio tendrían que verlos subir a duras penas esas escaleras, tendrían que ver el sufrimiento en sus rostros cuando finalmente llegan al piso de arriba, o dos pisos más arriba; se les caería el alma a los pies y seguro que ponían manos a la obra para solucionar el problema. Ignoro si estos señores han visitado la residencia desde aquella vez, poco antes de las pasadas elecciones locales, cuando fueron a recaudar votos con promesas que no pensaban cumplir. Vergüenza les tendría que dar tener a sus mayores en condiciones tan lamentables. No se cual es el motivo de esta tardanza, pero, a mi modo de ver, ninguna razón justificaría el deterioro que ha sufrido la CALIDAD DE VIDA de nuestros mayores los últimos meses.


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lunes, 7 de enero de 2008

Aplausos y soledad (microrrelato)



Se ha quedado quieto, los ojos enrasados por las lágrimas, una mueca de tristeza en el rostro. El salón se ha quedado vacío, desierto. Las butacas silenciosas se han quedado solas. Desde el escenario permanece unos minutos observador de cuanto le rodea. Los aplausos son ya historia. Le parece mentira que tan solo hace unos minutos aquel sitio estuviera abarrotado de gente que gritaba, que aplaudía; ahora ni tan siquiera el eco de esos aplausos vibra, tan solo en su corazón ha quedado una marca de todo aquello.
Se dirige hacia el camerino y se sienta frente al espejo, quitándose los restos de maquillaje, vuelve a ser el mismo, la misma persona que hace unos minutos era vitoreada por toda aquella gente y que ahora no es nada; poco a poco va despareciendo el artista y va apareciendo la persona. Cree que el cansancio se le apodera y le va a clavar el aguijón, igual que la araña se lo clava a su presa. Se mira en el espejo y no le gusta la imagen que éste le devuelve. No reconoce esa imagen, quizá sea que no quiere reconocerla, porque le recuerda lo que fue y lo que perdió, lo que ha dejado de ser. Y vuelve a mirarse en el espejo con insistencia y no ve nada, hasta que mira sus ojos, abarrotados de lágrimas, y, reflejado en un minúsculo rincón de sus pupilas, se ve a si mismo, y se le alegra el rostro porque quizá no lo haya perdido todo. Ese poquito que queda de lo que fue, le basta para saber que no todo está perdido.

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domingo, 6 de enero de 2008

¡Buen viaje y feliz regreso!


Independientemente de que mañana es fiesta en Aragón y algún otro sitio, hoy se dan por terminadas las vacaciones navideñas. Los últimos coletazos darán fin a una de las fiestas mas esperadas de todo el año. Para algunos las Navidades han sido motivo de encuentro familiar, del retorno al hogar; para otros han sido el fin de una vida, como para esas tres personas que fallecieron en Formigal hace unos días; para otros, que no comparten la ideología de esta celebración, ha sido un fluir de su vida de todos los días; para muchos, como yo, han sido trabajo en abundancia hasta no poder más de agotamiento.

Ahora nos toca regresar a la vida de todos los días, llenos de ilusión unos, de pena otros. Pero no olvidéis que lo importante es regresar, así que calma en las carreteras que por diez minutos más o menos no vale la pena jugarse la vida, ni poner en peligro la vida de los demás.

Yo soy de los que se quedan diciendo adiós, ya sabéis que soy una mujer privilegiada, viendo partir a los miles de visitantes que han jalonado el Pirineo estos días. A todos les deseo buen viaje y feliz retorno.

Es como cuando termina una función de teatro, ves partir a los espectadores y tu te quedas entre bambalinas, recogiéndolo todo, cansada pero satisfecha.

Desde aquí quiero decir adiós de manera especial a Ana que regresa a Madrid, después de permanecer en Biescas unos meses por su reciente alumbramiento, se va con la pena de no quererse ir, pero con la alegría de saber que pronto regresará junto a nosotros. Seguro que la estancia en casa de su madre Dolores, esa encantadora mujer, se repetirá en muchas mas ocasiones. Desde aquí ¡buen viaje! para ella y para los miles de visitantes. ¡Regresad sanos a casa y volver pronto!.




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viernes, 4 de enero de 2008

Pequeña (relato hiperbreve)



Lo he mirado todo a mi alrededor y de repente me he sentido pequeña, insignificante, como un minúsculo punto entre millones de puntos. He dado una vuelta por la senda de mis pensamientos y he vuelto a cobijarme en la cueva de las cosas secretas, aquellas que solo yo conozco, entiendo, amo, siento. Y he vuelto a sentirme pequeña, insignificante. Durante horas he caminado por la cueva, he sentido la humedad, el frío, la soledad,la noche, el miedo. Y he vuelto a sentirme pequeña, insignificante.
De repente se ha hecho de día, he salido de la cueva y he sentido el calor del sol en mi rostro, el viento del bosque acariciaba mi piel. He visto una ardilla cruzar deprisa el camino. Se ha detenido de repente y se me ha quedado mirando y luego a desaparecido por entre los árboles. He cerrado los ojos y he soñado que me fundía con esos árboles, que subía a la copa de uno de ellos y entonces me he sentido grande. He mirado a mi alrededor y todo me parecía pequeño e insignificante.
Pero los sueños no son eternos, son fugaces, apenas milésimas de segundo y he tenido que descender de las copas de los árboles para volver a sentirme pequeña e insignificante.

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jueves, 3 de enero de 2008

No engañemos a los niños


Cada año, cuando llegan estas fechas de la celebración de los Reyes Magos ,pienso lo mismo. Cuando era una niña y recibía los regalos el día de Reyes y veía los regalos que habían recibido mis amigas, me parecía injusto que los de ellas fueran tan maravillosos y abundantes y los míos tan simples. Somos nueve hermanos, así que la cosa era dura para mis padres, que hacían lo que podían. Pero desde mi mente de niña me pareció una injusticia, hasta que supe que los Reyes eran los padres. Recuerdo que lo hablé con mi hermano mayor y, sin pensarlo dos veces, me dijo -venga, vamos a decirlo a los otros- (tendríamos entonces seis y siete años respectivamente). Y cuando llegaba la fiesta de los Reyes se lo íbamos diciendo cada año a uno. Alguno no lo creyó y seguía soñando, alguno se echó a llorar al saberlo, alguno agradeció la noticia, porque seguramente también se había hecho la misma reflexión.span>

Cuando tuve hijos me planteé decirles la verdad desde muy pequeñitos. Pensé, también en esa ocasión, que me parecía injusto que mis hijos se hicieran las mismas reflexiones que yo me hacía de niña. ¿Como les hubiera podido explicar a mis hijos, que no podían tener para reyes, el mismo excalextri maravilloso que sus amigos, el mismo superjuego carísimo, la misma motoreta, sino otros juguetes mas simples y baratos, que a lo mejor daban el pego, pero que no eran lo mismo?. Así que en cuanto fueron capaces de entender les expliqué la verdad para que no se sintieran desafortunados el día de Reyes.
Ignoro si está documentado el momento en que alguien decidió montarles a los niños esta farsa y decirles que los Reyes les traían regalos. La verdad es que, independientemente de lo que la festividad simboliza, me parece mal engañar a los pequeños. Hay muchas otras maneras de mantener su inocencia y hacerles felices, por ejemplo, jugar con ellos cada vez que lo piden o lo necesitan, aunque tengamos prisa y vengamos cansados de trabajar. Seguro que entre todos encontramos otras muchas mas maneras de hacerles felices.

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miércoles, 2 de enero de 2008

FELIZ 2008


Que durante 2008 amemos más, miremos más a nuestro alrededor, seamos solidarios y tolerantes, nos comuniquemos mejor con nuestros hijos, sepamos escuchar a los que nos hablan, hablemos más a los que desean que les escuchemos, no critequemos los actos de los otros. En definitiva QUE SEAMOS MEJORES PERSONAS. FELIZ AÑO Y SIEMPRE.

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