domingo, 16 de febrero de 2014

Temas polémicos y decisiones difíciles

Cada vez que se habla de algún tema que encierra polémica, lo más difícil de todo es hacer críticas con total objetividad. Muchas veces corremos el riesgo de quedarnos con lo superficial, que normalmente es más resaltado por los medios de comunicación.
 Por poner algún ejemplo me referiré a la controvertida reforma sobre la ley del aborto. Cuando se habla de este tema nos vienen a la cabeza esas imágenes, difundidas por algunos medios, de mujeres manifestándose y gritando como energúmenas, a veces incluso con el pecho al aire para dar más fuerza a sus argumentos, aunque no  puedo entender que para hacer valer una idea o un derecho haya que enseñar las tetas. Creo que estamos perdiendo el norte.
Pero lo que no se ve son los miles de personas que, lejos de esas imágenes, sufren o meditan con respecto a este tema. No son personas superficiales, muchas veces son  gente con verdaderos problemas intentando hacer frente a una situación. No creo que la mayoría de las veces esas personas tomen sus decisiones de manera superficial. Ni creo que nadie aborte por capricho.
Por poner otro ejemplo, hace unos días el gobierno de Bélgica ha despenalizado la eutanasia infantil y en algunos círculos se han rasgado las vestiduras. Creo que hay que profundizar en este tema sin quedarnos en las meras apariencias. Es muy fácil ver los toros desde la barrera y tener un juicio "objetivo" cuando ese niño enfermo no es el nuestro. Hay que salvaguardar al menor, dicen. Pero ¿de verdad creemos que los padres que tengan que decidir sobre un hijo terminal de dos años, no lo van a hacer? ¿Nos hemos parado a pensar qué haríamos nosotros si nos viéramos ante una situación como esa? ¿Qué haríamos si un hijo de doce años nos pidiera que lo desconectásemos  de una máquina?
Y no vale pensarlo fríamente, porque este tema, como muchos otros  temas, son profundamente delicados y nunca sabremos qué haríamos de verdad, hasta que de verdad nos llegara el momento de tomar la  decisión.


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jueves, 13 de febrero de 2014

Cortina de humo o técnica del despiste

Por suerte o por desgracia hace tiempo que estamos acostumbrados a ver cómo las cortinas de humo intentan desviar nuestra atención de asuntos importantes y por lo tanto peligrosos. 
La más reciente la acabamos de presenciar durante estos últimos días, cuando se ha centrado la atención de todos los informativos en el tema del vídeo, que se ha colado en el ciber espacio sobre la declaración de la infanta. Y ¡hale! todo el mundo hablando de lo mismo, como si a los telespectadores nos importara un comino asunto tan nimio en las actuales circunstancias de este país. No nos importa si se ha colado el vídeo, ni quién lo ha colado, los que se tengan que encargar de este asunto que lo hagan sin darle tanto bombo y platillo, lo que nos importa es conocer la verdad del caso.
Y mucho me temo que no la conoceremos nunca porque a la vista de lo visto, da la sensación de que tanto desvío de atención pretende que nos olvidemos del asunto. Es posible que debiéramos hacerlo porque mucho me temo que quienes tienen que arreglar el desaguisado en que se ha metido la infanta, se han aplicado día y noche en hacerlo, y tanta declaración, tanto preparativo, tanto rollo con el vídeo, no parece más que una actuación bien orquestada que probablemente dará sus frutos. 
Los paripés a veces funcionan y quienes los sufrimos tendremos que hacer como que no nos enteramos y por dentro pensar lo que creamos conveniente; seguramente acertaremos...pero no se lo diremos a nadie por si acaso, porque a la vista de los últimos retrocesos políticos, nunca se sabe hasta dónde tienen pensado llegar. Posiblemente tengamos que volver a épocas dictatoriales donde las palabras se pagaban con la vida. 
Quizá sería recomendable que para futuras elecciones hiciéramos pasar un examen a los políticos, donde se evaluaran no solo conocimientos, sino verdaderas intenciones. El que no estuviera dispuesto a progresar sería descalificado, lo mismo que quién practicara políticas de retroceso. 
Que ya vale que tanto político del tres al cuarto se ría en nuestras narices y no hagamos nada por evitarlo. Se tiene que terminar que cualquiera valga para político, que luego así nos va. 

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domingo, 9 de febrero de 2014

El río del edén de José María Merino. No os la perdáis.

A pesar de que no me entusiasman los relatos en segunda persona, tengo que reconocer que El río del edén de José María Merino, me enganchó desde las primeras páginas, no en vano se le ha concedido a su autor recientemente el premio nacional de narrativa con esta obra.
Yo diría que es una gran novela sobre la vida y sobre las circunstancias que motivan el desarrollo de la existencia de sus protagonistas. Cada personaje va apareciendo en escena conforme lo  van propiciando esas circunstancias, a la vez que  va completándose un enorme puzzle, donde cada  pieza tiene su razón de ser. 
El paisaje recurrente del pasado de sus protagonistas se va engarzando minuciosamente en un presente trágico que acaba de dar un vuelco a sus vidas.  Y como un retorno al edén del principio de los tiempos, el protagonista regresa a su edén particular, donde vivió felices momentos con el amor de su vida. Pero la mano cruel del destino ha querido que ella falleciera. Él se dirige con su hijo a ese edén, la laguna particular donde fueron felices, para depositar en ella sus cenizas. 
Durante el recorrido se van engarzando una tras otra, como un collar de perlas, esas escenas que han ocupado su pasado y su presente. Y  la misma conciencia del protagonista como una voz desde dentro le va relatando todos los acontecimientos. 
La profunda reflexión  le lleva a momentos duros de su devenir, donde el amor, la traición, los celos y el arrepentimiento van dando  pinceladas en la vida de cuantos intervienen. Uno a uno  se van analizando personajes, momentos, desenlaces, que ayudan al protagonista a entender el significado de su vida.
El largo camino hacia la madurez ha llevado a un hombre a asumir primero su modo de ser, luego a entender a cuantos han tenido que ver con su vida y sobre todo a aceptar al hijo que con su llegada le rompió todos los esquemas y con el que ahora ha  establecido una relación profunda llena de amor y dedicación.
En definitiva, una novela que no debéis perderos. 

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miércoles, 5 de febrero de 2014

Experiencias que marcan

Se habla mucho sobre la nueva ley del aborto y podemos encontrar  opiniones para todos los gustos e ideologías.No voy a entrar en el debate porque tal como están las cosas más parece que se estén dando palos de ciego en lugar de intentar un diálogo pacífico. 
Hay padres que se han reconocido felices ante la presencia de un hijo con malformaciones, ya porque su religión les ha ayudado a ello, o porque son altamente altruistas. Pero voy a contaros una experiencia que al menos a mí me sirve para este tema. No voy a criticar a nadie por su manera  de pensar, todos somos libres de hacerlo, los que estén a favor del aborto y los que estén en contra. Creo que no se puede ser  tajante y que las opiniones podrán variar según las circunstancias.
Trabajé durante nueve meses en un centro de discapacitados físicos y psíquicos  de Zaragoza y os puedo asegurar que vi allí todo tipo de malformaciones. En algunos de los casos no sé si podría decirse que aquellos seres  eran personas, seguramente lo eran, pero os aseguro que condenar a un ser humano a vivir toda la vida postrado en una cama no es muy humano, valga la redundancia.
 Especialmente me dolía en lo más profundo del alma uno de ellos, un niño con hidrocefalia, que había permanecido en la cama desde que nació, no sabemos si sentía o padecía emociones, eso deberían decirlo los expertos, pero a simple vista no era más que un pedazo de carne, condenado a vivir en la postración desde que nació. Sus padres lo habían abandonado en ese centro y nunca iban a visitarlo. Las trabajadoras que le atendíamos sentíamos un especial cariño por él, pero nos dolía que un ser humano, un niño, estuviera sufriendo esa condena. A veces cuando le hacíamos carantoñas nos parecía que nos entendía, aunque los médicos decían que eran imaginaciones nuestras, que no sentía ni entendía. 
Esto por poner un ejemplo, que podría hablar largo y tendido sobre todo lo que vi los meses que duró mi contrato. Yo me decía a mi misma que ningún ser humano merece vivir de aquella manera, relegado a ser nada más piel y huesos. Yo no podría condenar  a un hijo a semejante sufrimiento, porque vivir como vivían aquellos niños no es vivir. Yo al menos me negaría a que uno de mis hijos viviera relegado a ser solo un trozo de carne. 
Pero la ley del aborto encierra muchas más connotaciones y no pretendo hacer una tesina sobre el tema, lo que sí voy a decir es que el  gobierno debería dejar que cada mujer decidiera en este aspecto con la libertad que todas merecemos. 

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