Cuando el verano tiene los días contados y la gente espera impaciente la bajada de temperaturas vuelvo a reflexionar sobre la relatividad de las cosas de la vida. Depende del lugar donde vivas que desees una bajada del termómetro o, por el contrario, te entristezcas porque el verano ha pasado sin enterarte y con apenas calor.
He vivido diez años en un lugar donde los veranos eran cortos y los inviernos largos y ahora llevo ocho meses en un lugar donde el verano es largo y el resto del año es otoño o primavera. Claro que hay invierno, pero las temperaturas aquí son más altas que mis últimas primaveras y otoños.
Por ello me inclino a pensar que todo es relativo, hasta las cuatro estaciones.
He cambiado diez veranos con la chaqueta a mano por un verano en tirantes a cualquier hora; ahora mismo estoy sudando mientras se desploman las temperaturas en la mitad norte. Por aquí sigue el calor, tanto que aunque bajen las temperaturas el calor no nos abandonará tan fácilmente.
Y tan relativo como el clima lo es casi todo en la vida (esta cabra loca ya se va para el monte) y por ello aquel refrán que dice "no digas nunca de esta agua no beberé" deberíamos meditarlo a menudo ¿No te ha pasado nunca en la vida que llegando a un punto te preguntas cómo he venido a parar aquí? La respuesta es clara, has llegado allí bebiendo toda el agua que decías que no ibas a beber. Te has bebido hasta el último trago como el que no quiere la cosa y has transformado tu vida a fuerza de sorbos y más sorbos. Vamos que al Ebro no le quedaría ni gota como hubiera mucha gente como tú. Y lo curioso era que tu habías planificado hasta el más mínimo detalle pero las cosas no salieron como pensabas, aunque, eso sí, ha merecido la pena.
Y tu vida no ha salido como pensabas porque todo es relativo, porque no estamos solos en el mundo y siempre tiene que haber algo o alguien que lo estropee, a veces tu mismo. Y como todo es relativo resulta que llega un día cuando crees haber alcanzado la estabilidad que tanto merecías y ocurre algo que levanta por los aires toda tu vida, algo que no esperabas, lo que aumenta tu capacidad de sorprenderte; algo que era impensable, inimaginable, tan inimaginable que te detienes en seco y dices ¡Basta! y ese día dices que de ahí no pasas.
Todo es relativo, hasta darte una oportunidad y saber cuando llega el momento de hacer lo que de verdad quieres sin que nadie más te jorobe la existencia. Porque la relatividad también tiene un límite. Y encuentras el límite cuando descubres que tu vida se ha reído en tus narices. Por eso das carpetazo a los dramas y aunque lo sientes por los que quedaron sin resolver, te dices a ti mismo que ha llegado el momento de respirar, solo respirar. Y no crees que sea mucho pedir. Respirar. Y si pierdes algo por el camino será .......relativo. Como todo lo demás.