martes, 22 de enero de 2013

Silencios llenos de ruido

Revisando documentos en mi ordenador acabo de encontrar una carpeta que en su día llamé "silencios", la he abierto y estaba vacía. He pensado "es normal, una carpeta que se llama silencios, debe estar vacía" y va a seguir vacía para recordarme que aquellos silencios que nunca escribí están acurrucados en un rincón del alma. Allí donde esperan mil  palabras para ser pronunciadas, esas mismas palabras que aquel día me negué a pronunciar. 
Porque  de silencios está llena la vida, de silencios que nos hacen madurar, o lo que es lo mismo, que nos vuelven más duros. Silencios que se van acumulando como capas de tierra que quieren enterrar etapas muertas. Silencios que solo entienden quienes han vivido las mismas experiencias. Silencios que no se pueden descifrar, que están llenos de contenidos ocultos,  que hablan más de lo que dicen y saben más de lo que callan. 
El silencio de la noche o de la madrugada, el silencio de las flores mojadas por la escarcha, el silencio  de la tierra, le silencio de los colores, y también el silencio de las campanas. Porque en el ruido también habita el silencio. En el ruido de las tormentas, en el ruido de los ríos y de las cascadas, en el ruido de una mirada, de una boca callada o de una flor sola en medio del bosque. Porque el silencio también es ruido, valga la redundancia. En el silencio está el ruido de las palabras calladas, de las penas sufridas en soledad, de los sueños rotos, de las promesas incumplidas, de las heridas abiertas, del alma frustrada, de las ausencias. Y del mismo modo que una mirada silenciosa puede provocar el mayor de los ruidos, el mayor de los ruidos puede sumergirte en el silencio más atroz. 
Ruido, silencio ¡qué más da! 
Porque en definitiva esos silencios sin escribir y  esas palabras sin pronunciar, siguen escapando  de mis manos, negándose a ser encerradas en una carpeta que se llame silencios. Así que las seguiré guardando en un rincón del alma, allí donde no puede llegar nadie......ni nada.

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jueves, 17 de enero de 2013

La Confesión (microrrelato)

     Recuerdo la quietud extraña, que me acompañó  aquella noche  de invierno, cuando   sentí   un inexplicable regocijo, mezcla de una excitación que rayaba en lo prohibido, con  una sensación entre dolorosa y placentera. Me lo habían contado numerosas veces y sin embargo  aquel laberinto sin fin me cogió por sorpresa.
     Allí  se mezclaban todo tipo de recovecos formando  una urdimbre tan inimaginable,  que estuve a punto  de dejarme encantar por los cantos de sirenas, que querían atraparme.  Pero conforme iba avanzando y recorriendo aquellas extrañas cuevas multiformes, tuve  múltiples sensaciones que, gracias a una alquimia perfecta,  terminaron iluminando  aquellos instantes dulces como la  miel.
     Comprendí entonces que debía llegar el primero para conseguir mi objetivo, así que me lancé a una persecución vertiginosa, dejando atrás a cuantos intentaban cerrarme el paso.
     Sí, ahora que he llegado al final de mis días,  puedo confesar con orgullo que  yo fui aquel  espermatozoide.

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jueves, 3 de enero de 2013

Si lo sé no vengo

¿Cuántas veces nos hemos encontrado en una situación que no esperábamos y nos hemos dicho a nosotros mismos "si lo sé no vengo"? 
¿Cuántas veces hemos pensado que para este viaje no hacían falta tantas alforjas?
¿Cuántas veces después de planear algo durante meses, al ponerlo en práctica nos hemos dado cuenta en el primer instante que nos habíamos confundido?
¿cuántas veces hemos tenido que resignarnos ante las consecuencias de errores cometidos, sabiendo que lo único que podíamos hacer era resignarnos?
Moraleja: si esperamos encontrar las alforjas llenas y en cambio las encontramos vacías, si miramos al frente y no hay camino, si la soga que nos sujetaba se rompe y comenzamos a caer al vacío...es el momento de resignarse ante lo inevitable y preparar un montón de tiritas para curar los coscorrones y luego echar a andar hacia donde nos guíe nuestro instinto.
Estoy muy cansada, así que nadie se extrañe de esta sarta de tonterías que acabo  de escribir.


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