Hoy toca hablar de la primavera, que por aquello de que la sangre altera, andamos todos un poco de acá para allá sin saber muy bien nuestro destino. Y mientras preparo esta reflexión de andar por casa estoy viendo revolotear unas golondrinas que, ajenas a todo el cacao que nos ha montado el gobierno, preparan el cortejo de sus futuras parejas, con las que tendrán golondrinitas con las que llenaran los aleros de nidos. Aprovecho para decir que romper esos nidos, que están protegidos, también lleva multa. Que parece ser que la gente no lo sabe y año tras año a fuerza de escobazos tiran los nidos al suelo, donde terminan agonizando los pobres pollitos. A ver si en lugar de ir a poner multas al monte a los pobres caminantes solitarios, las autoridades empiezan a perseguir a los destroza-nidos. Porque acabar con la vida de las golondrinas es atacar también el ecosistema, en donde ellas tienen un papel fundamental.
Y ¿qué más nos prepara la primavera?, la estación del amor por excelencia o si queréis de los enamoramientos. No. No voy a hablar de amor. Tampoco hablaré de las temidas alergias, ni de la subida de las temperaturas, ni del olor de los campos. Hablaré del gobierno.
Porque sí, esta primavera el gobierno es más gobierno que nunca por aquello de que aquí mando yo y todo el mundo chitón. Pero parece ser que algunos partidos, escarmentados por las continuas mentiras del mismo, están dejando de brindarle su apoyo. El estado de alarma (excepción) se ha prorrogado por los pelos, por los de Ciudadanos que con sus escasos diputados le ha salvado la papeleta. Eso sí, no sabemos hasta cuándo. Y como sigamos tirando de los pelos, igual alguno se termina quedando calvo. No sé vosotros, pero no me gustaría estar en el pellejo del presidente en estos momentos, que, aun en el mejor de los casos lo tiene bastante crudo. Yo creo que no le queda nada por prometer, así que difícil veo si necesita otra prórroga que pueda llevarse a cabo. Eso sí, prometer no, pero igual puede ir pensando en cumplir lo ya prometido.
De todos modos creo que todos estamos ya cansados de tanto confinamiento, que nos ha quitado la libertad , entre otras cosas, para ir a buscarnos el alimento. Y como el gobierno se lo ve venir, no hace sino enviar a la población mensajes subliminares de terror para que queramos pedir la prórroga una vez más. El otro día lo llamaban caos, para que si tenemos alguna duda sigamos sin salir de casa. Y esto de quedarse en casa es duro, sobre todo para quienes antes no se nos caía la casa encima.
Las continuas campañas publicitarias del gobierno, que nos han quitado la voluntad de un plumazo, no han hecho más que manipular o intentar manipular a los ciudadanos, incluso a los que por profesión deberían ser más objetivos. Nunca he visto tantas cadenas de televisión estar más de acuerdo y hablar en los mismos términos, es como si hubieran desaparecido de golpe todas las tendencias e ideologías, para lavarle la cara al gobierno. Hasta los que antes decían la verdad han sido comprados para que digan lo que interesa a los gobernantes. Porque si no no lo entiendo. Ah. Es verdad. Que había que ir todos a una, que las ideologías no volverían a contar hasta que todo terminara, que ahora lo importante era actuar juntos. Pero claro, eso de ir todos a una ¿qué quería decir exactamente? Eso es lo malo, que se olvidaron de decírnoslo. Pues ni más ni menos que ir todos a Sánchez, ejemplo de egolatría de libro. Por eso se siguen acallando las voces discordantes, para que nadie más vuelva a llamarle sepulturero, con perdón de los sepultureros. Y todo hubiera sido peor, a no ser porque todo el personal que ha contribuido a mejorar el estado de los enfermos, ha echado el resto y a fuerza de trabajo y jugándose la vida (44 sanitarios muertos) casi sin medios o muy rudimentarios le han salvado la papeleta a este gobierno, que, a pesar de todo, sigue sin ponerse la pilas y sin conseguir los medios que se necesitan para combatir esta pandemia.
Pues ellos verán lo que hacen porque me parece a mi, que, o mucho cambia la cosa, o las prórrogas se van a terminar en la siguiente votación.
¿Os había dicho que iba a hablar de primavera? Perdón, se me ha ido el santo al cielo. Pero sí, he hablado de primavera, porque la sangre altera y alterada la tenemos ya por todo el sinsentido que estamos viviendo, aunque claro, seguro que preferiríamos que se nos alterara por haber encontrado un chico o chica guapo/a ( o feo/a) que hiciera que revolotearan mil mariposas en nuestro estómago, en lugar de estos retorcijones de tripas que nos está provocando este gobierno que nos ha tocado en suerte y que nos tiene alterada la sangre hasta límites insospechados. Pues nada. A seguir aguantando esta primavera surrealista hasta que vuelvan a revolotear las mariposas.