Este relato me lo inspiró un niño al que escuché un día........porque ni no sabemos cual es el espíritu de la Navidad quizá esto sea una muestra.
"Querida navidad: hace tiempo que oigo hablar de ti
y veo a toda la gente ilusionada, preparando comilonas y comprando
regalos para las personas que quieren. Mi madre me ha dicho que les
escriba una carta a los Reyes Magos, pero ella, mejor que nadie sabe
que no serviría de nada. Porque esos famosos Reyes no pueden traer
lo que yo quiero.
Tengo
doce años y muchas ganas de vivir, por eso los Reyes no pueden
cumplir mi deseo. Recuerdo, cuando era más pequeño, y todavía
creía en ellos, la ilusión que me hacía esperar su llegada,
imaginándolos cargados de juguetes para todos, entrando por las
ventanas de las casas para dejarlos cuidadosamente sobre los zapatos
de los niños. Recuerdo que les dejaba junto a mis zapatos unos
trozos de turrón y un vasito de moscatel para que cogieran fuerzas
para el camino. Recuerdo, que a la mañana siguiente me levantaba
nervioso con la impaciencia de ver mis regalos cuanto antes. Y corría
hacia el comedor, y cuando llegaba junto al árbol, donde había
colocado mis zapatos, las piernas me temblaban y la ilusión se me
salía del corazón. Abría todos aquellos paquetes impaciente y uno
a uno los iba examinando minuciosamente. Recuerdo la cara de
satisfacción de mis padres y las lagrimillas de mi madre por verme
tan feliz.
Pero
ahora me parece que aquellos días quedan ya lejos y que no volveré
a ver situaciones parecidas. Apenas tengo fuerza para mantenerme en
pie.Mi madre me dice que se me pasará, que pronto me pondré bien,
pero , aunque simulo que le creo, se que nunca me curaré. Ayer,
escuché cuando hablaba con mi médico y le decía que no había
funcionado el tratamiento con la quimioterapia, que el mal estaba
demasiado extendido y que no podía hacerse nada más, que a lo sumo
me quedan seis meses de vida. Y será cierto, porque algo en mi
interior me dice que éstas van a ser mis últimas Navidades.
Por
eso no quiero escribir mi carta este año, porque lo que yo les
pediría es vivir, y no está a su alcance comprarme un poco de vida.
¡Ojalá la vida se comprara en los supermercados o en las tiendas de
chucherías! Que cada día con mi propina iría a la tienda y me
compraría un día más y al día siguiente volvería y compraría
otro día más, y me las ingeniaría para convencer a mi madre cada
día para que me diera dinero para comprarme un día tras otro. Y
cuando me preguntara en que me gastaba tanto dinero le diría que me
estaba comprando vida. ¡Qué fácil sería si fuera así! Pero la
vida no está en las estanterías de las tiendas y nadie puede hacer
nada para que viva un poco más.
Querida
Navidad, ésta es la última vez que voy a celebrarte. Y siento pena
por mis padres, por mi hermanita, por mis amigos, a quienes no
volveré a ver. Me entristece, que nunca podré ver la carita de
ilusión de mis hijos, que no llegaré a tener, cuando se aproximen al árbol y desenvuelvan
sus regalos el día de Reyes.
Mis
padres y mi hermana no tienen que saber que lo sé todo, por eso
disimularé para que esta última Navidad sean felices y así nos
sintamos bien todos juntos. Por eso quiero pedirte, querida Navidad,
que ésta sea la más feliz de nuestra vida, que mis padres no sufran
mucho con mi muerte, y que les convenzas de que siempre estaré a su
lado, que mi hermanita siempre me recuerde como el compañero de
juegos que siempre fui para ella, como su confidente fiel, como el
encubridor de sus travesuras, que velaba por ella a todas las horas,
en fin, como el buen hermano que he querido ser siempre para ella.
Esta mañana al ver el Nacimiento en la entrada de mi casa, he
recordado la primera vez que lo pusimos mi hermana y yo, ella
empeñada en colocar unas muñecas barriguitas en mitad del puente
que llevaba al portal y yo negándome a ello. Me ha dado pena
recordar que no le hice caso, porque ahora me doy cuenta de que aquel
gesto no era tan importante como yo pensaba. Si pudiéramos
retroceder en el tiempo colocaría sus muñecas en mitad de aquel
puente ¡claro que si, las colocaría! Y colocaría unas ovejitas,
una cabra, mi perro, y también un niño enfermo como yo, que se
curase al besar el pie del Niño Jesús. Y ese niño regresaría
sano a casa y se abrazaría a sus padres y a su hermanita y les
diría: ¡alegraros conmigo, el Niño Jesús me ha curado! Ellos se
emocionarían y le llenarían de besos y llorarían de alegría.
Pero
esto es la vida, querida Navidad, y dentro de poco se apagará el
hilo de vida que me queda, y cuando mis padres y me hermana me vean
dirán: “parece dormido” y así paliaran un poco su dolor.
Yo
te pido, Navidad, que cuando ese momento llegue, a ellos les parezca
que solo me he dormido y que cualquier día volveré a despertar. Y
despertaré dentro de sus sentimientos, permaneciendo acurrucado en
un rincón de sus corazones. Yo solo quiero eso, Navidad, que sepan
que nunca me separaré de su lado, para que no lloren mi ausencia.
Voy a rebuscar entre los trastos viejos de mi hermana y voy a
intentar recuperar esas barriguitas, las colocaré en mitad del
puente que va hacia el Portal y seguro que le doy una gran alegría.
Seguro que se la doy. Así parecerá que no pasa nada, que la vida
siguen tal cual y que todos seremos felices eternamente. Muy felices."
¡Feliz Navidad a todos!