martes, 22 de diciembre de 2015

Carta de un niño a la Navidad.


Este relato me lo inspiró un niño al que escuché un día........porque ni no sabemos cual es el espíritu de la Navidad quizá esto sea una muestra. 

"Querida navidad: hace tiempo que oigo hablar de ti y veo a toda la gente ilusionada, preparando comilonas y comprando regalos para las personas que quieren. Mi madre me ha dicho que les escriba una carta a los Reyes Magos, pero ella, mejor que nadie sabe que no serviría de nada. Porque esos famosos Reyes no pueden traer lo que yo quiero.

Tengo doce años y muchas ganas de vivir, por eso los Reyes no pueden cumplir mi deseo. Recuerdo, cuando era más pequeño, y todavía creía en ellos, la ilusión que me hacía esperar su llegada, imaginándolos cargados de juguetes para todos, entrando por las ventanas de las casas para dejarlos cuidadosamente sobre los zapatos de los niños. Recuerdo que les dejaba junto a mis zapatos unos trozos de turrón y un vasito de moscatel para que cogieran fuerzas para el camino. Recuerdo, que a la mañana siguiente me levantaba nervioso con la impaciencia de ver mis regalos cuanto antes. Y corría hacia el comedor, y cuando llegaba junto al árbol, donde había colocado mis zapatos, las piernas me temblaban y la ilusión se me salía del corazón. Abría todos aquellos paquetes impaciente y uno a uno los iba examinando minuciosamente. Recuerdo la cara de satisfacción de mis padres y las lagrimillas de mi madre por verme tan feliz.
Pero ahora me parece que aquellos días quedan ya lejos y que no volveré a ver situaciones parecidas. Apenas tengo fuerza para mantenerme en pie.Mi madre me dice que se me pasará, que pronto me pondré bien, pero , aunque simulo que le creo, se que nunca me curaré. Ayer, escuché cuando hablaba con mi médico y le decía que no había funcionado el tratamiento con la quimioterapia, que el mal estaba demasiado extendido y que no podía hacerse nada más, que a lo sumo me quedan seis meses de vida. Y será cierto, porque algo en mi interior me dice que éstas van a ser mis últimas Navidades.
Por eso no quiero escribir mi carta este año, porque lo que yo les pediría es vivir, y no está a su alcance comprarme un poco de vida. ¡Ojalá la vida se comprara en los supermercados o en las tiendas de chucherías! Que cada día con mi propina iría a la tienda y me compraría un día más y al día siguiente volvería y compraría otro día más, y me las ingeniaría para convencer a mi madre cada día para que me diera dinero para comprarme un día tras otro. Y cuando me preguntara en que me gastaba tanto dinero le diría que me estaba comprando vida. ¡Qué fácil sería si fuera así! Pero la vida no está en las estanterías de las tiendas y nadie puede hacer nada para que viva un poco más.
Querida Navidad, ésta es la última vez que voy a celebrarte. Y siento pena por mis padres, por mi hermanita, por mis amigos, a quienes no volveré a ver. Me entristece, que nunca podré ver la carita de ilusión de mis hijos, que no llegaré a tener,   cuando se aproximen al árbol y desenvuelvan sus regalos el día de Reyes.

Mis padres y mi hermana no tienen que saber que lo sé todo, por eso disimularé para que esta última Navidad sean felices y así nos sintamos bien todos juntos. Por eso quiero pedirte, querida Navidad, que ésta sea la más feliz de nuestra vida, que mis padres no sufran mucho con mi muerte, y que les convenzas de que siempre estaré a su lado, que mi hermanita siempre me recuerde como el compañero de juegos que siempre fui para ella, como su confidente fiel, como el encubridor de sus travesuras, que velaba por ella a todas las horas, en fin, como el buen hermano que he querido ser siempre para ella. Esta mañana al ver el Nacimiento en la entrada de mi casa, he recordado la primera vez que lo pusimos mi hermana y yo, ella empeñada en colocar unas muñecas barriguitas en mitad del puente que llevaba al portal y yo negándome a ello. Me ha dado pena recordar que no le hice caso, porque ahora me doy cuenta de que aquel gesto no era tan importante como yo pensaba. Si pudiéramos retroceder en el tiempo colocaría sus muñecas en mitad de aquel puente ¡claro que si, las colocaría! Y colocaría unas ovejitas, una cabra, mi perro, y también un niño enfermo como yo, que se curase al besar el pie del Niño Jesús. Y ese niño regresaría sano a casa y se abrazaría a sus padres y a su hermanita y les diría: ¡alegraros conmigo, el Niño Jesús me ha curado! Ellos se emocionarían y le llenarían de besos y llorarían de alegría.
Pero esto es la vida, querida Navidad, y dentro de poco se apagará el hilo de vida que me queda, y cuando mis padres y me hermana me vean dirán: “parece dormido” y así paliaran un poco su dolor.
Yo te pido, Navidad, que cuando ese momento llegue, a ellos les parezca que solo me he dormido y que cualquier día volveré a despertar. Y despertaré dentro de sus sentimientos, permaneciendo acurrucado en un rincón de sus corazones. Yo solo quiero eso, Navidad, que sepan que nunca me separaré de su lado, para que no lloren mi ausencia. Voy a rebuscar entre los trastos viejos de mi hermana y voy a intentar recuperar esas barriguitas, las colocaré en mitad del puente que va hacia el Portal y seguro que le doy una gran alegría. Seguro que se la doy. Así parecerá que no pasa nada, que la vida siguen tal cual y que todos seremos felices eternamente. Muy felices."


¡Feliz Navidad a todos!

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lunes, 14 de diciembre de 2015

Yo soy, tu eres, él es. El afán de llevar la contraria.

Parece que en Internet estemos siempre en guerra unos contra otros; nunca llueve a gusto de todos; siempre hay una mitad que critica a la otra mitad. No han dicho unos "a" que surgen  defensores de "b" o viceversa. Parece ser que hay quienes piensan que todos debemos pensar lo mismo, reivindicar lo mismo, sentirnos igual ante lo mismo. Y no hace más que aparecer un comentario para que pronto aparezcan cual defensores de lo indefendible, echando por tierra empuñando sus armas de intransigencia e intolerancia, ante los que se permiten pensar libremente.
     Primero fueron los comentarios del niño sirio que apareció muerto en la playa, frente a los que no tardaron los de quienes apelaban a la cordura, recordándonos que miles de niños mueren a diario en las guerras; ahora han muerto dos españoles en un atentado y han aparecido quienes han criticado a los "soy París"  por no haber puesto ahora  "soy España" por los dos militares muertos en el atentado de Kabul. Y digo yo ¿Quienes son ellos para decirnos lo que debemos ser o no ser y sobre todo lo que debemos o no escribir? 
Yo les instaría a esta pandilla de intolerantes que se miraran la viga de su ojo, porque es posible que encontraran un medio mejor de reivindicar lo que quisieran  sin mofarse de quienes comentan lo que creen oportuno. Porque ¿Acaso está escrito o mandado en alguna parte que debemos ser todos iguales, que tenemos que pensar lo mismo, que tenemos que sentirnos igual? 
Son batallas del siglo XXI nada fáciles  de lidiar, mientras haya quienes se crean dueños de este mundo virtual, donde en definitiva nadie tiene razón o todos la tienen, porque ya lo dijo Ramón Campoamor:  "en este mundo traidor, nada es verdad ni mentira, todo es según el color del cristal con que mira" O lo que es lo mismo, todo es subjetivo y nadie es mejor ni peor por reivindicar cosas diferentes. 
Seguro que si hubiera habido un millar de "soy España" también hubieran tenido algo que decir. Porque los tocapelotas hablan por hablar con  tal de llevar la contraria. 

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