miércoles, 31 de diciembre de 2008

¡Por la mejor madre este brindis especial!



Una vez más, como todos los años, el brindis más especial, para la mejor madre del mundo. A pesar del paso del tiempo desde que te fuiste, te seguimos recordando con la certeza de que algo de ti se quedó entre nosotros.

Nuestro padre, los hermanos, nietos y biznieta, nos unimos a ti en un abrazo eterno que durará por siempre. Para que sigas siendo la luz que nos guía y la fuerza que nos anima en todo momento. Brindamos por ti, mamá.

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martes, 30 de diciembre de 2008

FELIZ 2009, EL AÑO EN QUE LOS SUEÑOS SE CUMPLEN



POR motivos laborales me es imposible felicitaros a cada uno en particular como merecéis. tenemos mucho trabajo y las horas del día no son suficientes para llegar a todo. Ha venido infinidad de gente y todos quieren tapear claro, no nos esperábamos tanto curro. Este año, supera los pasados en afluencia de visitantes.

FELIZ 2009 Y QUE EL AÑO QUE COMIENZA SE CUMPLAN TODOS VUESTROS SUEÑOS.

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viernes, 26 de diciembre de 2008

Cambios en el blog

Desde hace dos días se ha cambiado la configuración de los comentarios de este blog, para evitar que comentarios anónimos, de gente impresentable (en mi tierra los llamamos de otra manera), escudándose en su anonimato intente hacer daño a terceros que nada tienen que ver con este medio. Ya que algunos no entienden qué significa debatir y utilizan los ataques personales, a falta de mejores argumentos.
Desde ahora quienes deseen comentar, deberán hacerlo según se indica en el apartado de comentarios, a través de cuentas google principalmente, o de otras identificaciones, como se especifica en el lugar indicado. Os pido disculpas por tener que habilitar la moderación de comentarios, por el bien de las personas cercanas a mi entorno, que nada tienen que ver con este medio (algunas, menores de edad), y están siendo atacadas e insultadas por algunas personas ruines.
Agradezco a los que comentan en este blog de buena fe, y recrimino a quienes lo hacen solo para molestar y no tienen lo que hay que tener para decir las cosas firmando lo que dicen.

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martes, 23 de diciembre de 2008

Me quedaré dormido (relato de Navidad)


"Querida Navidad: hace tiempo que oigo hablar de ti y veo a toda la gente ilusionada, preparando comilonas y comprando regalos para las personas que quieren. Mi madre me ha dicho que les escriba una carta a los Reyes Magos, pero ella, mejor que nadie sabe que no serviría de nada. Porque esos famosos Reyes no pueden traer lo que yo quiero.
Tengo doce años y muchas ganas de vivir, por eso los Reyes no pueden cumplir mi deseo. Recuerdo, cuando era más pequeño, y todavía creía en los Reyes, la ilusión que me hacía esperar su llegada, imaginándolos cargados de juguetes para todos, entrando por las ventanas de las casas para dejarlos cuidadosamente sobre los zapatos de los niños. Recuerdo que les dejaba junto a mis zapatos unos trozos de turrón y un vasito de moscatel para que cogieran fuerzas para el camino. Recuerdo, que a la mañana siguiente me levantaba nervioso con la impaciencia de ver mis regalos cuanto antes. Y corría hacia el comedor, y cuando llegaba junto al árbol, donde había colocado mis zapatos, las piernas me temblaban y la ilusión se me salía del corazón. Abría todos aquellos paquetes impaciente y uno a uno los iba examinando minuciosamente. Recuerdo la cara de satisfacción de mis padres y las lagrimillas de mi madre por verme tan feliz.
Pero ahora me parece que aquellos días quedan ya lejos y que no volveré a ver situaciones parecidas. Apenas tengo fuerza para mantenerme en pie.Mi madre me dice que se me pasará, que pronto me pondré bien, pero , aunque simulo que le creo, se que nunca me curaré. Ayer, escuché cuando hablaba con mi médico y le decía que no había funcionado el tratamiento con la quimioterapia, que el mal estaba demasiado extendido y que no podía hacerse nada más, que a lo sumo me quedan seis meses de vida. Y será cierto, porque algo en mi interior me dice que éstas van a ser mis últimas Navidades.
Por eso no quiero escribir mi carta este año, porque lo que yo les pediría es vivir, y no está a su alcance comprarme un poco de vida. ¡Ojalá la vida se comprara en los supermercados o en las tiendas de chucherías! Que cada día con mi propina iría a la tienda y me compraría un día más y al día siguiente volvería y compraría otro día más, y me las ingeniaría para convencer a mi madre cada día para que me diera dinero para comprarme un día tras otro. Y cuando me preguntara en que me gastaba tanto dinero le diría que me estaba comprando vida. ¡Qué fácil sería si fuera así! Pero la vida no está en las estanterías de las tiendas y nadie puede hacer nada para que viva un poco más.
Querida Navidad, ésta es la última vez que voy a celebrarte. Y siento pena por mis padres, por mi hermanita, por mis amigos, a quienes no volveré a ver. Me entristece, que nunca podré ver la carita de ilusión de mis hijos cuando se aproximen al árbol y desenvuelvan sus regalos el día de Reyes.
Mis padres y mi hermana no tienen que saber que lo sé todo, por eso disimularé para que esta última Navidad sean felices y así nos sintamos bien todos juntos. Por eso quiero pedirte, querida Navidad, que ésta sea la más feliz de nuestra vida, que mis padres no sufran mucho con mi muerte, y que les convenzas de que siempre estaré a su lado, que mi hermanita siempre me recuerde como el compañero de juegos que siempre fui para ella, como su confidente fiel, como el encubridor de sus travesuras, que velaba por ella a todas las horas, en fin, como el buen hermano que he querido ser siempre para ella. Esta mañana al ver el nacimiento en la entrada de mi casa, he recordado la primera vez que lo pusimos mi hermana y yo, ella empeñada en colocar unas muñecas barriguitas en mitad del puente que llevaba al portal y yo negándome a ello. Me ha dado pena recordar que no le hice caso, porque ahora me doy cuenta de que aquel gesto no era tan importante como yo pensaba. Si pudiéramos retroceder en el tiempo colocaría sus muñecas en mitad de aquel puente ¡claro que si, las colocaría! Y colocaría unas ovejitas, una cabra, mi perro, y también un niño enfermo como yo, que se curase al besar el pie del Niño Jesús. Y ese niño regresaría sano a casa y se abrazaría a sus padres y a su hermanita y les diría: ¡alegraros conmigo, el Niño Jesús me ha curado! Ellos se emocionarían y le llenarían de besos y llorarían de alegría.
Pero esto es la vida, querida Navidad, y dentro de poco se apagará el hilo de vida que me queda, y cuando mis padres y me hermana me vean dirán: “parece dormido” y así paliaran un poco su dolor.
Yo te pido, Navidad, que cuando ese momento llegue, a ellos les parezca que solo me he dormido y que cualquier día volveré a despertar. Y despertaré dentro de sus sentimientos, permaneciendo acurrucado en un rincón de sus corazones. Yo solo quiero eso, Navidad, que sepan que nunca me separaré de su lado, para que no lloren mi ausencia. Voy a rebuscar entre los trastos viejos de mi hermana y voy a intentar recuperar esas barriguitas, las colocaré en mitad del puente que va hacia el Portal y seguro que le doy una gran alegría. Seguro que se la doy. Así parecerá que no pasa nada, que la vida siguen tal cual y que todos seremos felices eternamente. Muy felices. "
(Hay encuentros fortuitos en la vida con personas que no vuelves a ver y que te dejan una huella importante. En uno de esos encuentros conocí en un autobús a una persona, que me contó algo que ha inspirado este relato, real como la vida misma. La Navidad es alegría, pero hay muchas otras Navidades durísimas para muchas personas. Para esas personas va dedicado este relato con todo el cariño)

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viernes, 19 de diciembre de 2008

Cobijar - Acoger. Repaso de semántica

En varias ocasiones he leído en los comentarios de este blog un uso incorrecto de algunas palabras. Bien es verdad que, por el uso del habla popular, hay veces que se admiten palabras con acepciones distintas a las originales, pero no es es éste el caso que nos ocupa. Me refiero a las palabras cobijar y acoger.
A continuación he copiado su significado tal y como aparece en el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española.
cobijar.
(
De or. inc.; cf. cobijo).
1. tr. Dar refugio, guarecer a alguien, generalmente de la intemperie. U. t. c. prnl.
2. tr. Amparar a alguien, dándole afecto y protección.
3. tr. Encerrar, contener en sí algo que no es manifiesto a todos. U. t. c. prnl.
4. tr. p. us. Cubrir, tapar.
acoger.
(Del lat. *accolligĕre, de colligĕre, recoger).
1. tr. Dicho de una persona: Admitir en su casa o compañía a alguien.
2. tr. Servir de refugio o albergue a alguien.
3. tr. Admitir, aceptar, aprobar.
4. tr. Recibir con un sentimiento o manifestación especial la aparición de personas o de hechos.
5. tr. Proteger, amparar.
6. tr. desus. Dejar pastar ganado ajeno en una dehesa propia.
7. tr. ant. coger (‖ asir).
8. prnl. Refugiarse, retirarse, tomar amparo.
9. prnl. Invocar para sí los beneficios y derechos que conceden una disposición legal, un reglamento, una costumbre, etc.
10. prnl. Valerse de algún pretexto para disfrazar o disimular algo.
11. prnl. ant. Atenerse a la voluntad o dictamen de alguien.
En ambos conceptos el hecho de cobijar o acoger supone que la persona acogida o cobijada sufre un estado de indefensión o de necesidad. Difícilmente se podrá decir que se cobija a una persona, que no tiene tal necesidad de cobijo, y que tiene los medios suficientes para buscar su propia casa y mantenerla. Tampoco se da cobijo a una persona a quien has llamado para que realice un trabajo, porque tampoco está en ese caso de necesidad, ni es una pordiosera ni necesitada que necesita cobijo ni vive a costa de nadie. Ni se podrá cobijar a alguien que tampoco está necesitado de afecto. Ni ha lugar tampoco cubrir a nadie que trae sus propias mantas.
Alguien que tiene su propia casa, tampoco necesita ser acogido en casa de nadie. Alguien que ha sido llamado expresamente para realizar una función concreta en un lugar, tampoco necesita ser aprobado, es más, el mero hecho de haber sido llamado ya presupone que es aceptado y aprobado previamente.
Si alguien llega a un sitio y salva una papeleta, está claro que las personas a quienes afecta le reciben con un sentimiento más que especial de agradecimiento.
Se protege y ampara, a quien no tiene hogar, ni familia ni amigos. Si esa persona se gana el pan con su sudor y no pide nada ajeno, está claro que no necesita pastar en ninguna otra dehesa.
Y si alguien no quiere imponer su voluntad, de ningún modo, las personas acogedoras necesitan atenerse a su voluntad o dictamen, ya que no existe.
Concluyendo:
si no necesitas cobijo, no es necesario que te lo den, del mismo modo que
si no tienes el don de la hospitalidad, tampoco puedes cobijar (¿tautología o absurdo?)
Éstas son breves aclaraciones, que a modo informativo os presento hoy con todos mis buenos deseos, para que no haya dudas y todo el mundo sepa lo que dice.
Un simple repaso de semántica que os trasmito de corazón y que espero que os sirva.

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jueves, 18 de diciembre de 2008

Mejora el tiempo


Parece ser que gracias a la ligera subida de las temperaturas y al airecillo que ha soplado durante toda la noche, éste vuelve a ser un lugar, que poco a poco va deshaciendo el peligro que jalonaba muchas de nuestras aceras. Las placas de hielo de los tejados se van derritiendo y ya no caen al suelo, con el consiguiente peligro.
Esta mañana me he encontrado con una señora, que ha tenido que permanecer varios días sin pisar la calle, por el miedo que le daba resbalar, pero hoy por fin ha podido salir con total tranquilidad sin riesgo para ella, y está la mar de contenta. Menos mal que todo vuelve a la normalidad, incluso las zonas de inversión térmica, que hoy están como las demás. Esperemos que las nevadas nos den una tregua y ahora podamos disfrutar de algunos días con mejores condiciones climatológicas. Esperemos que no se repita el caos pasado, que si hubiera ocurrido durante el pasado puente, no lo quiero ni pensar....
(la foto está tomada anteayer, cuando la subida de temperaturas no había hecho su trabajo todavía, hoy la situación es algo distinta).

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martes, 16 de diciembre de 2008

Cuidemos la vía pública entre todos

En varias ocasiones he hablado de la vía pública, para que entre todos ayudemos a su conservación y limpieza. Desde este blog se ha instado a los viandantes a que utilicen las papeleras, y lleven los desperdicios cada uno a su sitio, por ejemplo, los cartones al depósito de los cartones y el vidrio al del vidrio. Pero acabo de darme cuenta de que había olvidado hablar de un tema, que afecta a todas las poblaciones, pequeñas y grandes.
Cuando vamos por la calle, a menudo, no podemos ignorar esos restos de cacas de perro, depositados por los mismos, muchas veces con el consentimiento de sus dueños. Hace unos días vi cómo una persona recogía las cacas de uno de sus perros con una bolsita. Era la primera vez que veía algo así. Ya podrían tomar ejemplo el resto de las personas que tienen perro, para mantener limpia la vía pública. Que sobre todo en verano es un asco caminar por algunos sitios (y hablo en general, no de ningún sitio concreto). Hay un parque en Zaragoza, donde solía ir con mis hijos, con una hierba espléndida y preciosa. Pero ¡qué pena! te acercabas un poco y veías que estaba llena de cacas de los susodichos. Un día, dos niños que jugaban por allí se acercaron a su madre con los abrigos llenos de la mierdecilla de los perros, pues habían echado sus abrigos al suelo, sin darse cuenta de que estaba lleno de diarreas de perro.
A menudo cuando caminas por los parques tienes que ir esquivándolas para no pisarlas. Esto es bastante desagradable para todos. Pero yo me pregunto ¿esos amos de perro que consienten que los suyos defequen en la vía publica, también les dejan que se lo hagan dentro de su casa, en medio de la alfombra?.
En Zaragoza, hace años colocaron unos habitáculos en los paseos y algunos parques, para que los perros hicieran sus necesidades, pero no funcionaron. Ignoro si siguen existiendo o los han quitado. Es curioso ¿no?
Cuidemos la vía publica entre todos, por el bien de todos.

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sábado, 13 de diciembre de 2008

El Espejo de Oguh (final)

Cuando estaban más absortos en su conversación, creyeron escuchar un ruido en el otro lado del espejo. Era la madre de Oguh que, como todos los días, entraba en la habitación de su hijo para llorar abrazada a sus juguetes. Cuando Oguh vio a su madre, se quedó petrificado, fue entonces cuando Hugo le dijo, que tenía que desear con todas las fuerzas regresar a su casa para consolar a su madre. Y lo deseó con tal ímpetu que quedó profundamente dormido.
A la mañana siguiente una suave mano acariciaba su rostro cuando volvió en sí. Era su madre que, con lágrimas en los ojos, le besaba una y otra vez y daba gracias por haber recuperado a su hijo. Aunque Oguh estaba aturdido comenzó a entender todo lo que acababa de pasarle. Ella le contó que, debido a una rara enfermedad, le habían tenido que practicar un trasplante de corazón y que había estado entre la vida y la muerte. Días más tarde, cuando estuvo de regreso en su casa, le contó a su madre la historia del otro lado del espejo. Ésta, que lo achacó todo a su imaginación, no le creyó ni una palabra. Oguh sabía que todo era verdad y estaba seguro de que algún día entendería el significado de todo aquello. Después de aquel día Oguh intentó atravesar el espejo en varias ocasiones pero no pudo .Hugo que, desde el otro lado le observaba, deseó con todas sus fuerzas que nunca volviera a pasar al otro lado. Para los dos era mejor así.
Algunos años más tarde, cuando Oguh todavía investigaba aquellos extraños sucesos, encontró la clave de todo aquel misterio. Sus padres emprendieron obras de reforma en su casa y le pidieron que les ayudara a empaquetar algunos objetos, para llevarlos a otro lugar, mientras duraban las obras. Entre todos aquellos objetos había un sobre entreabierto, con el sello de una consulta médica. Lo abrió para ver qué era y encontró el expediente de su estancia en el hospital, sobre la operación de trasplante que le había sido practicada años atrás. Siguió leyendo y cuando llegó al apartado de los datos del donante estuvo a punto de desmayarse. Se trataba de un niño de su misma edad que había muerto en accidente de tráfico cuando viajaba con sus padres. Este niño se llamaba Hugo.
Comprobó las fechas y todo coincidía con sus visitas al otro lado del espejo. Entonces no lo sabía pero, por la razón que fuera, había logrado comunicarse con aquel niño que le estaba salvando la vida. Por eso Hugo siempre le decía que allí donde estaba no había dolor. De repente encajaron todas las piezas del enorme puzzle y las incógnitas que le preocupaban de niño, fueron descubriéndose una tras otra llegando a formar una imagen perfecta. La imagen de dos niños que habían coincidido en los límites, que separan la vida de la muerte, en un momento crucial para ambos. Y que habían imaginado un mundo de juegos en que cabían los dos sin pensar, que la muerte de uno de ellos sería vida para el otro. Y, como si quisieran ganarle la batalla a la vida misma, se habían empeñado en vivir juntos un mundo de fantasía, sin saber que lo inevitable era su separación definitiva. Cuando se veían, imaginaban un mismo mundo real para ambos, sin dar importancia al hecho de que cada uno de ellos vivía en un lado distinto del espejo.
Oguh no pudo olvidar nunca aquellos hechos y cuando se dio cuenta de que nadie le creería, dejó de hablar de todo aquello, como si con su silencio le quisiera rendir un homenaje a su amigo. Pero a menudo recordaba las palabras de su amigo, cuando le contó que su madre le había dicho, que habían tenido que abandonar su casa para vivir una vida mejor y sabía que Hugo estaba en el lado mejor del espejo, donde no se sufría, ni había hospitales. Y sabía que algún día él terminaría pasando definitivamente al otro lado y Hugo le estaría esperando.
Han pasado muchos años, y Oguh todavía sigue conservando aquel espejo en su dormitorio. Y, aunque nunca más intentó atravesarlo, a veces se acerca a él y pasa largas horas mirando. Y se adentra en un mundo, ajeno a cuanto le rodea, intentando verle. Y ¡quién sabe! Es posible que Hugo también le siga mirando desde el otro lado del espejo, seguro que si…y como cuando fueron niños, Hugo siga siendo la imagen inversa de Oguh, en una prolongación inevitable que permanecerá para siempre en su memoria. Y a pesar de que nunca ha vuelto a saber de él, sabe que lo tendrá siempre a su lado.

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viernes, 12 de diciembre de 2008

El Espejo de Oguh (3ª parte)

Pero un buen día Oguh regresó, mucho más delgado y pálido, y tirando de la manga del pijama de Hugo le despertó, éste se llevó una gran alegría al volver a verle y le dijo, que había pensado que no volvería más. Pero por fin estaban juntos de nuevo. Al comprobar que estaba tan delgado le preguntó si se encontraba bien y Oguh le explicó que había tenido que ir al hospital, porque había caído enfermo, que le habían dicho los médicos que en adelante era posible que tuviera que ir mas a menudo. Hugo le dijo que en su lado del espejo no había hospitales y que él nunca se ponía enfermo. Entonces, Oguh le respondió que seguramente por eso su madre no tenía que llorar cada noche, cuando le iba a dar el beso. Y a los dos les pareció un razonamiento convincente. Con toda seguridad esa era la causa de las lágrimas de la madre de Oguh, la enfermedad de su hijo. Y siguieron jugando como si tal cosa.
Y conforme se iban afianzando en su amistad, iba pasando el tiempo y comenzaban a hacerse inseparables. Hugo le contó a su amigo que, cuando había estado enfermo, había intentado pasar a su lado y no había podido, y le preguntó de nuevo si él utilizaba algún truco especial. Pero le respondió que no hacía nada raro, tan solo desearlo con todas sus fuerzas. Hugo pensó entonces que tendría que esforzarse más si quería conseguir pasar al otro lado, ya que no lo había deseado con todas las fuerzas, sería por eso que no lo había conseguido.
Hugo se preguntaba a menudo por qué en su lado no había hospitales, por qué nunca estaba enfermo, pero no encontraba la respuesta. Se lo había preguntado a su madre, pero le había dado una respuesta muy rara que no acababa de entender. Le había dicho que, hacía mucho tiempo, ellos también habían vivido en un lugar donde había hospitales, donde las personas se ponen enfermas, pero que habían tenido que irse de allí para vivir una vida mejor. Hugo no entendía qué era una vida mejor, o cómo había sido su vida antes de llegar a su nueva casa. Seguramente era demasiado pequeño para entenderlo, así que decidió esperar a hacerse mayor, para encontrar la respuesta y se olvidó del tema. Lo que no sabía Hugo era que algunas preguntas no tienen respuesta. Tan solo en algunas ocasiones le venían escenas a la memoria en las que veía sangre y escuchaba lamentos y después se quedaba todo muy oscuro, pero hacía mucho tiempo de eso seguramente y no conseguía recordar nada más.
Pero un día Oguh dejó de atravesar el espejo sin mediar más explicaciones, desapareció de su habitación sin dejar rastro. Tan solo en algunas ocasiones la madre de Oguh entraba en ella y lloraba mientras acariciaba sus juguetes. Hugo, que vigilaba por si aparecía Oguh, la vio en varias ocasiones. Un día se acercó al espejo y lo acarició. Seguramente presentía cuánto apreciaba Oguh ese espejo.
Hugo estaba triste desde el día que vio a Oguh por última vez, porque pensaba que nunca volvería a verle….pero un día, al poco rato de regresar del colegio su madre le llamó. “Alguien te espera en la puerta Hugo, sal a ver quién es”. Y cuando se acercó para ver de quién se trataba se quedó estupefacto. Era Oguh, con la cara algo pálida, más delgado, pero con unas ganas locas de jugar. Lo llevó a su habitación y charlaron largo rato. Le contó que estaba enfermo y que no sabía cómo se había presentado en su lado, ya que no recordaba haber atravesado el espejo. En realidad no sabía cómo había logrado pasar. Hugo intentó hacerle recordar, porque para él era importante saberlo. Si existía otro camino para pasar de un lado a otro, debía encontrarlo. Es posible que así le fuera más fácil visitar a su amigo cuando estuviera enfermo. Pero por más que lo intentaba, solo conseguía recordar escenas que no entendía.
Sabía que había tenido uno de sus ataques y lo habían llevado al hospital, pero, después de esto, solo recordaba una habitación completamente blanca con una luz al fondo. Le dijo que durante su estancia en aquel lugar escuchaba a menudo la voz de Hugo, que le decía que huyera de la luz, y que, como entre sueños, oía a los médicos comentar que estaban a punto de perderlo.
Pero no entendía a quién estaban perdiendo. Él solo sabía que estaba tendido en una cama estrecha y que le era imposible moverse. Y cuando escuchaba a su amigo decirle que huyera de aquella luz, intentaba escapar pero los músculos no le respondían. Lo último que recordaba era que había intentado con todas las fuerzas escapar de allí, como cuando atravesaba el espejo. Y de repente se había visto trasportado a la casa de Hugo. Pero no sabía cómo ni cuándo había llegado hasta ese lugar. A Hugo esta explicación le pareció familiar, él mismo había vivido algo similar, solo que él no había conseguido escapar, porque nadie le dijo que huyera de la luz.
Esto explicaría el extraño sueño que Hugo había tenido hacía unas horas. Le había visto aproximarse a un extraño precipicio iluminado de blanco y para evitar que cayera en él, le había gritado en sueños, que se alejara por otro lado, lejos de la luz. Es posible que, por unos instantes, recordara aquel día, cuando caminó hacia la luz y cayó por el precipicio y ya nunca más regresó a la que había sido su casa.
(Continuará)

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jueves, 11 de diciembre de 2008

El Espejo de Oguh (2ª parte)

Hugo le preguntó su nombre y le dijo que se llamaba Oguh. Le pareció un nombre fantástico, pero lo mejor era que, a partir de ese momento, le podría llamar por su nombre. Se oyeron unos ruidos en el otro lado y su visitante tuvo que irse apresuradamente antes de que su madre le pillara fuera de su cama, salió corriendo y volviendo a cruzar hacia el otro lado regresó a su habitación.”
Al día siguiente Hugo le contó a su madre que había conocido un niño, que le había visitado desde otro mundo, pero su madre, acostumbrada a sus fantasías, le siguió la corriente sin darle la menor importancia. Desde aquel día Hugo comenzó a sentir una extraña inquietud y deseaba que pasaran las horas deprisa, para volver a charlar con Oguh, que, fiel a su cita, todas las noches regresaba de su mundo para compartir el suyo. Y como si se tratara de un extraño ritual, a eso de las nueve de la noche Oguh traspasaba el espejo y regresaba a la habitación de su amigo. Pasaban tiempo jugando y charlando hasta que volvían a oírse ruidos del otro lado y Oguh volvía precipitadamente a su habitación, para que no le pillara su madre, que cada noche comprobaba si ya se había dormido.
Estas visitas empezaron a ser tan familiares, que Hugo comenzó a tratar a su amigo como si se tratara de un hermano, ideó una vida fantástica y comenzó a soñar que vivían juntos, el detalle del espejo no era importante, sería como si durmiera en la habitación de al lado. Y conforme fue creciendo esa amistad, Hugo comenzó a hacerse preguntas, no sabía por qué su amigo no le contaba nunca nada sobre su vida, ni sobre sus padres y cada vez que le preguntaba algo sobre su familia, éste evadía la respuesta. No sabía por qué a menudo le sangraba la nariz, como el día que le sorprendió, antes de conocerse. Oguh callaba cada vez que le pregunta por la causa de sus moratones, o a lo sumo respondía que se había caído jugando. Cosa que por supuesto Hugo no creía.
Pero ante su insistencia, Oguh, pasado un tiempo, comenzó a contarle algunas cosas a su amigo, que le dejaron preocupado. Un día sin venir a cuento le preguntó que si su madre lloraba alguna vez, y Hugo le respondió que no lo sabía ya que no le había visto llorar en ninguna ocasión. -¿y la tuya llora alguna vez?- le preguntó Hugo. Oguh permaneció callado en un principio pero luego le dijo - llora todas las noches, cuando me viene a arropar- y luego añadió que solía hacerse el dormido para no preocupar a su madre por saberse descubierta. -¿Por qué llora?- le preguntó, pero Oguh no supo qué responder. Tan solo le dijo que lo había descubierto hacía unos meses de casualidad, cuando una de sus lágrimas cayó en su mejilla y se despertó al sentir la humedad y cuando abrió los ojos se dio cuenta de que su madre estaba llorando. Desde entonces, había decidido permanecer despierto hasta que su madre fuera a arroparle, como todas las noches. Y como cada noche le sentía llorar mientras le daba un beso.
Al cabo de unas semanas las visitas se interrumpieron por unos días y Hugo no sabía qué pensar, suponía que los padres de Oguh habrían descubierto que se escapaba de la cama todas las noches y le habrían castigado a dormir en otra habitación. Y cada noche se asomaba en el espejo intentando verle, pero Oguh no estaba en su habitación. Intentaba atravesar el espejo pero era imposible y no se explicaba por qué su amigo lo cruzaba cada noche y él no podía, por más que lo intentaba. Cuando viera a Oguh la siguiente vez le tenía que preguntar si utilizaba algún secreto, o algo así, para atravesar el espejo, pues quería atravesarlo también para ver qué había en su lado...
(continuará)

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miércoles, 10 de diciembre de 2008

El Espejo de Oguh (relato, 1ª parte)

Hugo tenía una fantasía desbocada y soñaba con situaciones fantásticas en las que vivía aventuras a diario. De ahí que su madre no se extrañara nada cuando luego se las contaba y le quería hacer partícipe de sus juegos. Ella le escuchaba entusiasmada y se preguntaba a menudo cómo podía tener tanta imaginación e inventar cosas, que incluso el mismo parecía creerse. Ponía tal entusiasmo en sus narraciones, que ella misma había estado a punto de creerlas en más de una ocasión.
La vida de Hugo transcurría entre juegos y tareas escolares con la misma rutina de los niños de su edad. ¿He dicho rutina?, es posible que lo fuera, pero desde luego era una rutina extraordinaria en la que no cabía ni un minuto de aburrimiento. Cada tarde cuando regresaba del colegio, se tomaba la merienda y, después de haber terminado los deberes, comenzaba su ritual de juego y permanecía horas en su habitación hablando consigo mismo. Al menos eso era lo que creían sus padres. Porque de otro modo ¿con quien hubiera podido estar hablando, si no tenía con quién?
“El día que lo descubrió, creyó que se había metido en un cuento, porque nunca hasta entonces había imaginado, que esas cosas pudieran ocurrirle a él, pero cuando aquella tarde escuchó esos ruidos detrás del espejo de su habitación, y se asomó para comprobar de qué se trataba, se quedó estupefacto ante lo que vio. Tras el espejo, como en una habitación paralela, otro niño lloraba desconsoladamente mientras limpiaba la sangre, que le salía por la nariz, con una de las mangas de la chaqueta. Instintivamente, Hugo, buscó un paquete de pañuelos de papel y sacó uno para dárselo. Pero cuando volvió ante el espejo se dio cuenta de que no sabía cómo hacérselo llegar. Pensó que si lo colocaba en la parte posterior del espejo, el otro niño lo vería y lo cogería para limpiar su nariz. Así que lo hizo de esta manera y comprobó cómo el niño se acercaba junto al espejo, y se limpiaba con un pañuelo similar. No se lo podía creer, porque cuando miró detrás del espejo, el pañuelo había desaparecido. Por más que miró, no vio ningún agujero a través del cual, pudiera haberse caído el pañuelo a la habitación del otro niño. Hugo se dirigió hacia su cama y sentándose sobre el almohadón pasó las manos por su frente, le parecía que estaba a punto de comenzar una de las historias más fantásticas que había vivido nunca.
Esa noche el niño del otro lado saltó a través del espejo, cuando Hugo dormía profundamente, y le despertó tirando de una de las mangas de su pijama. ¡Despierta! ¡Despierta!. Hugo se despertó sobresaltado y tardó unos minutos en recuperarse de la impresión. No entendía como el otro niño había podido entrar en su habitación de aquella manera, pero él le dijo tranquilamente, que había saltado por la luna del espejo, que todas las noches le observaba cuando estaba a punto de irse a la cama y que esa noche se había rendido al deseo de conocerle en persona, así que, cuando sus padres estaban ocupados con otra cosa, él había aprovechado para ir a verle. También le contó que esa misma tarde había visto caer un pañuelo detrás del espejo y se había dicho a si mismo, que si un pañuelo podía atravesar un espejo ¿por qué una persona no?....
(continuará)

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martes, 9 de diciembre de 2008

El regreso a paso de tortuga

En contra de lo que pronosticaban los medios hace unos días, la afluencia de visitantes en el Pirineo en este puente de Diciembre, ha sido multitudinaria. Se han contabilizado unos 100.000 visitantes, que han acudido a las diferentes estaciones de Aragón. Eso si, supongo que a esa cifra hay que añadir un número importante de personas, que han llegado a las diferentes localidades y que no se han acercado a pistas, porque ya sabemos que no todo el mundo viene para esquiar.
El problema del Puente ha sido el regreso, como siempre, cuando las carreteras se han visto desbordadas por la afluencia masiva de vehículos. La circulación comenzó a ser lenta ya por la mañana de ayer Lunes, pero por la tarde se hacía insoportable, cuando el parón circulatorio era una evidencia. Por poner un ejemplo, a las seis y pico de la tarde costaba una hora bajar de Biescas a Sabiñánigo; a las tres y media, costaban más de tres horas llegar de Sabiñánigo a Huesca.
Muchos porblemas se derivaron de este estado de las carreteras, personas que debían hacer trasbordo en Huesca para llegar a Barcelona, que no llegaron a tiempo y se las vieron francamente mal para poder encontrar hueco en otros autobuses; coches tirados en las cunetas del puerto Monrepós, debido al calentamiento de los motores.
La dirección general de tráfico no ha estado muy avispada este año organizando el regreso en el final del Puente, ya se podían imaginar que siendo un puente de tan pocos días, no iba a haber un regreso escalonado y que todo el mundo regresaría en un margen limitado de tiempo. Es posible que muchas de estas personas decidan no volver al Pirineo por esta fechas, ya que un regreso angustioso no creo que compense de los buenos días vividos durante las cortas vacaciones.
Hechos como este, terminaran cargándose el turismo, si las cabezas pensantes no son capaces de organizar mejor los eventos y solucionar caos como el de ayer.
Por otra parte los que nos dedicamos a la hostelería hemos trabajado a tope, sacando fuerzas de donde no había, para dar el mejor servicio posible, esperemos que los visitantes sepan perdonar los fallos y se den cuenta de que hemos estado contentos de tenerlos un año más entre nosotros. Esperemos que el regreso a paso de tortuga no les haya afectado demasiado y sigan subiendo al Pirineo muchas veces más.

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jueves, 4 de diciembre de 2008

Puente Pirenaico

Comienzan a llegar tímidamente los primeros visitantes de este Puente de Diciembre. Dicen los entendidos que este año va a ser más flojo que años anteriores, esperemos que se equivoquen. La nieve no ha dejado de caer los últimos días, así que suponemos que en pistas estará todo listo para proporcionar un buen Puente.
No hace falta decir que el Pirineo está precioso, así que cualquier destino será magnífico para descansar estos tres días de fiesta y recrear la vista contemplando las montañas nevadas, al mismo tiempo que los aficionados al esquí practican su deporte favorito.
A mi particularmente no me gusta esquiar, y cuando subo a pistas con amigos que si lo hacen, les espero tranquilamente tomando el sol en las hamacas, contemplando la montaña y viendo deslizarse al resto de la gente. Es curioso observar la cantidad de siluetas que pueden dibujarse en la nieve practicando este deporte.
La montaña presenta miles de alternativas para todos los gustos, el senderismo tiene muchas opciones en el Pirineo, con sus innumerables rutas, incluso en invierno. No hay ninguna sensación más placentera que caminar sobre las hojas secas por el otoño, escuchando el sonido del viento, los cantos de los pájaros, el ruido del agua o el silencio del bosque. Así que a los que no os gusta la nieve, no os privéis tampoco de concederos unos días de descanso, que parece que el tiempo mejora y va a ser propicio para que todos desconectéis de la rutina.
Casi toda mi familia es del Pirineo, y yo que lo he recorrido a menudo, conozco como nadie las satisfacciones que puede dar. Animaros a venir y pasaréis unos días inolvidables.

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martes, 2 de diciembre de 2008

Turrones Sebastian Gil

Acabamos de entrar en el mes de Diciembre y, como la fecha es bastante propicia, voy a comentar una noticia, que hace unos días leí en el blog de Carlos. La cuarta generación de los Turrones Sebastian Gil, comienza su lanzamiento por Internet.
Lo han estado haciendo francamente bien a lo largo de cuatro generaciones y sus turrones pueden competir a la altura de los mejores. Os invito a pinchar en los enlaces y tendréis información detallada. Seguro que caéis en la tentación de permitiros un caprichito estas Navidades.
¡Felicidades y mucha suerte en la nueva andadura por el ciberespacio de estos magníficos turrones!

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Tradiciones casi perdidas: matacochines

Acabamos de pasar un fin de semana inolvidable en compañía de familiares y amigos, en un pueblo estupendo, a trescientos kilómetros de donde vivo, donde solemos ir de vez en cuando. En esta ocasión tenía lugar allí un evento, nuevo para nosotros, que una vez más nos ha dado buena muestra de lo maravillosa que es la gente de esta localidad.
Se trata del matacochinos, tradición que poco a poco se va perdiendo en otros lugares, pero que en este lugar sigue viva. Comenzaba el evento con la llegada de los tres cochinos a las seis de la tarde del viernes pasado, después de haber pasado los controles sanitarios de rigor. Estuvieron correteando por el corral, ajenos al destino que les aguardaba. Después, de uno en uno, iban siendo llevados al lugar donde tenía lugar el sacrificio a manos de los dos matarifes, que llevaron a cabo la tarea con suma profesionalidad y que en todo momento dieron buena muestra de su buen saber hacer.
La labor era minuciosa y se llevó a cabo como un rito, en una sucesión de actos que intento reproducir ahora. En el momento del degüello, la mondonguera mayor, que dirigió todo el proceso estupendamente, batía la sangre (con la que se elaborarían más tarde las morcillas), que caía en un recipiente, para evitar la coagulación. A continuación se guardó la sangre en unos recipientes y los matarifes comenzaron a pelar la piel de los cochinos ayudados de buena herramienta y abundante agua hirviendo. Una vez limpios fueron suspendidos en el aire, para proceder al vaciado y descuartizado de los mismos.

Las mondongueras, entre las que me encontraba yo, nos dispusimos a limpiar las correas (tripas) que servirían para el embutido de las morcillas, chorizos etc. Mientras tanto, la carne iba siendo colocada en unas mesas para que se oreara hasta el día siguiente.
La mañana del sábado la comenzamos, como es costumbre allí, almorzando huevos fritos con torreznos, que estaban ricos ricos. A continuación seguimos con la tarea, cada uno con la suya, minuciosamente repartida por Isabel, la mondonguera mayor, que es una gran organizadora y curranta. Unos descuartizaban la carne, otros la iban triturando y separando para los diferentes procesos, o sea para elaborar las diferentes embutidos: chorizo, salchichón, longaniza, güeñas (éstas son un embutido que se elabora con la asadura cocida, a la que se añade magro y tocino). En una gran caldera se iban cociendo unos cuantos kilos de arroz, para la elaboración de las morcillas, que, a pesar de que no me gustan tengo que reconocer que estaban ricas. La carne que previamente había sido capolada, se iba colocando en unos baldes, donde se añadían luego las diferentes especias para completar la elaboración de los embutidos, que antes eran cuidadosamente amasados, para que las especias penetraran bien por toda la carne.
A la vez de esto, algunas mondongueras, habíamos cosido las correas, que posteriormente se rellenarían con las diferentes mezclas para realizar el embutido. En unas, las morcillas y los morcillones y en otras el salchichón, chorizo, güeñas etc.
Antes de llevar a cabo el relleno de las correas, habían tenido lugar diferentes catas para comprobar el estado final de las diferentes mezclas, que todas estaban buenas buenas.
Así que todo el sábado lo pasamos de esta guisa, hasta que todo estuvo terminado. Conforme se embutían las correas, se ataban y se subían al secadero donde permecerán colgadas hasta su completo secado para los diferentes usos. Parte de la carne se empleará en hacer conserva, como los costillares, los lomos, algunos adobados y otros en conseva, la careta, el rabo, el morro (todo puesto en sal), los hígados filetados y al congelador, lo mismo que la carne de los entresijos (que para eso se aprovecha todo)
Seguro que he olvidado algo, porque estos cerditos eran eternos, yo creía que no íbamos a terminar nunca de elaborar cosas y eso si, sin nada de desperdicio, que de la carne del cerdo se aprovecha todo, absolutamente todo.
En definitiva un fin de semana inolvidable, que terminó el Domingo con el acabado final de los productos y con la degustación de una rica paella, elaborada por Ana Belén, que es una gran cocinera. El Lunes regresamos a casa, con una imágenes vivas en el corazón de unos días inolvidables, que seguro que repetiremos todos los años de ahora en adelante.

Una vez más, gracias a la gente de la localidad, tan maravillosa como siempre, tan acogedora y amable, que con su cordialidad hicieron que nos sintiéramos a gusto y encantados entre ellos. Por razones obvias no digo el nombre de este pueblo aragonés, por si hubiera alguien en contra de los matacochines y no quiero darles problemas.
Pero sabed que de los pueblos que conozco, éste es el mejor y su gente un ejemplo para todos, que si los imitaramos seríamos mucho más felices, de esto estoy segura.
¡Felicidades a este pueblo por conservar las tradicciones y trabajar día a día para que no se pierdan!.




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