lunes, 2 de febrero de 2015

La cizaña que más molesta, para cada cual la suya.

A menudo hemos oído la expresión en momentos determinados de que "hay un antes y un después" y aunque sea muy utilizada hay que reconocer que, por lo expresiva que es,  se puede emplear millones de veces. Porque la verdad es que hay acontecimientos que nos marcan tanto, que no podemos menos que atribuirles ser los causantes de nuevos comienzos.
     Nuevos comienzos que nos invitan a vivir de manera diferente porque los pilares que creíamos que  sostenían nuestra vida, de la noche a la mañana, se ven derrumbados por un terremoto inesperado,  que nunca hubiéramos imaginado que podía llegar. Con toda nuestra vida derrumbada por el suelo y mientras intentamos levantarnos,  comprendemos el verdadero sentido de la vida. Entendemos que ha llegado el momento de vivir nuestra vida, que aquellas premisas que nos inculcaron de pequeños no sirven de casi nada, porque eran objetivos personales de otras personas, no eran los nuestros. Pensamos que nuestra vida ha estado cimentada en un error pero a pesar de todo pensamos que merece la pena aprender de nuestro propio error; solo así podríamos ser capaces de edificar algo sólido que no se desmorone, cuando la crueldad de los perversos lance su mano destructora contra nosotros. Con mano fuerte y convicciones profundas podremos detener el látigo que intenta hacernos daño. 


Emprendemos así un  camino diferente, rodeados de diferentes personas que pasan a ser coprotagonistas de nuestra vida; es entonces cuando nos damos cuenta de que en la pantalla de nuestra vida solo queremos buenos actores, que los actores mediocres son relegados a terceros, cuartos, quintos, enésimos planos imperceptibles, donde quizá debieron estar siempre. 
Seguramente os habrá pasado a veces que os sentís como si la mala hierba creciera junto a vosotros y os ahoga tanto que un buen día os decidís a arrancarla de vuestra vida para que no os arruine. De eso se trata de arrancar de nuestro lado esas plantas venenosas que no sirven para nada, solamente para estropear la vida de otras plantas que solo quieren crecer y vivir en paz. La cizaña, la llamaban en la Biblia, y todos sabemos que la harina de sus semillas es venenosa, será por eso que deberíamos alejarnos de ella lo más posible, no sea que su veneno nos alcance y eche a perder nuestra cosecha.

Será por eso que deberíamos erradicar lo que haya de mala hierba en nuestro interior, porque todos tenemos algo de cizaña, lo que ocurre es que no la vemos, por aquello de que se ve mejor la mota en el ojo ajeno que la viga en el nuestro. A lo mejor en lugar de perdernos en frases grandilocuentes deberíamos ser más ejecutivos y poner manos a la obra, que es fácil pensar que los demás son los malos y dar por sentado que nosotros no tenemos parte de culpa. Que cada cual arranque su cizaña, que ya tenemos bastante, pensando que los demás harán lo propio. Que ya somos mayorcitos ¿No?
 


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