sábado, 7 de septiembre de 2013

Burros, incompetencias, y demás desastres hospitalarios del mes de Agosto

El hecho no tendría mayor trascendencia  si fuera un caso aislado, pero como me consta que no lo es, quiero hacerme eco de un asunto importante que está pasando en alguno de nuestros hospitales, gracias, seguramente, a la política de recortes de nuestro presidente del gobierno.
Atónita me he quedado con mi última experiencia hospitalaria en la que he podido presencia toda la evolución por la que una persona, muy allegada a mí, ha tenido que sufrir en el Miguel Servet de Zaragoza.
Acudió a urgencias en ambulancia, ya que es una persona impedida, por orden de su médico de cabecera o de familia, como los llaman ahora. Una vez visitado, los médicos de urgencias vieron necesario un ingreso hospitalario para aplicarle el tratamiento necesario. 
La cosa no tendría mayor importancia si no fuera porque esta persona, de más de ochenta años, tuvo que permanecer tres días en urgencias en una sala múltiple esperando una cama. Una gran aberración si consideramos el estado y la edad de dicha persona; y eso que dicen que tenemos la mejor seguridad social del mundo (¡cómo serán las otras!).
A los tres días le asignaron una cama y allí comenzaron el resto de las atrocidades, porque el trato sin ser indigno, dejó mucho que desear. Después de advertir la familia al personal médico de la planta que el paciente llevaba más de tres días sin hacer sus necesidades, fue todo un calvario para conseguir que les hicieran caso; la primera enfermera a la que se lo dijeron les respondió que tuvieran paciencia que había otras prioridades. Y teniendo en cuenta que el paciente estaba atravesando un episodio de encefalopatía, que requería tener el intestino limpio para la recuperación, no entiendo qué prioridades podía haber para desatender a este paciente en algo tan fundamental; o la enfermera no se había leído la patología (cosa que debería hacer) o el día que daban la encefalopatía ella no fue a clase, o era una incompetente de mucho cuidado. Pero la cosa no terminó allí porque al día siguiente se le comentó el tema a uno de los médicos y les aseguró que le aplicarían un enema, pero pasó el día siguiente y el otro y uno más sin que tal hecho se llevara a cabo; volvieron a requerir al médico que el paciente llevaba ocho días sin hacer de vientre y éste aseguró que tres días antes había ordenado el enema, pero curiosamente la orden no llegó al ordenador de enfermería. Puestos a la obra esa misma tarde finalmente le pusieron el enema y otro al día siguiente. Una metedura de pata importante si es verdad que nuestra seguridad social es tan buena como dicen.
Pero la cosa no terminó allí, digamos que un tal jueves el personal de enfermería comprobó que la vía que llevaba colocada el paciente no estaba funcionando como debía y decidieron cambiarla de lado, pero ante la imposibilidad de encontrarle un nuevo sitio en todo su cuerpo para colocársela (aunque tampoco estuvieron mucho tiempo intentándolo), dedicieron pasarle a medicación oral y teniendo en cuenta que el paciente no podía tragarla (eran unas pastillas como torpedos) fue una decisión muy acertada.
Ese mismo día le subió la fiebre a más de 38 grados, le dieron paracetamol y antibiótico y todo resuelto, y digo todo resuelto porque ante el asombro de la familia y del personal de planta, al día siguiente tras la visita del médico, éste se acercó a la hija del paciente y sin mirarle siquiera a los ojos (debía ser muy tímido) le dijo que como ya no llevaba goteros que le daban el alta para que continuara el tratamiento en casa. Desde hacía horas la familia estaba oyendo desde la habitación cómo llamaban al control desde urgencias solicitando camas.
La cosa era más que evidente.
Ignoro si la persona que ocupó después esa cama estaría más grave  que el que desalojaron, pero la cosa es que la sensación de que te han tratado como a un borrego no se la quita nadie porque para la familia de este paciente ésta ha sido una experiencia negativa, por el mal trato recibido y por comprobar que el descontrol que había en el hospital no puede llevar a nada bueno. Esperemos que una vez pasado el mes de Agosto y regresado todo el mundo de sus vacaciones haya vuelto la normalidad a los hospitales, si puede hablar de normalidad después de los descalabros que el presidente está haciendo con los recortes en los hospitales.
Y para terminar una pregunta al señor Rajoy  ¿Usted permitiría que tuvieran a su padre tres días en urgencias esperando una cama y que después le trataran como a este paciente? ...PUES EL RESTO DE LOS ESPAÑOLES TAMPOCO.

(consejos para los pacientes que tienen venas difíciles: cuando vayan a ponerle una vía, relájese y distraiga su mente para facilitar el trabajo, no sea que le toque algún borrego que no sabe poner vías y al día siguiente le manden a morirse a su casa)

1 comentario:

RosaMaría dijo...

Este es un problema generalizado en casi todas partes. Digo casi porque hay excepciones en cuanto a personal más humano, pero lo de las camas y desabastecimiento hospitalario es tremendo. Saludos.