lunes, 14 de diciembre de 2015

Yo soy, tu eres, él es. El afán de llevar la contraria.

Parece que en Internet estemos siempre en guerra unos contra otros; nunca llueve a gusto de todos; siempre hay una mitad que critica a la otra mitad. No han dicho unos "a" que surgen  defensores de "b" o viceversa. Parece ser que hay quienes piensan que todos debemos pensar lo mismo, reivindicar lo mismo, sentirnos igual ante lo mismo. Y no hace más que aparecer un comentario para que pronto aparezcan cual defensores de lo indefendible, echando por tierra empuñando sus armas de intransigencia e intolerancia, ante los que se permiten pensar libremente.
     Primero fueron los comentarios del niño sirio que apareció muerto en la playa, frente a los que no tardaron los de quienes apelaban a la cordura, recordándonos que miles de niños mueren a diario en las guerras; ahora han muerto dos españoles en un atentado y han aparecido quienes han criticado a los "soy París"  por no haber puesto ahora  "soy España" por los dos militares muertos en el atentado de Kabul. Y digo yo ¿Quienes son ellos para decirnos lo que debemos ser o no ser y sobre todo lo que debemos o no escribir? 
Yo les instaría a esta pandilla de intolerantes que se miraran la viga de su ojo, porque es posible que encontraran un medio mejor de reivindicar lo que quisieran  sin mofarse de quienes comentan lo que creen oportuno. Porque ¿Acaso está escrito o mandado en alguna parte que debemos ser todos iguales, que tenemos que pensar lo mismo, que tenemos que sentirnos igual? 
Son batallas del siglo XXI nada fáciles  de lidiar, mientras haya quienes se crean dueños de este mundo virtual, donde en definitiva nadie tiene razón o todos la tienen, porque ya lo dijo Ramón Campoamor:  "en este mundo traidor, nada es verdad ni mentira, todo es según el color del cristal con que mira" O lo que es lo mismo, todo es subjetivo y nadie es mejor ni peor por reivindicar cosas diferentes. 
Seguro que si hubiera habido un millar de "soy España" también hubieran tenido algo que decir. Porque los tocapelotas hablan por hablar con  tal de llevar la contraria. 

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