Se dice por ahí que las mayores frustraciones las causan las expectativas que ponemos a veces en las personas, en las metas, en las cosas. Por eso lo más fácil para no sufrir decepciones sería no tener demasiadas expectativas o no tenerlas demasiado altas. A veces esperamos que ocurran cosas que nunca ocurren. Son los pequeños sueños irrealizables que año tras año se acumulan sin que terminen por despertar. Son como sueños repetidos que a fuerza de volver y volver se convierten en compañeros irreemplazable de nuestras vidas.
Y no tienen por qué ser sueños imposibles, es más, normalmente los sueños más realizables son los menos imposibles. Será por eso que son tan difíciles, que teniéndolos a la altura de la mano no somos capaces de verlos. Y miramos al horizonte imaginando que allá lejos hay cosas maravillosas por hacer mientras estamos ciegos para esas cosas cercanas que de verdad importan.
Siempre he dicho que las pequeñas alegrías son más importantes y nunca he tenido sueños imposibles, me he conformado con pequeñas cosas. Lo que ocurre a veces es que mucha gente interpreta de modo incorrecto esta manera de ser y solo te ofrecen las migajas que les sobran, porque como tu te conformas con tan poco les parece que para ti es suficiente.
Pero somos humanos y a veces nos dejamos llevar por esos ramalazos de sueños que nunca llegan; a veces tenemos la sensación de que está a punto de suceder algo diferente y sin embargo nos equivocamos porque llegan los imponderables, esos sucesos absurdos e inesperados, que aparecen cuando menos lo esperas y que te joroban todos los planes. Y claro, como estás acostumbrada a quedarte en segundo plano, te quedas con un palmo de narices mientras te preguntas por qué siempre te pasan estas cosas. Y no escarmientas, que es lo malo.
Hasta que llega un día que pensando en aquello de las expectativas dejas de esperar y decides dejarte llevar a ver qué pasa, sabiendo en el fondo que probablemente nunca pase nada especial. Lo especial está en las pequeñas cosas que te rodean, te dices a ti misma, esas cosas que te acompañan sin prestarles atención,
Habréis notado que hablo de sentimientos, porque está claro que en otros campos de la vida si no tienes expectativas no avanzas. A la conclusión que quiero llegar es que nunca hay que esperar a que los demás cumplan nuestras expectativas, porque no van a hacerlo, entre otras cosas porque tendrán mejores cosas que hacer. Porque los demás siempre tienen mejores cosas que hacer.
O dicho de otra manera, si sueñas con tener un pez de colores, vete a un paraíso tropical, quítate los zapatos, remángate el pantalón, entra en el agua y cógelo tu mismo ¿A que no es tan difícil? Y si no tienes para el billete de avión una de dos, o no desees peces de colores o te los vas a comprar a un acuarium, que seguro que está más cerca.
En esta vida siempre hay un plan b, para los sueños también.
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