Estos párrafos que vienen a continuación forman parte de una historia que algún día verá la luz y que forman parte de algo importante. Hoy he querido transcribirlos para conmemorar el quinto aniversario del fallecimiento de José Luis.
" Muchas
veces a lo largo de mi vida me había preguntado si las cosas suceden
casualmente o por el contrario todos tenemos una historia
predeterminada, que nos hace vulnerables al no poderla modificar.
Desde lo más hondo de mi ser me había preguntado a menudo si los
renglones torcidos, por donde se desenvuelve la vida de las personas,
tenían alguna explicación preestablecida, o éramos las personas
quienes torcíamos nuestras vidas, aún sin quererlo, yendo por
derroteros por donde nunca hubiéramos querido transitar.
A
lo largo de mi vida había existido una constante que de vez en
cuando emergía, de no sé bien dónde, y que se empeñaba en dejarme
a minuto y medio de conseguir todo aquello que me hubiera propuesto.
Siempre me quedaba a minuto y medio de conseguir aquellas cosas que me hubieran producido
felicidad. Rodeada por intensas situaciones que nunca me produjeron
placer, permanecía inquieta preguntándome si algún día llegaría a
mi meta.
Desesperada
por la incertidumbre que me producía no saber nunca si estaba
haciendo lo correcto para enderezar mi vida, me lancé a una
despiadada búsqueda de la felicidad, que me obligó a comenzar de
nuevo en diferentes ocasiones, siempre sin conseguir mi propósito.
Llegó un momento en que dejé de interesarme por esta búsqueda, sin
saber que esta decisión me daría a conocer una de las experiencias
más intensas de mi vida: José Luis. Porque entonces le encontré.
Pero como en las otras ocasiones me quedé a minuto y medio de conseguir la felicidad con él. Aquella fatídica madrugada del 25 de Noviembre respiró por última vez. Cansado de luchar contra el dolor terminó dándose por vencido y no pudo más. Muchas veces desde entonces me he reprochado que yo no fuera capaz de seguir luchando por él. Quizá eso es lo que me impide pasar esa página de mi vida "
Esta melodía de Rod Stewart ha sido testigo de muchos de nuestros momentos y aún después de tanto tiempo sin José Luis se me pone la piel de gallina cuando la escucho. Hoy se la quiero dedicar una vez más para hacerme la ilusión de que sigue aquí, aunque sé que no es verdad. La fotografía de arriba la hice en una excursión al Ibón de los Asnos cerca de Biescas. Estaba enamorado del Pirineo y no se cansaba de mirar las montañas y las seguirá mirando para siempre. La segunda foto es donde nunca dejará de mirarlo.
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