Hace tiempo que no escribo de ti, lo que no quiere decir que no te recuerde. Hoy hubieras cumplido 85 años, pero el destino quiso que te fueras con 46. A menudo pienso que mi vida hubiera sido muy diferente si no te hubieras ido tan pronto. Una madre es una madre y se le necesita siempre y yo te he necesitado a menudo, pero no estabas allí. Sabes que cada día hablo contigo o pienso en ti, recordando tantos momentos entrañables.
A menudo te veo en aquella mesa camilla que teníamos en el comedor junto a la ventana, donde guardabas tus cosas de costura y donde pasabas tantas horas cosiendo para nosotros nueve. Cuando te fuiste no podía mirar aquella mesa y cuando pasaba por delante volvía la mirada hacia otro lado porque si la veía sin ti me echaba a llorar. Luego poco a poco volví a verte allí sentada, como si no te hubieras ido. Allí sentada sigues, cosiendo que te cose, hilvanando los dobladillos, ajustando una cintura, encarando una falda. Todavía recuerdo que cuando me probabas un vestido siempre me decías que metiera la tripa y cuando me pinchabas sin querer con un alfiler porque me movía, me decías que para presumir había que sufrir.
Recuerdo cuando me enseñaste a hacer la primera tortilla, el primer arroz, las primeras croquetas. Recuerdo cuando me decías que yo era una segunda madre para mis hermanos. Por suerte o por desgracia ellos nunca me vieron así.
Recuerdo que cuando íbamos de compras en verano nos parábamos en un kiosco a tomarnos una limonada granizada; siempre me
hacía más ilusión la limonada que las compras.
hacía más ilusión la limonada que las compras.
Son tantas las cosas que me vienen a la cabeza que estaría escribiendo un día entero.
Hoy quería volver a escribirte algo para felicitarte por tu "no cumpleaños"y para decirte que te sigo echando de menos, que tantos tumbos que he dado en mi vida hubieran sido menos si no te hubieras ido tan pronto.
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