jueves, 8 de agosto de 2019

Pensar en los demás y saber estar. Cosillas de la vida

Hoy toca un poco de todo. Hablemos de que la gente nos hemos olvidado de pensar en los demás y no vemos más allá de nuestras narices. Mi madre me inculcó desde niña que debía saber ponerme en el sitio de los demás para entenderlos y que no debía hacer a los demás, lo que no querría que me hicieran a mí. A menudo recuerdo estas enseñanzas, que también he intentado transmitir a mis hijos. No sé si algún día dentro de mucho, ellos las recordarán como yo las recuerdo ahora.
Y viene esto a que cada vez más vengo observando que la gente pensamos cada vez menos en los demás; solo nos importa lo nuestro, aunque para conseguirlo debamos machacar al prójimo. Por poner algún ejemplo: gente que pone música a toda pastilla a altas horas de la madrugada; gente que enchufa el lavavajillas a las doce de la noche, sin importarle que quizá el vecino de al lado tenga que madrugar a las cinco de la mañana para ir a trabajar; gente que deja que sus perros meen en las fachadas de los edificios o que jamás recogen las cacas, o solo las recogen cuando los miran, sin importarle el malestar que provoca a sus vecinos; gente que grita de madrugada, que da portazos cuando entra a los zaguanes, que saca chorreando la bolsa de la basura, o que deja que su perro ladre de continuo. Sería una lista interminable por desgracia.
También nos hemos olvidado de lo que es la educación o la cortesía, de lo que significa saber estar en cada situación. Y a menudo perdemos el norte o actuamos como un ciclón,  arrasando todo a nuestro paso, sin importar que caiga quien caiga. Me molesta la gente maleducada y la gente histérica que intenta solucionar todo a gritos, como si por chillar tuviera más razón. En definitiva gente que no sabe estar y no se da cuenta de que con un solo día que se le vaya la cabeza, puede perderlo todo; la amistad de sus amigos, la confianza de quienes confiaban en ella. Y sobre todo no se da cuenta de que va  a perder la estima y va a cambiar el concepto que los que la rodean tenían de ella.

 Por suerte de estas situaciones alborotadas vamos a aprender muchas cosas; por ejemplo a conocer mejor a las personas, a bajarlas del pedestal. Sí. Hablo con conocimiento de causa; hace unos años presencié  una de estas situaciones, que me impactó; hace dos días se derrumbó ante mí la alta estima en que tenía a una persona que conozco, por su mal comportamiento hacia mi, en una situación que debería haber controlado mucho mejor y que se le fue de las manos. Y como soy muy mayor para aguantar impertinencias, pues tal día hará un año. Que a estas alturas, impertinencias, aguanto las justas.
Esto me hace pensar en la hipocresía de la gente, lobos con piel de cordero a menudo, que primero se acercan a ti con dulzura y que con el tiempo se les olvida que llevan  disfraz y se comportan como son; en definitiva, lobos (con perdón de los lobos). 
Me encanta la gente que piensa en los demás y la gente que sabe estar en la vida. 

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