jueves, 4 de febrero de 2021

Calamidad es mucha Calamidad.

      Hace tiempo que no vemos a María Calamidad por estos lares y es que está tan aburrida y cansada de esta pandemia y de la ineptitud de los políticos que no saben por dónde cogerla, que no le quedan ganas ni de respirar.

     Pero Calamidad ha sacado fuerzas de flaqueza para expresar sentimientos; porque nos estamos olvidando del mundo de los sentimientos. Nos estamos olvidando de sonreír aunque sea con los ojos, de besar aunque sea con el alma, de abrazar aunque sea con las palabras, de caminar hacia delante aunque sea saltando vallas. Estos tiempos atroces que nos están tocando vivir están minando la moral y Calamidad está cansada. Ella vive prácticamente confinada hace meses, porque solo sale para ir al supermercado, al estanco, a la farmacia y a pasear a su perra. Y si no fuera por la perra todavía saldría menos. 

     Pero Calamidad tiene su mundo de  fantasía, que la visita un día si y otro también para recordarle que la fantasía también es un modo de vida. ¿Qué sería ella sin la fantasía? Ella no necesita atravesar un espejo para sumirse en un mundo imaginado donde pasan las cosas que tienen que pasar. A ella le basta cerrar los ojos para sentirse transportada a un mundo que solo existe en la mente de los valientes, de los incoformistas, de los luchadores. Un mundo donde se puede ser transgresora ignorando normas carentes de sentido, que llevan a la infelicidad más absoluta. Esta es mi Calamidad, la mujer que cuando hace falta sabe saltar sobre los principios porque piensa que las personas son más importantes. 

     Ella también querría ser importante para alguien. Que hubiera alguien que por ella fuera capaz de saltarse los principios y sortear los prejuicios que joroban las relaciones. Aunque mucho se teme que no existe ese alguien. 

     Calamidad solo habla con su perra desde hace meses, es la que mejor la entiende, la que siempre está dispuesta a sentarse a su lado para recibir sus caricias, caricias que enamoran el alma de la perra. 

     Calamidad tiene unos ojos que también enamoran, por lo menos eso le han dicho en algunas ocasiones. Será porque el color gris refleja la intensidad de su mirada, que no desperdicia rincones, que no pasa por alto otras miradas. Porque los ojos hablan y los de Calamidad lo dicen todo cuando la miras. No hacen falta palabras, ni gestos. Solo mira sus ojos y sabrás cómo es, cómo siente, cómo ama. Podrás descifrar lo que siente por ti, lo que le duele de ti, lo que espera de ti y lo que sabe que no le darás. 

     Mírala de cerca y observa como se estremece, con un temblor imperceptible para otros, pero no para ti. Y temblará porque te ama, o porque te odia, o porque no sabe lo que siente por ti. Pero temblará por ti. Mira de cerca su ojos y sentirás que te cuchichean al oído palabras inaudibles para otros, pero no para ti. Solo tienes que escuchar su mirada para saber que nunca una mujer estuvo al mismo tiempo tan cerca y tan lejos de ti.

     Y como siempre le pasa, Calamidad se ha dejado llevar por su imaginación y ha tirado para el monte, donde viven las cabras y se ha subido con ellas al peñasco más alto. Ella se siente bien allá arriba porque no ve peligro. Algunas personas que la han visto dicen que a veces, cuando cree que nadie la ve, de esconde tras unas rocas y mira fijamente al infinito, sin hacer nada...y pasa  horas así. Solo mira y espera...Y es que Calamidad es mucha Calamidad. 

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