Hace unos meses nos obligaron a llevar una mascarilla contra el covid y pensábamos que esto era la solución para combatir esta pandemia. Pero en lugar de ir a mejor, hemos empeorado considerablemente y hemos llegado a unos límites que no nos imaginábamos ni remotamente. La mascarilla no es la panacea que terminará con esta pandemia, porque hasta no hace mucho no se sabía ( y si se sabía, se ignoraba) que este virus se propaga por aerosoles. Y tuvimos que tirar de diccionario para averiguar qué demonios eran los aerosoles, que a la mayoría nos sonaban a desodorantes o ambientadores al uso, y averiguamos con horror que estábamos metidos de lleno en la guarida del lobo.
Los aerosoles son muy peligrosos en sitios cerrados y no es muy lógico que se obligue a la población a llevar mascarilla en sitios abiertos, cuando la transmisión se lleva a cabo en sitios cerrados, donde hasta hace poco nadie llevaba mascarilla. Porque incluso en nuestro domicilio deberíamos llevarla si es así.
Dando por hecho que la gestión de está pandemia deja mucho que desear, tenemos que constatar otros aspectos. Se primó apoyar la economía en la medida de lo posible, porque entre morir de covid o de hambre no hay tanta diferencia. Pero resulta que en sitios donde la economía ha estado más parada, tampoco se ha solucionado mejor la situación y allí donde las medidas han sido más estrictas tampoco gozan a estas alturas de mejores resultados.
Y entre col y col... va y llegan los españoles, que son muy bravos y algunos se saltan las medidas a la torera porque el tema no van con ellos. Que son una minoría, pero una minoría que se nota mucho y está contribuyendo a la propagación de la pandemia, provocando que gente que sí que ha cumplido las normas, enferme. Y se han criminalizado sectores de la población, lo cual es bastante injusto, porque como digo los incumplidores son los menos y no es razón de criminalizar a nadie. Sobre todo se ha criminalizado a los jóvenes cuando hay una mayoría d e ellos que están siendo cumplidores con las medidas. Porque, claro, hay que culpar a alguien. Y al gobierno le va bien que nos peleemos entre nosotros. ¿Qué si no ha hecho el gobierno durante todo este tiempo, sino hacer que parezca que la propagación de esta pandemia se deba los incumplimientos de las normas por parte de los ciudadanos y no a la gestión tan nefasta que se está haciendo de ella por parte suya?
Y ,como si no fuera bastante larga la lista de despropósitos, nos cae encima un temporal y nieva donde no suele hacerlo y ¡venga, todos a tirarnos bolas y a presentarnos en lugares públicos abarrotados de gente, que la nieve es muy bonita!, en lugar de quedarnos en casa aprovechando la circunstancia para contribuir a frenar la pandemia. Lo que deberíamos saber es que la nieve es bonita en otras circunstancias, no ahora, cuando estamos con la soga al cuello. Luego vienen los patinazos, las caídas, los golpes, que nos obligan a saturar las urgencias, más de lo que están, contribuyendo a una situación que nunca debería haberse dado en estas circunstancias porque mientras se pone yeso en una pierna rota, se deja de vacunar a equis personas o de atender a equis covid.
Un poco de sentido común, que aunque sea el menos común de los sentidos, debería darnos las claves de lo que podemos o no hacer, independientemente de la mala gestión de esta crísis. Porque ellos, los políticos, ya tienen bastante con echar balones fuera, inculpándose unos a otros todo el rato, olvidando lo que hace meses les rogaron los ciudadanos: que hicieran un frente común y se pusieran a trabajar por este pueblo que les necesita y al que han dejado tirado en la cuneta. Porque sí, así es y así nos sentimos todos.
1 comentario:
Excepto cuatro meses que estuve en la urbanización de nuevo Broto, llevo desde marzo confinado voluntariamente en casa por no aguantar las mascarillas.
Incluso el 24 de noviembre tenía un juicio presencial en Alcorcón (Madrid) y conseguí que se hiciera desde Zaragoza por teleconferencia, por mi problema respiratorio.
Es muy triste que por unos cuantos, los demás tengamos que vivir encerrados en casa.
Voy a comprar cada tres días en coche, no he visitado un bar desde hace... ni lo se ya.
No me atrevo a salir de casa, ¿esto es vivir?
Un codazo, ya que un abrazo no nos está permitido.
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