miércoles, 12 de septiembre de 2012

Avive el seso y despierte

Parece que vuelve la tranquilidad después del ajetreo del verano. Las caminatas matutinas  comienzan casi  al mismo tiempo que las luces de la mañana, cuando el nuevo día hace acto de presencia poco a poco. El pantalón corto ha dado paso a unos legins y la camiseta de manga corta se esconde bajo la sudadera, cubriendo los brazos que tan solo días antes quedaban al descubierto. 
La vía verde por donde vamos a Orós todas las mañanas, se va quedando desierta, tan solo nos cruzamos con una persona, que madruga más que nosotras, porque cuando nosotras vamos ella  vuelve, y cuando regresamos ya  no nos tropezamos con  casi nadie (porque las picarazas no cuentan). El huerto nos ofrece los últimos frutos, que no han estado mal, muchos calabacines, acelgas, borrajas, lechugas, cogollos, pimientos, berenjenas. Los tomates, un desastre, ni los rosas ni los rojos han tenido a bien crecer demasiado. Habrá que aprender algo para que el año que viene salgan mejor. Las sandías no han llegado a siete kilos, pero bueno, creo que no se les puede pedir más, lo mismo que los cuatro melones, que ignoro cómo o por dónde llegaron a mi huerto, porque yo no los planté, puede ser que me vendieran la planta confundida con los pepinos, yo qué sé, el caso es que ahí están más majos que majos y sin venir a cuento: misterios de la naturaleza.
Las flores están algo pachuchas, las especias bien, pero creo que han crecido demasiado porque se han puesto un poco raras. Eso sí, las fresas se las han comido los pajaricos o similares, el girasol se ha quedado a medio camino entre la adolescencia y la juventud, o sea que ni chicha ni limoná sacaremos de él. Y los pinchos, no nos olvidemos de los pinchos, esos si que han crecido la mar de bien, invadiendo todo a su paso, como las malas hierbas, que no sé de dónde salen ni quién las alimenta, seguramente el mismo que a los lirios del campo y como ellos tampoco se preocupan del mañana, ni de la visa, ni de la tasa de inflación. ni de si la prima sube o deja de subir, ni de si baja y hasta dónde baja. 
El caso es que contemplando esto a una se le ponen ganas de pasarse a lirio del campo, zarza  o cardo borriquero, pero claro,  eso de quedarse quieta en la mata, como que no me apetece de momento, que hay que seguir dando guerra, mucha guerra para que el alma, que se había quedado dormida, avive el seso y despierte, parafraseando a Jorge Manrique, que contemplando cómo se pasa la vida no llegamos a ninguna parte.....

2 comentarios:

alfonxiko dijo...

Sencillamente, genial. Precioso

Sofía Campo Diví dijo...

Mira que eres zalamero