Mis continuos viajes a Zaragoza, que comenzaron hace casi un año, me impiden atender este espacio como debiera. Tengo a mi hijo Juan delante que al comprobar que he abierto la página del blog me ha preguntado "¿estás en pienso, luego escribo?" le he dicho que si pero que no estaba inspirada. Y como si fuera la cosa más fácil del mundo me ha sugerido que hablase de pesca. Y claro, no tengo ni idea del tema. Tampoco me gusta pescar. No sabría por dónde empezar.
Bueno, podría empezar diciendo que Juan va a pescar de vez en cuando, que uno de sus hermanos también lo hace allá por los pantanos por donde habitan los siluros. Que ambos se dedican solo a la captura y suelta, porque hace tiempo que solo veo lo que pescan en fotografía.
Yo creo que para pescar, como para casi todo en la vida, hace falta tener mucha paciencia. Que no es tan fácil como parece, que hace falta saber preparar los aparejos, cosa que cuesta un buen rato por cierto, sobre todo si tienes que insertar las delicadas moscas artificiales en el hilo de pescar. Luego está el tema de las cucharetas, nada baratas y menos si vives en Biescas, con lo caro que es aquí todo. Pues como os iba diciendo si juntara todas las cucharetas que ha perdido mi hijo tendría para poner un negocio, porque siempre me está pidiendo dinero para cucharetas; imposible que pesque tanto.
Esto me recuerda a su otro hermano, el pescador, que cada mañana cuando salía para ir al colegio me pedía dinero para papel cebolla. Yo le preguntaba para qué necesitaba tanto papel cebolla y me respondía que para manualidades, pero la verdad era que jamás vi ninguna. Desde luego era original.
Volviendo a la pesca. Hay gente que lleva al extremo esta ocupación y viajan hasta el otro lado del mundo para pescar; conozco una persona que suele ir a Chile. Y me pregunto si no serán las truchas iguales en todas partes que necesitan recorrer medio mundo para practicar este ¿deporte?
Pero claro con esto pasa como con todas las aficiones, que te tiene que gustar y para gustos están los colores, pero desde luego a mi no me pillarán pescando, como no sea un resfriado. Me ha venido a la cabeza una frase que decía mi madre "no digas nunca de esta agua no beberé". Ni hablar. De ésta no beberé
¡ Que he dicho que no!
Bueno ya he hablado de pesca ¡Pobres peces! y me vuelvo a preguntar ¿Por qué salvamos a las ballenas y pescamos a las truchas?
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