Hace unos días me llegó a facebook la siguiente frase: "nuestro peor problema de comunicación es que no escuchamos para entender, escuchamos para contestar" y como me gustó la frase y me pareció muy real, la compartí. Mi amiga Maribel, no creo que se moleste porque la nombre, profundizó todavía más diciendo: "nuestro peor problema es que no escuchamos y para colmo respondemos". Y tiene más razón que un santo.
Porque cuántos malos rollos se podrían evitar con tan solo leer dos veces una frase, pensar dos veces algo que hemos escuchado y contar hasta diez antes de responder. Pero ocurre que nos dejamos llevar por las ideas preconcebidas, que un día anidaron en nuestra cabeza y no nos paramos a pensar si eran o no ciertas, o si lo pensamos dimos como cierto algo que no lo era, aunque los argumentos fueran tan flojos que no se sostuviean. Cuando los prejuicios te absorben es lo que tiene, que ya ni escuchas porque piensas que no merece la pena, que es más de lo mismo. Y así vamos tejiendo una bola, que cada vez es más grande y que un día termina aplastando todo lo que encuentra a su paso. No escuchamos y para colmo respondemos.
Y no escuchamos porque no nos interesa escuchar, porque eso podría llevarnos a reconocer nuestros errores. Preferimos en lugar de eso gritar cada vez más fuerte para que parezca que tenemos más razón, y es que cuando no se escucha es el peligro que corres, que ya solo nos queda el gritar para hacernos valer, sin percatarnos del ridículo tan enorme que se nos acerca.
Y mientras la bola crece no nos importa la destrucción que acarrea, a veces toda una vida.
Por eso estoy de acuerdo con Maribel, para colmo respondemos. Y respondemos sin darnos cuenta de que nuestras respuestas no tienen nada que ver, pero nada en absoluto, con lo que se debería haber entendido, o como poco escuchado.
Todo el mundo tiene derecho a que se le escuche y a escuchar sinceramente. Y para escuchar sinceramente hay que ponerse en el lugar del otro, es la única manera de comprobar si hemos entendido o no, a no ser que queramos cargarnos a esa persona, en cuyo caso me callo. Da igual que esa persona sea un desconocido, un hermano, un amigo. Esto vale para todos porque en todas partes cuecen habas......
Y si queremos ser buenos comunicadores todos deberemos ponernos en todos los lugares, yo también claro, en el lugar del que escucha para responder, del que no escucha y encima responde, y del que habla y no le escuchan, del que habla y sin escucharle le responden.
Y para escuchar no hay más que prestar atención. O sea tarea para rato.
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