domingo, 17 de noviembre de 2019

El tren que pasa cuando quieres que pase.

      Hace tiempo escuché una frase que me hizo pensar. "La vida es lo que pasa mientras hacemos planes". Cuando se es joven se sueña demasiado; no digo con esto que sea malo soñar, porque los sueños nos mantienen vivos. Pero qué es la vida: efectivamente, lo que transcurre mientras soñamos. 
    Yo tengo ya una edad  que, aunque me permito soñar un poco, me ha devuelto a la realidad. A esa realidad que ya no deja nada para mañana, porque se siente demasiado cerca del mañana. A esa realidad que mira los detalles pequeños que la rutina nos va dejando, sin  que nos demos cuenta. A la realidad que nos aleja de discusiones sin sentido y nos acerca más a nuestro interior. Una realidad hecha de trozos de nuestra propia vida. 
      Entonces me doy cuenta de que ya he cogido casi todos los trenes que pasaron ante mí. Unos a tiempo; otros que perdí y tuve que esperar para cogerlos de nuevo. Porque si de una cosa estoy segura es de que no perdemos el tren, si acaso es el tren el que nos pierde a nosotros. Los que dicen que el tren solo pasa una vez, no saben de qué hablan. El tren pasa cuando tú quieres que pase, cuando estás preparado para cogerlo y no antes; esos trenes que no coges no son para tí. 
     Mi pesadilla mas recurrente es caminar hacia una estación y llegar tarde a mi tren, porque de repente la estación ha dejado de ser estación y se ha convertido en otra cosa. En una ocasión la estación se convirtió en un aeropuerto. Seguro que esto sería de psicoanálisis. 
     El avanzar del tiempo me ha hecho plantearme la vida de otra manera y he mejorado algunas cosas, pero lo que no termino de conseguir es tener tiempo para mí, cosa por la que tendré que seguir luchando. Porque he dedicado mi vida a los demás desde que tengo memoria, pero me siento un poco vacía porque no sé  nada de mi, porque no me he parado a disfrutar de lo que en verdad me hace feliz, porque sigo sin sentirme libre y eso no es bueno. No es bueno, porque podría volver a liarme la manta a la cabeza , para coger algún tren, que finalmente me conduzca hasta mi misma. Porque siempre queda algún tren al que subir.
     No sé si alguien me sigue leyendo, pero los que me conocen saben que mañana es una fecha importante, me casé con José Luis hace ocho años, nació mi nieta Ainara, hace cuatro. A él ya no le tengo porque el destino lo subió demasiado pronto al último tren. A mi nieta tampoco este año he podido ir a verla en su cuarto cumpleaños, por imponderables del destino que casi siempre me lo ponen todo en contra. Y se acerca el día 25, una fecha triste, porque fue cuando él se subió a ese último tren. Una mezcla agridulce de mes de noviembre, mes que nunca me ha gustado dicho sea de paso. 
Procuraré estar más animada el mes que viene, o mejor a partir de enero. Eso. A partir de enero. 
     

2 comentarios:

unjubilado dijo...

Si, alguien te sigue leyendo aunque ya no te comente.
No, no recordaba las fechas, son muy malo para ello aunque he ido siguiendo tu trayectoria desde que los blogs, han ido de capa caída.
Desde Zaragoza, y desde más cerca, desde Broto.
Un abrazo.

Sofía Campo Diví dijo...

Gracias Jubi, me alegro de que me visites. No escribo tanto como quisiera, pero siempre recuerdo a mis seguidores.Yo también te veo de vez en cuando. Un abrazo.