miércoles, 21 de octubre de 2020

Otra vez noviembre. (Reflexiones de andar por casa)

      Lo he escrito otros años. No me gusta noviembre, nunca me ha gustado y desde hace un tiempo  menos. Es un mes frío, triste, melancólico. Y eso que en la Comunidad Valenciana todo comienza ahora a vestirse de color naranja. Nunca mejor dicho. 

     Cuando pintaba de pequeña, aunque pintaba poco, porque ni me gustaba ni lo hacía bien, nunca elegía este color para mis dibujos. Sin embargo ahora reconozco que es un color que decora el ambiente y anima cuando sales a pasear. Porque otra cosa no , pero sitios para pasear, todos los que quieras. Y como hoy no tengo ganas de reivindicaciones politiqueras, me dedicaré a reflexionar en voz alta. Porque esta cabra loca o calamidad de mujer, aprovecha los largos paseos obligados con Chula, que es mi perra, para pensar en todo tipo de cosas. 

     Si todos pensáramos más es posible que el mundo fuera mejor; pero la prisa de la rutina y de los quehaceres diarios nos sumerge a veces en un sinsentido del que nos es imposible salir. Porque no pensamos. Yo tengo el defecto de pensar demasiado y, aunque no arreglo el mundo, saco conclusiones sobre los acontecimientos que me rodean día a día. Tengo que reconocer que me dan ganas de salir corriendo, mejor dicho, huyendo. Pero ya descubrí hace tiempo que las huidas solo llevan a demorar soluciones que deberían llegar más bien pronto que tarde o que nunca. Así que dejaré de huir, aunque mis reflexiones a menudo me inciten a ello.

     Antes pensaba que ya lo tenía todo hecho, que, con la edad que tengo, no necesitaba descubrir nada nuevo. Y me equivocaba. Porque a pesar de la edad, ahora es cuando necesito descubrir esas cosas o tener esas sensaciones que la vida te pone por delante para que las disfrutes. Con la edad aumenta la libertad que tienes para disfrutar, porque vas de vuelta de muchas cosas y has terminado de descubrir que si no disfrutas, nadie lo hará por tí. Ya no nos importa lo que piensen los demás, o nos importa mucho menos. No necesitamos dar explicaciones de nuestros actos, aunque siempre haya alguien que nos las pida. Vemos el concepto libertad de diferente manera y sobre todo, nos atrevemos a disfrutar, quizá mejor que cuando éramos más jóvenes; no nos ruborizamos, no nos asustamos de nada, no nos rasgamos las vestiduras. Porque el paso de los años nos enseña a vivir de diferente manera, en plenitud. 

     Por ello quiero  reorganizar mi vida, porque me niego a pensar que mi única función en esta vida sea la de ser una vieja cascarrabias, que hace de criada del ocupa de  su hijo  todo el tiempo. De ahora en adelante no quiero ser solo madre porque necesito SER PERSONA ante todo y que la gente me vea como persona. Porque cuando tienes hijos parece que te encorseten en el papel de madre y de ahí ya no sales, dejas de ser persona para ser la madre de tal o de cual. Pero esa es una faceta que debe dejar sitio a todas las demás que nos convierten en seres vivos pensantes. 

     Por eso a partir de ahora QUIERO SER UN SER VIVO PENSANTE, le pese a quien le pese. Y PERSONA.

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