Panorámica desde la pista de Gavín |
Ya llevaba tiempo queriendo visitar la fuente Chaimona, pero no había tenido ocasión de hacerlo hasta la semana pasada, cuando el jueves me dirigí a ella con unos amigos senderistas. Salimos desde Biescas a las nueve y cuarto y nos dirigimos a Gavín por el camino del cementerio hasta el camping, donde tomamos un sendero que lleva a Gavín. Allí tomamos la pista que hay al final de la calle de la Iglesia, con intención de llegar a la ermita de S.Bartolomé, pero al llegar al desvío, donde comienza dicha senda, nos dimos cuenta de que estaba demasiado cerca.
Hacía tiempo que no salía por el monte y quería caminar más rato, así que decidimos, mis amigos y yo, que llegaríamos primero a la fuente Chaimona y luego regresaríamos hasta el lugar donde sale la senda para la ermita. Calculamos el recorrido y nos daba tiempo de llegar a las 13,30 a la ermita (porque habíamos quedado allí con J.L.que llegaría en coche). Empezamos a subir por la pista, hay que decir que la ruta hasta la fuente es todo el rato ascenso, más o menos empinado, pero al fin y al cabo, ascenso, o sea que íbamos a encontrarnos pocos llanos por el lugar.
Vimos varias señalizaciones, donde te indican el tiempo en unos casos o los kilómetros en otros, que hay hasta los diferentes lugares, y aunque no son exactas, si que se aproximan bastante a la realidad. Al menos eso decía el cuenta kilómetros que llevábamos. En el desvío hacia S.bartolomé señala que hay cinco kilómetros y pico hasta la fuente Chaimona, cuando en realidad hay uno menos, o sea cuatro y pico. Curiosamente en la siguiente señal, el dato está corregido, marcando los metros exactos.
Fuente Chaimona |
Después de ascender unos metros, dejamos a la izquierda el desvío hacia la casita de las brujas y cuarenta y cinco minutos después el del Astes, a los pocos minutos llegábamos a la fuente, donde paramos para descansar un rato y reponer fuerzas con un bocadillo y unas patatas fritas.
Regresamos a la senda para ir a la ermita de S.Bartolomé, y hay que decir que como es cuesta abajo (esto es lo bueno de los ascensos por el monte, que sabes que luego hay que bajar) llegamos en un periquete, casi sin darnos cuenta. Esta senda es muy bonita, incluso la enorme cuesta que hay, que parece no acabar nunca, el calor apretaba un poco y sufrimos algo para recorrerla, pero todo esfuerzo tiene su recompensa. Y es una recompensa el paisaje de la zona y la brisilla del monte. Habría pasado media hora cuando llegamos a la senda que, en pocos minutos más nos condujo hasta la ermita.
Exactamente llegábamos a las 13,30 y curiosamente llegamos a la vez que J.L. justo cuando salíamos de la senda, para tomar la pista asfaltada que lleva hasta la ermita, nos tropezamos con él que llegaba en ese momento. No pudo salirnos mejor. Una vez allí comimos un poco, bebimos agua de la fuente y tras descansar unos minutos regresamos a Biescas. El paraje estaba tan bonito como de costumbre. Os invito a visitarlo. ¡Vale la pena!