Ella había pasado la vida entera intentando poner el cascabel al gato. O más bien que gato, podría decirse tigre, ya que los continuos cambios a los que la habían sometido sus continuas luchas interiores, la habían enfrentado a mil problemas, mientras intentaba construir algo decente consigo misma. Su transformación era cada vez más extraña e intensa, como si un código misterioso se apoderara de ella e igual que una cruel catana la atravesara hasta lo más hondo, destruyendo cualquier resto de vida anterior. Luego resucitaba de sus cenizas renovada y así una y otra vez hasta que murió repentinamente sin habernos querido revelar nada. Nunca sabremos por qué vivió tan celosa de su pasado, que guardó siempre como un misterio que no podía revelar.
Lo que si sabemos quienes la conocíamos es que con cada transformación que sufrió su vida, evolucionaba de tal manera que nunca podremos alcanzarla nadie.
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