No sé si os habrá pasado a vosotros, que cuando acabáis un proyecto o estáis inmersos en una etapa de vuestra vida, parece que tenga que ser definitivo. Pero casi todas las veces nos equivocamos, porque no hay nada definitivo en esta vida; y si somos seres en constante evolución, pensar en estancarnos sería una aberración.
Cuando somos niños creemos que siempre lo seremos ( y algunos lo son siempre efectivamente), cuando somos adolescentes desearíamos no salir nunca de nuestra adolescencia (algunos lo consiguen), cuando somos jóvenes nos aferramos a la juventud como a un clavo ardiendo negándonos a terminar esta etapa tan llena de nuevas sensaciones y de grandes descubrimientos. Cuando acompañamos a nuestros hijos al colegio, parece que eso va durar siempre, que las nuevas amistades que hemos hecho van a ser definitivas. Cuando...cuando....cuando...
La vida está llena de numerosos "cuandos" que se suceden unos a otros, dando paso a nuevas realidades.
¿Y ahora qué? nos preguntamos a menudo cuando sentimos que nos vamos quedando sin provisiones, cuando esos momentos que creíamos eternos, se van difuminando, mientras desaparecen ante nuestros ojos. De repente un día nos levantamos y al mirar por la ventana vemos a lo lejos nuestra vida, como un punto en el infinito, desaparecer hasta hacerse invisible.
Luego llegan esos momentos de "ahora qué" Porque es entonces cuando rebuscamos entre nuestras pertenencias aquellas viejas zapatillas de caminar, que dejamos arrinconadas, cuando creíamos, que con aquel objetivo estaba todo conseguido en la vida. Nunca debimos perderlas de vista "por si acaso".
Porque los "por si acaso" siempre llegan (a veces justo el día que acabábamos de deshacernos de las zapatillas).
Hace ya algunos años leí un libro titulado ¿Quién se ha llevado mi queso? que de una manera curiosa nos habla de todos estos cambios (os recomiendo que lo leáis). Me impactó en su día y cada vez que lo releo.
Hace unos tres años me encontré una mañana pensando que pasaría si se me terminaba el queso; semanas más tarde sentí que se me estaba terminando; después comprobé que efectivamente cada vez había menos queso. Hasta que un día hace unos meses me di cuenta de que se me había terminado por completo. Rebusqué entre mis cosas y encontré aquellas viejas zapatillas de caminar.
Esto es solo un comienzo.....NO sé....pero quizá cambie las ardillas por las gaviotas........
No hay comentarios:
Publicar un comentario