Lo que se va hay que dejarlo ir, aunque duela; lo que se pierde no se encuentra y lo mismo que no se recupera la juventud, no se recuperan los días perdidos ni vuelve lo que pudiste hacer y no hiciste. Por eso agarra fuerte los instantes de dicha, porque pueden ser los últimos. porque si no te dirás a ti mismo que ojalá hubieras sabido antes que era la última vez.
Puse esta frase hace unos días en una actualización de estado del wasap y me sorprendió la cantidad de gente que me envió mensajes dando su interpretación a la frase. Es verdad que cada uno interpreta lo que lee según sus circunstancias y su estado de ánimo. Cualquier cosa escrita se puede prestar a varias interpretaciones, quizá tantas como personas. Pero lo que está claro es que pocos lograrán entender el significado de la frase, solo los que imaginen el motivo por el que fue escrita.
En este caso nadie supo el verdadero sentido o motivo que me llevó a escribirla. Tendrían que haber estado en mis pensamientos, porque solo conociendo cada segundo de mi devenir en este mundo es posible interpretar acertadamente esta frase. Incluso si diera pistas no se podría interpretar.
No es algo físico que se va, eso está claro, aunque sí duele. Se pueden ir tantas cosas o sensaciones que sería complicado. Lo que se pierde se pierde para siempre, porque si aparece deja de estar perdido; lo que verdaderamente desaparece, lo hace para siempre; eso significa precisamente desaparecer. Es imposible recuperar los días que han quedado atrás y lo que no hiciste a su tiempo ya no tendrás oportunidad de hacerlo, si acaso harás algo que se le parezca.
Hay que agarrar fuerte la dicha cuando la tienes porque es posible que sea la última oportunidad de hacerlo. Porque ¡cuántas cosas cambiarías si supieras que era la ultima vez! La última vez de dar un abrazo, de recibir una caricia, de besar a tus hijos, de hacer un regalo, de provocar una sonrisa, de abrir la puerta de tu casa, de cerrarla. Si pensáramos cada día la de cosas que iban a pasar y quizá serían las ultimas veces de muchas..... Una visita que no se repetirá, un rostro que no volverás a ver, una sensación que no volverás a tener.
Hay que disfrutar de la dicha, porque cuando menos lo esperes algo te cambiará las coordenadas y lo que planeaste como la antesala de la felicidad puede volverse la causa de sufrimientos posteriores. Porque sí, hay muchos bofetones que te vienen de repente y de quien menos lo esperas. Son los que más duelen, son los que más duran; porque si los hubieras esperado hubieras podido sacar el escudo y defenderte; pero sin escudo no hay defensa posible, tan solo aguantar el golpe y apretar los dientes para que te duela menos. Eso y esperar a que el tiempo cure tus heridas. Y seguir caminando mientras te queden fuerzas, aún sin saber dónde te llevan tus pasos, o si llegarás algún día a alguna parte. Eso sí con el corazón lleno de dolor. Pero aprenderás a vivir con ese dolor, como has hecho tantas veces. Porque tu que estabas acostumbrada a tantos chaparrones no esperabas éste y la piel del alma todavía está buscando un abrigo al sol para secarse.
Razón de más para vivir el momento. Carpe diem decían los romanos. Carpe diem decía el perfil de un amigo mío a quien admiro y a quien hace mucho que no veo. Entonces no entendía para qué vivir el momento; ahora si lo viera le diría que por fín lo he entendido. Y tú pensabas que esta vez sería diferente, pero te equivocaste. Tu vida sigue. ¿Y entonces mañana? ¡mañana ya veremos!
1 comentario:
Y ¡que me quiten "lo bailao"! (si pueden)
Publicar un comentario