domingo, 6 de mayo de 2018

Día de la madre. Lo demás sobra.

 No me gustan "los días de.." pero  no quita para que aprovechando el momento haga una reflexión de andar por casa.
¿Madre? ¿Qué es "eso"?
Bien digo "eso". Porque parece que las madres estamos destinadas a ser unos bichos raros, unos entes a veces absurdos que se pasan la vida sufriendo. Porque sí, lo nuestro es sufrir; cuando los hijos  son pequeños porque tenemos miedo de que enfermen; cuando enferman, sufrimos porque enferman; cuando se han curado, sufrimos por miedo a que tengan una recaída. Sufrimos porque quizá no estén creciendo bien, y si crecen bien, porque no dejen de hacerlo. Si tienen muchos amigos, sufrimos porque quizá sean demasiados, si no los tienen porque no los tienen; si salen porque salen y si no salen porque no salen. Cuando tienen novia sufrimos porque les vaya bien y si no les va bien, también sufrimos. Incluso cuando son adultos, sufrimos cuando les va mal porque les va mal y si les va bien, porque tememos que  deje de irles bien.
Cuando son padres sufrimos porque sus hijos crezcan sanos y .... vuelta a empezar.
 Un amigo mío fraile, que ya falleció, me dijo un día que los hijos son una puñalada en el corazón; entonces no lo entendí. Con el paso de los años, lo he entendido de muchas  maneras diferentes.
Ellos no entienden a veces que nos preocupemos en exceso y que nos demos tanto mal por todo.
Siempre he pensado que cuando ellos fueran padres , lo entenderían. Y, aunque no lo demuestren, seguro que lo entienden.
¿Madre? Sí, madre. Ese ente que todo lo puede y lo aguanta; que calla cuando hay que callar y en silencio se traga lo que hay que tragarse sin rechistar; que si recibe regalos levita hasta las nubes, y si no los recibe...también; que se alegra con sus hijos y padece cuando ellos padecen. Solo le importa la felicidad de sus hijos y con verlos felices se siente satisfecha. Por eso, cuando no llega lo que espera de ellos, siempre encuentra una disculpa.....y sigue esperando. Que no le importa verse metida en medio de un fuego cruzado si eso les hace felices.
Hay tantas cosas que no le importan a una madre. Pero no olvidéis nunca que una madre también  es persona y cuando le hieren, le duele, aunque no lo diga. Que cuando le cae un chaparrón, se moja, aunque con su impermeable de los días de lluvia no se le note y siga como si tal cosa.
Últimamente me ha dado por pensar que no he sido la mejor madre y por eso querría  que me disculparan mis hijos. Aunque creo, que solo uno de ello leerá esto: el único que aquella vez leyó aquella carta que les escribí hace muchos años por este mismo día. Han pasado muchos años pero algo no ha cambiado desde entonces. Para mis hijos sigo siendo una perfecta desconocida; siguen sin saber cuántas veces he visitado el médico este año, cuántos amigos tengo, qué cosas me ilusionan, qué cosas me entristecen, cuál es mi plato preferido, cuál no me gusta nada, qué planes tengo, qué he leído últimamente, qué espero, cuánto duermo por la noche. Porque para ellos, como para todos los hijos, solo somos madres. Y como todas las madres, lo demás no importa. Es igual. Ellos siguen siendo maravillosos. 




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