domingo, 17 de febrero de 2013

Fue bonito mientras duró





 
     Parece que los días de sol con que ha querido obsequiarnos la madre naturaleza nos animan a salir más a la calle. Salimos más de nosotros mismos, alejándonos poco a poco de los días fríos cuando solo nos apetecía quedarnos en casa, acurrucados al calor del hogar.
     Esto es todo poesía, claro, porque teniendo en cuenta los precios de la luz y el gas, que  se han puesto por los aires, por no hablar de otros gastos habituales, como teléfono etc, pronto tendremos que hacer restricciones e igual no nos queda ni para respirar, porque hasta por respirar habrá que pagar impuestos.
     Pero no nos dejemos llevar por la cruel  realidad y disfrutemos de los momentos agradables que nos brinda el sol, tanto tiempo en paradero desconocido durante este invierno. Tres días de sol han sido suficientes para que salgan brotes verdes en los rosales de mi terraza y en los crisantemos, únicas plantas, junto con el tomillo, que no se han helado. Las otras ya no sobrevivieron al otoño, cuando mi perra Chula, que no tenía conocimiento todavía, las destrozó de una en una. Ahora ha aprendido a distinguir las cosas que no se tocan y da gusto.
     Olvidemos la cruel realidad y disfrutemos de cada rayo de sol que nos roza. Si lo hacemos podremos olvidar los capullos que hemos podido conocer estos meses a pesar de ser invierno, capullos que emergen de la madre tierra con la sola intención de fastidiarnos la vida.
     Y es que el sol es tan agradable que consigue que renazcamos de nosotros mismos para emprender nuevos proyectos (yo también los emprendería si tuviera un socio capitalista). Bromas aparte, que hay proyectos que salen gratis.



    Los políticos deberían tomar más el sol y seguro que se volvían mejores personas y dejaban de robar. Porque robar lo que se dice robar, mira que han robado. Lo malo es que a pesar de la crisis siguen robando, y ahora más deprisa porque queda poco. Lo malo es que se han dado cuenta y han subido los impuestos para poder robar más rato. Esto me recuerda una anécdota que contaba mi abuela Felisa sobre una críada que estaba asando un lechón y de vez en cuando abría el horno. Como la piel estaba tan turradita no podía evitar la tentación de darle un pellizquito y comer un trozo. Así varias veces hasta que el pobre lechón se quedo sin piel donde arrancar. En estas que la críada oye las campanas de la Iglesia y se pone a rezar como una loca "Señor, señor, dale costra a este lechón, aprisa aprisa que salen de misa".
    Pues los políticos están en ese punto donde las campanas repican y la Merkel saliendo de misa, pero por más que recortan  e inventan mil maneras de jorobar al ciudadano,  no consiguen que le salga costra al lechón. Y es que de donde no hay no se puede sacar.
 Y lo malo es que las campanas han empezado a sonar. ¡Horror!  ya podemos rezar ya, que como alguien no le ponga una zancadilla a la Merkel, esta viene y se lleva lo que queda del cerdo.
Pero no nos agobiemos que siempre nos quedará el sol y podremos decir que fue bonito mientras duró.

1 comentario:

Nuria dijo...

Recuerdo muy bien la anécdota del lechón. Veo que también pones a caldo a tanto ladrón, perdón, quería decir a tanto político, pues habrá ladrones más honrados que ellos (me refiero a los políticos)