Ya os he dicho en otras ocasiones que no entiendo nada de mapas, ni planos ni cosas por el estilo. Lo que voy a contaros tiene que ver con esto.
En nuestro último viaje por Asturias nos pasó algo que, cuando lo recuerdo, todavía me produce risa. Pues bien, habíamos llegado a Ribadesella y, como nos habían dicho que el camping era muy majo, quisimos ir a verlo. Llegamos al camping y efectivamente era muy chulo, entramos en la cafetería del mismo, para descansar un rato, pero, como no estaba demasiado cerca de la playa, decidimos buscar otro, pasado un rato.
Este camping estaba en una carretera secundaria, de esas estrechas y antiguas, que, para mí son todas iguales, lo mismo me dá que sean nacionales o comarcales, o lo que sea. Al salir de allí le preguntamos a la camarera a cuánto estábamos de Caravia y nos dijo, que a unos diez minutos en coche, que podía irse por autovía y por carretera.
Olvidamos preguntar en qué dirección debíamos ir, y dimos por hecho que era por esa misma carretera. Claro para encontrar el camping de Ribadesella habíamos dado más vueltas que un pirulo y yo andaba algo despistada.
Plano en mano busqué Ribadesella (habíamos olvidado el tom tom en Biescas, con el que nos perdemos también en todos los viajes) y busqué Caravia y le dije a José Luis que por allí íbamos bien.
Después de diez minutos, al ver que no llegábamos pensamos, que la camarera se habría equivocado, o habría calculado mal el tiempo real en llegar y seguimos otros diez minutos más. Aquí ya empezamos a sospechar que los equivocados éramos nosotros, mejor dicho, era yo.
Pasaron otros diez minutos y la carretera se hacía cada vez más estrecha, y el paisaje más divino de la muerte, la verdad es que era precioso. Pasamos por algunos pueblecitos y disimuladamente los buscaba en el mapa, pero no los escontraba. Pensé ¡Dios mío! ¡que me equivocado! Llegamos a una bifurcación y José L. me preguntó que si íbamos a la derecha, o a la izquierda. Yo le dije que a la derecha, porque por ese lado había visto el nombre de un pueblo, que sí estaba en el mapa. Esa dirección era justamente la contraria por la que debíamos ir (éso lo supe un buen rato más tarde).
Efectivamente estábamos perdidos. Cuarenta minutos más tarde llegamos a un pueblo, que sí estaba en el mapa. ¡Estábamos salvados!. Pero ¡horror! comprobando en el mapa descubrí dónde estábamos y cuál había sido mi error. De repente ví que ese pueblo estaba en una línea amarilla, o sea una carretera comarcal, y yo había estado convencida todo el rato, que circulábamos por una carretera nacional. Ése había sido mi error. En ese momento nos llamó por teléfono un amigo, Fernando, y José Luis le dijo, que andábamos algo despistados, luego me pasó el móvil y cuando el amigo me preguntó "¿Qúe pasa no sabes dónde estáis?" yo le dije :" ahora sí que lo sé, éso es lo malo, que acabo de darme cuenta de dónde estoy, pero no se lo diré a Jose L, de momento...".
Las carcajadas fueron tremendas, y todavía nos duran cuando lo recordamos. Total que nos costó una hora y media recorrer seis kilómetros, que es la distancia que hay entre Ribadesella y Caravia. Es otra manera de hacer turismo alternativo, porque, eso sí, vimos un paisaje maravilloso y unos pueblecitos pistorescos y típicos, que no se ven todos los días. Total por una cuestión de colorines y rayitas del mapa. Nunca se sabe qué puedes descubrir gracias a los despistes.
En fín que como copiloto soy un desastre. ¡Qué le vamos a hacer!
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