Ya había decidido ignorar la campaña electoral, cuando ayer tuve la tentación de asomarme a los preparativos del debate televisivo, que sostuvieron los dos únicos contrincantes.
Muchos preparativos y mucha solemnidad y parece ser que lo que algunas cadenas televisivas priorizaban como un detalle importante a tener en cuenta, era el color y forma de la corbata de ambos.
No me lo pensé dos veces, busqué una cadena apolítica y me olvidé del tema. Es indignante que las corbatas de dos señores sean las protagonistas de un debate, que podía haber sido algo digno. Pero siempre nos tenemos que fijar en chorradas. Me pregunto qué habrán pensado los millones de parados que tenemos, a los que sin duda alguna el color y forma de las corbatas de los participantes en el debate les importa un bledo. Habrán supuesto que con esa misma superficialidad y falta de seriedad abordan los problemas de la nación, con un color más o menos y una rayita mas derecha o más torcida. El caso es que con corbata lisa, a cuadros o de lunares, seguimos como seguimos. Ya se pueden vestir nuestros políticos de Lagarterana, que como no se apliquen algo más (dígase mucho más) contento van a dejar a este país, que sufre sus desmanes, mientras ellos deciden frente al espejo con qué indumentaria van a engañarnos la próxima legislatura.
(Prometo no volver a hablar de las presentes elecciones)