Me he despertado esta mañana deseando que las horas vividas hubieran sido una pesadilla, que los cuatro meses de hospital y los 64 últimos días no hubieran ocurrido nunca. Por desgracia no es así y José Luis, mi jefe, gran amigo, algo más y ahora mi marido, no estará más con nosotros. Su batalla ha terminado y ahora le toca descansar, por desgracia para nosotros, no será a nuestro lado.
Otro día, cuando me haya serenado le escribiré más largo.
Descansa en paz, José Luis, no te olvidaremos y quienes te queremos sabemos que una parte de tí siempre estará con nosotros.