Hace unos días visité Jaca para hacer unos recados y cuando terminé me dirigí al Paseo de la Cantera para recordar viejos tiempos, cuando lo recorríamos varias veces al día para ir o venir de Jaca. Vivíamos a mitad camino en una casa que hace muchos años construyó mi abuelo, cuando en el Paseo de la Cantera no había casi casas, ni chalets, como lo conocemos ahora. La casa está en la ladera de la izquierda yendo en dirección hacia el Árbol de la Salud, en esa ladera solo hay dos casas,es la segunda, la que tiene un mirador al principio y unas verjas metálicas donde se puede leer Vista Hermosa y una pajarita en medio.
Efectivamente los que conocemos la zona sabemos que desde allí pueden verse las mejores vistas panorámicas de todo Jaca; por ello mi abuelo eligió el lugar y le colocó un mirador, para que todos cuantos pasaran por allí, se detuvieran a contemplar los bellos paisajes, el valle del Aragón, el monte de San Juan de la Peña, el pico de Collarada hacia la derecha. En fin, un regalo de la naturaleza.
Ha transcurrido mucha historia por la casa de mi abuelo y si las paredes hablaran se llenarían bibliotecas. Primero fue una fábrica de salubrina, donde trabajaban veintidós mujeres, a las ordenes de un niño de once años, mi padre. Luego la salubrina dejó el sitio a viviendas para veraneantes, cuando el veraneo comenzó a ponerse de moda. Ahora la casa está en manos de familiares, primos y hermanos míos. Y mañana ¿quién sabe cómo estará mañana?
Mi abuelo quería esta casa como un hijo, y como tal la mimó y la hizo objeto de todos sus desvelos. Y muchas cosas han cambiado desde entonces, pero la esencia sigue siendo la misma, el mismo Paseo de La Cantera, el mismo mirador, el mismo murmullo del río Aragón, las mismas verjas de siempre donde puede leerse "Vista Hermosa", la misma pajarita, las mismas vistas, que de niña pasé mirando durante horas, cuando la candidez de mi infancia no sabía todavía, lo que me tenía preparado el destino.
El otro día me paré en el viejo mirador, contemplé el paisaje y lloré. Al volver a ver aquellas imágenes ante mis ojos me emocioné, sabiendo ahora que quizá lo que me tiene preparado el destino, es una lucha constante por volver a renacer de mis cenizas una y otra vez.
Si alguna vez visitáis Jaca, no dejéis de pasear por La Cantera y acercaros al viejo chalet, deteneros en el mirador y contemplad el hermoso paisaje. Merece la pena.