Nació en Zaragoza en 1958, un 23 de Marzo y pesó casi cinco kilos al nacer. Su infancia transcurrió en la Ciudad Jardín, en el barrio de La Delicias. Un enorme patio interior comunitario recogió sus horas de juegos y travesuras, donde compartió momentos felices con sus amigos de pantalón corto, como solía llamarlos cuando se refería a ellos. Su nombre de guerra entre los de la pandilla era "patas"por sus enormes piernas, ya que a los doce años medía ya más de 1,80 cualidad por la que fue fichado en el equipo de balonmano de Dominicos, donde permaneció hasta que las circunstancias le hicieron dejar el equipo.
A menudo solía ayudar a su madre, que era modista, en la entrega por los domicilios de las prendas que iba terminando, incluso alguna vez le ayudaba en los hilvanados, quitando hilos o sobrehilando.
Después del bachillerato dejó el colegio para comenzar a trabajar en un pequeño taller de serigrafía que había montado un familiar suyo. De este modo se fue aficionando al mundo del diseño que terminó siendo una auténtica vocación para él. Le encantaba diseñar y no solo las salas de control que constituían su trabajo, sino todo tipo de cosas. Dedicó a este trabajo más de veinticinco años, ya que aquel pequeño taller terminó siendo un foco de empresas que todavía hoy siguen en activo.
Trabajó aquellos años con incansable tesón y dedicación extrema, tanta que agobiado por el estrés y derrotado por el agotamiento, decidió un día dejarlo todo y "montarse un chiringuito en la montaña"donde ser feliz. Como desde años era un asiduo visitante de Biescas, no le costó demasiado elegir esta localidad para hacer realidad su sueño de "vivir bien". Había llegado a Biescas para la inauguración del camping de Las Nieves, ya que fue uno de los primeros en asentarse en él, y cuando la riada lo destrozó, adquirió la vivienda donde ha permanecido hasta su muerte.
Por ello cuando decidió darse otra oportunidad rompiendo con todo, pensó que Biescas era el lugar ideal. Y él, que había vivido el diseño desde lo más profundo de su ser, diseñó su "querida taberna La Bernarda", donde ha vivido todas las satisfacciones que puede vivir un hombre que se sentía especialmente feliz y privilegiado. En sus horas de hospital dedicó estos meses muchos ratos a diseñar una nueva orientación para la taberna, una remodelación que seguramente no verá la luz, pero que ha sido su último diseño.Cada rincón tiene en ella una razón de ser que conocen bien quienes le visitaban. No hay nada fortuito en La Bernarda, ni siquiera el nombre, del que os hablaré otro día, porque muy pocos saben por qué la taberna se llama así.
Él ha sido feliz en Biescas, muy feliz, a pesar de la enfermedad de los últimos años.
He querido escribir esta nota necrológica para que quienes no le conocían demasiado sepan que José Luis ha sido toda su vida, además de una bellísima persona,un trabajador inagotable, y que sus años en Biescas han sido el justo premio que merecía por haber luchado siempre por lo que más le importaba: ser feliz. Y lo consiguió
Y de una cosa estoy muy satisfecha: de haber compartido estos años con él. Años que sin duda recordaré siempre, como ya dije un día, como los mejores de mi vida.