lunes, 2 de enero de 2012

Tienes que subir al Cerro

El Cerro de San Jorge está situado a la entrada de Huesca, en la zona sur de la ciudad. Una pequeña arboleda lo rodea, como si lo abrazara de un modo misterioso. Al final de los árboles se alza la ermita del mismo nombre. Un lugar no demasiado grande, aunque muy especial. A unos pocos metros está situado el hospital de S.Jorge, desde donde puede apreciarse el cerro y la arboleda.
Cada día mirábamos el cerro, desde la habitación donde estaba ingresado José Luis y él me comentaba que era un privilegiado por poder gozar de ese paisaje. Muy poco le bastaba para sentirse feliz y dadas las circunstancias, sentirse privilegiado por algo tan sencillo, nos demuestra que era una persona capaz de valorar los pequeños regalos de la vida. Tenía un pie en el otro mundo y era capaz de emocionarse con la vista de ese cerro, junto al que parecía colocarse el pico del Águila y después el Pirineo, su amado Pirineo. Ese cerro, al que a menudo me decía que tenía que subir para despejarme un poco. Ese mismo cerro que recogió su última mirada el día que,  vencido por la enfermedad, respiró por última vez.
Por eso era justo que hablara del Cerro, su querido Cerro de S.Jorge, para dejar constancia de que también supo ser feliz en su agonía.
Feliz y agradecido. Le hubiera gustado tener un enorme detalle con el personal de la planta quinta, que lo trató con esmero y cariño durante su estancia. Pero por desgracia la muerte le sorprendió de repente y su agradecimiento solo podrá llegar a través de este blog, de un modo discreto como si él se hubiera marchado caminando de puntillas por aquel largo pasillo que tantas veces recorrió, mientras tuvo fuerza.
En nombre de José Luis y en el mío propio agradecemos el cariño y dedicación con que el personal de la quinta planta nos atendió en todo momento.
Perdonar que siga hablando de él, aunque había prometido que no lo haría, de momento es el único consuelo que me queda.