miércoles, 17 de octubre de 2012

Había una vez un parque


     Ayer estuve paseando por el Parque de D. Pedro Ayerbe en Biescas, popularmente conocido como parque del Arratiecho, y sentí lástima. Quizá debería comenzar este post diciendo "había una vez un parque" porque con el montaje de las tirolinas lo han descolocado por completo.
     Precisamente debajo de los artilugios están las mesas y bancos que en su día servían para pasar buenos ratos de recreo y convivencia. Ahora casi nadie vamos por allí a merendar. La explicación la encontramos en la puerta de entrada al recinto donde se recomienda no colocarse bajo las  tirolinas porque pueden caer objetos. Precisamente las mesas están colocadas en ese lugar de honor: bajo las tirolinas, con lo cual el viandante se encuentra con una prohibición tácita de ocuparlas. 
Y digo también "había un parque" porque apenas podemos ver las ardillas saltar de pino en pino ¿será porque ya no quedan? las pobres habrán huido atemorizadas por semejante atrocidad.
Tanto que los ecologistas se preocupan de otras cosas, casi me sorprende que no hayan dicho nada sobre este parque de multiaventura ¡Ah, es verdad! dijeron al principio que iban a dar ocho puestos de trabajo para Biescas, pero, o se me ha olvidado contar, o no veo tantos contratados por allí.
     Seguro que había buenas razones para montar este sitio de recreo, precisamente en el lugar  más bonito de Biescas, pero las ignoro, aunque seguro que serán de peso cuando el excelentísimo dio en su día luz verde a este proyecto. Cosa por otra parte excepcional teniendo en cuenta lo poco que mimamos el turismo. Me viene a la mente un campo de golf, que de haberse hecho hubiera sido el primero de la zona y que hubiera atraído numerosos turistas, y cuyo proyecto se vino abajo de la noche a la mañana. Teniendo en cuenta que este campo no perjudicaba el ecosistema, no entiendo que no se permitiera y en cambio, si que han permitido ocupar más de la mitad del parque de D. Pedro. Eso sin hablar de los pinos que tuvieron que cortar..... y sin hablar de la valla metálica, al más viejo estilo tipo "campo de concentración" que le han colocado alrededor,  no entiendo muy bien para qué, ya que todas las puertas permanecen siempre abiertas. Si por lo menos hubieran hecho un cerco de madera que no chocara tanto con el entorno, les perdonaríamos un poco. 
Y digo también "había" porque había un refugio en mitad del parque, que antes se podía ocupar cuando  te sorprendía la lluvia al bajar del monte y ahora permanece cerrado a cal y canto para uso exclusivo de la empresa que gestiona este negocio. Si se puede llamar negocio, porque de momento no se  ve mucha gente por allí. Será por eso que no han podido contratar a esos ocho que he mencionado antes.
En fin que es una lástima  llegar al parque, encontrarte con la alambrada y  no poder disfrutar de este entorno tan privilegiado, y además arriesgarte a irte con un chichón, si paseas tranquilamente por algunos tramos del sendero, sobrevolados por  aparatosos apéndices de la naturaleza que no fueron puestos allí por Dios, sino por la mano del hombre. Me parece que D. Pedro Ayerbe estará compungido cuando observe el parque que le dedicaron y que  ya no es lo que era.

2 comentarios:

unjubilado dijo...

¡Hola Sofi! Con respecto a las ardillas, llevaba un par de años que habían desaparecido de mi parcela en Broto, este año al principio una, luego dos, se me comieron todas las avellanas que tenía en dos avellanos, hasta tal punto que llegué a publicar un post que lo llamé "Ardilla", posteriormente llegamos a ver dos juntas, hasta tal punto que en un cedro del Líbano enorme que tengo han hecho un nido.
Con respecto a vuestro parque y a la tirolína, no me extraña nada, imagina que con los recortes, en la residencia Romareda donde se encuentra mi madre con 97 primaveras, desde el día 1 de octubre en la biblioteca donde tenían 3 diarios que compraban todos los días, ahora por culpa de que hay que gastar menos, han dejado de comprarlos.
Un saludo, pensando que quizás y aunque posiblemente no lo vea, llegarán tiempos mejores.

Sofía Campo Diví dijo...

Que bonito lo que cuentas de las ardillas, aunque se te coman las avellanas. Y sí, es una pena lo de los recortes, que a veces llegan a límites insospechados, sobre todo a nivel hospitalario. Un saludo