viernes, 15 de marzo de 2013

Una tarde tras otra (microrrelato)


Muchas tardes, cuando me invadía la nostalgia, llegaba  hasta los almacenes Sepu y pasaba allí las horas subiendo una y otra vez por aquellas escaleras mecánicas, que tanta expectación causaron el día que inauguraron los almacenes. Cuando  subía en ellas, me sentía trasportada a un mundo de ilusión y fantasía. Era todavía muy niña. Me gustaba  atravesar esa línea que separa la realidad de la ficción.   Imaginaba un mundo extraño, donde podían convivir las palomas zuritas, los zopencos  zalameros y toda clase  de seres imaginarios. A veces  llegaba a sentirme  tan feliz  durante  aquellos instantes   alejados de la realidad, que aquella experiencia no hubiera podido equipararse a la satisfacción que me producen ahora  algunas de mis  sesiones  zen. Pero aquella escalera se movía  demasiado y  el temblor de los peldaños de  zinc  me devolvía irremediablemente a la realidad  una tarde tras otra.

2 comentarios:

unjubilado dijo...

Recuerdo SEPU, pero muy difuminado, una vecina de mi madre me ha contado varias anécdotas ya que ella trabajó allí de dependienta.
Por curiosidad ¿sabes lo que significan las siglas S.E.P.U.?
Seguro que si, pero por si acaso (Sociedad Española de Precios Únicos) y el eslogan, "Quien calcula compra en SEPU"
Pero al final El País 18 MAY 1984.- La Sociedad Española de Precios únicos, SA, más conocida por sus siglas Sepu, presentó ayer suspensión de pagos ante el Juzgado de I'Hospitalet de Llobregat, declarando unas deudas de 1.262 millones de pesetas y un activo de 1.920 millones de pesetas. Los almacenes Sepu -instalados en Zaragoza, Barcelona y Madrid- gozan de gran popularidad por ofrecer una línea de productos a precios muy asequibles. Esta firma alcanzó cierta notoriedad al ser la primera en instalar escaleras mecánicas, fabricadas por Hijo de J. Guardiola, SA, en su almacén de Zaragoza, inaugurado en 1936.
Saludos

Nuria dijo...

Y ¿qué me dices de las escaleras automáticas de Gay? Andá, que vaya nombrecico le pusieron a aquellos grandes almacenes de la calle Alfonso.
Oye, ¿no será peligroso esto de contar batallicas? Mmmmm.....