miércoles, 22 de enero de 2014

Ya vale de tanta tecnotontería

Resulta que en la vida he tenido amigdalitis, ni cuando era pequeña, y  ahora va y no se dónde las he pillado, el caso es que llevo varios días hecha una carracla, con una tos añadida, que hace que salten los dedos de la teclas de mi ordenador. Así que no os extrañe que escriba algo raro.
Hoy me apetece escribir de tecnología, aunque quizá debería hablar de tecnotontería, palabra que acabo de inventarme, creo. Porque una cosa es que hayamos evolucionado y no hablemos con señales de humo y otra muy distinta que estemos hablando todo el rato con todo tipo de artilugios y mecanismos varios. 
Y a tal extremo estamos llegando que dejamos de hablar con los que tenemos al lado para hablar con los que están lejos, que muchas veces ni siquiera conocemos.
 Hay una imagen que me da cien patadas en el estómago cuando compruebo una y otra vez gente sola en las barras de los bares, porque su pareja ha salido a la calle a charlar por teléfono; cuando gente sentada a la mesa es incapaz de olvidarse de su móvil, ni cuando come, dejando de lado a los demás comensales que como mucho estarán pensando "vaya hombre (o mujer) más maleducado/a". 
Me parece una tremenda grosería que una persona con la que estoy charlando en plena calle, me deje con dos palmos de narices cuando suena su teléfono. 
El otro día había cinco personas sentadas alrededor de la mesa de una cafetería en Zaragoza. ¡Qué magnífica ocasión para hablar! Pues no. Todas estaban pendientes de su móvil, wasapeando con otra gente al otro lado de su telefonía. Resultaba patético. 
Ignoro a dónde vamos, pero imagino a dónde llegaremos como no lo evitemos y demos marcha atrás dejando tanta innovación de lado y acercándonos más a la gente. 
La tecnología está para servirnos,  no para exclavizarnos, aunque a las grandes empresas de telefonía le interese más lo segundo que lo primero, que la pela es la pela y hay que levantar el negocio, pese a quien le pese y al precio que sea.
Esto va dedicado a todas aquellas personas que viven pegadas a su móvil. Que  cuando suene su teléfono  gasten  unos segundos en respirar hondo y luego miren a su lado, es posible que se encuentren con una sorpresa: hay gente que quiere hablar con ellos, que ya vale de tanta tecnotontería y de ser tan maleducados.


No hay comentarios: