martes, 2 de junio de 2009

La leyenda de Pandesafónica

Cuenta la leyenda que en un pueblo, que podría llamarse de cualquier manera, existía un panadero, único en el lugar, que hacía pan para su pueblo y los de alrededor. Cada mañana, preparaba su carromato, cargado de pan recién hecho, e iba de casa en casa vendiéndolo a sus vecinos y a los de los otros pueblos.
Pero un día le dio por pensar, qué pasaría si sus vecinos dejaran de comprarle el pan, seguramente se arruinaría. Ante tal hecho pensó que inventaría una tasa de consumo mínimo, para asegurarse la subsistencia, de tal manera que los vecinos pagaran un fijo, aunque no compraran pan todos los días. Los vecinos, horrorizados tuvieron que sucumbir ante tal abuso, porque, ya que era el único panadero, no les quedaba más remedio que aceptar, dado que si no pagaban esa tasa mínima, el panadero podría negarles el pan cuando lo necesitaran.
Pero no contento con esto, el panadero guiado por su avaricia pensó, que podría enriquecerse más, si cobraba otra tasa a aquellos, que consumieran más de la cuenta. Los vecinos escandalizados se lanzaron a otros pueblos en busca de otro panadero más justo, pero en los otros pueblos también le compraban el pan a éste, así que se dirigieron a la ciudad y allí vieron que era el mismo panadero, quien vendía pan en la ciudad.
Desesperados regresaron al pueblo y se dieron cuenta de que no les quedaba más remedio que claudicar y pagar la tasa máxima, por mucho que les pesara, quienes consumieran más pan del mínimo.
Pero pasado el tiempo ocurrió que un buen día, al panadero se le rompió el carromato, donde transportaba el pan y no pudo acercarse a ninguno de los pueblos, donde normalmente lo vendía. La avería era importante y durante varios días no pudo hacer el recorrido, dejando sin pan a innumerables pueblos.
Cuando pudieron arreglarle el carromato y lo tuvo todo dispuesto, lo cargó hasta los topes y comenzó a hacer el recorrido. Las gentes del lugar se alegraron porque pensaron que el panadero iba a devolverles las cantidades mínimas, que habían pagado durante los días que no habían tenido pan, pero se llevaron una sorpresa porque éste se negó a devolverles el dinero, aunque no les había dado el servicio.....hubiera sido lo normal, teniendo en cuenta que ellos le habían vendido la harina.
Moraleja: cualquier parecido con la coincidencia es pura realidad. Que cada cual escriba su propia moraleja y haga su propia suposición de a quién se parece esta coincidencia.




2 comentarios:

angelpito injurioso dijo...

La cuestion es tener la sarten por el mango,el que puede se aprovecha,y si no, alguien lo hara por el.

unjubilado dijo...

Desgraciadamente esta actividad hoy en día sigue existiendo, aunque afortunadamente en ocasiones podemos buscar otros "panaderos" claro que a veces es peor el remedio que la enfermedad y además si los carromatos que utilizan viajan a través de internet...
Te he contestado a un comentario tuyo en mi blog, algo sobre cartas e información, me agradaría que lo leyeras.
Te dejo con un blog que estoy utilizando para publicar mis fotos.
Un abrazo