Sus pies, que habían comenzado a adentrarse en el lago helado, dieron un giro brusco y retrocedieron hasta la orilla. Y cuanto más se acercaba, más asombro le causaba aquel extraño clamor que parecía un llanto incontrolado, posiblemente humano.
El frío intenso de la mañana se le apoderó del cuerpo y, como si se hubiera quedado atrapado dentro de una camisa de fuerza, sintió que sus movimientos estaban cada vez más limitados. Finalmente pudo llegar hasta el lugar de donde provenían los lamentos y comprobó que, en la orilla del lago, flotaba una especie de cesto de mimbre. Se agachó sobre la orilla y dirigió la mano hacia él para ver qué había dentro.....
(continuará)
No hay comentarios:
Publicar un comentario