miércoles, 9 de diciembre de 2009

Veneno de mentiras (relato ficticio)

Un halo sucio le rodea de un tipo de suciedad, que ningún producto sería capaz de eliminar. Pasar a su lado es una terrible misión por el hedor que despide su cuerpo. Si no le vieras caminar, dirías que ha muerto hace tiempo y su carne descompuesta se pudre lentamente, pero es posible que de alguna manera haya muerto algo dentro de sí.
Mientras camina, ajeno a su mal olor, observa todo a su alrededor, sin percatarse de que el mismo está en el punto de mira de los demás, que tienen que apartarse cuando le sienten cerca. Y mientras camina va rumiando entre dientes quién será su siguiente víctima. Y con la espontaneidad que le da la experiencia de los hechos repetidos mil veces, urde un plan tan ruin como el mismo, y lo ejecuta minuciosamente una y otra vez. Encamina sus arrastrados pasos al lugar deseado y una vez allí escupe su veneno de mentiras que terminarán hiriendo a la víctima. Y quien escuche estas mentirás y las crea se contagiará de su maldad enfermando igualmente.
Parece una persona con mil caras, o ¿debería decir dos mil?. Ignora que la mezcla de todas sus caras le han convertido en un monstruo abominable del que todos huyen, una especie de esperpento, con perdón de los esperpentos, oscuro, negro, tétrico. Pero un buen día el cinismo de su comportamiento se volverá contra él y descubrirá, posiblemente demasiado tarde, que no queda nadie a su lado, que sus palabras cayeron siempre en saco roto, que su credibilidad está bajo sus posaderas, que nadie le respeta y que todos le han dejado caer en pozo de la más absoluta indiferencia.
Y a solas con la indiferencia se consumirá lentamente mientras muera poco a poco, víctima de su propio mal olor, que le ahogará hasta dejarle sin un ápice de vida.

2 comentarios:

Pizpireta dijo...

Parece salido de una colección de esperpentos. Muy bien

Anónimo dijo...

Buena metáfora, sigue escribiendo así. Un saludo fer