Si nos ajustamos a la definición, que aparece en el diccionario de la RAE, veremos que una de las acepciones de "reivindicar" es "argumentar en favor de algo o de alguien". Pero algo tan espontáneo y natural como esto, me refiero a reivindicar, puede levantar una polvareda, ante la mirada de quienes no creen en el derecho de argumentar, en favor de algo o de alguien, o ante la de quienes, sabiendo que muchas cosas están mal hechas, impiden a costa de lo que sea, que otros intenten enmendar esos errores, ante la de quienes permanecen impasibles ante las injusticias, sin tolerar nunca que otros defiendan lo que creen justo.
Pero pasa con este tema, lo que con tantos otros, y el derecho a defender lo justo, o de apelar al sentido común en caso de injusticias, se va eclipsando y oscurece el verdadero sentido de la lucha.
Llegando el caso, uno se pregunta si merece la pena tanto esfuerzo.
A veces la respuesta sigue siendo sí y la lucha continua, pese a quien le pese. Pero otras veces esa lucha, enmascarada por la actitud de los falsos, te repetirá en el interior, que no vale la pena luchar por quien no lo merece. Entonces habrá llegado el final, sin vencedores ni vencidos. Y ésta será la cosa más triste que haya podido vivir un pueblo, donde los no vencedores, ni los no vencidos tendrán que convivir, sabiendo irremediablemente que nunca más nadie luchará por ellos.
Para que nunca llegue esta situación reivindiquemos lo justo y si hace falta reivindiquemos también el derecho a equivocarnos de vez en cuando.