Acabo de leerlo en un diario regional, el jefe de la policía nacional de Jaca y seis agentes han sido procesados, porque puede que sean autores de una docena de delitos, como falsificación de documentos, encubrimiento y relación con personas relacionadas con el tráfico de drogas. El juez considera que hay indicios de su coparticipación en algunos delitos.
Y si el juez así lo considera, tendremos que esperar a que haya una sentencia para saber en qué acaba todo esto.
De repente me ha venido a la cabeza el tema de la "presunción de veracidad" que arropa a todos estos agentes y a muchos más. De repente he recordado lo fácil que es mentir en un documento público, mejor dicho, lo fácil que es para representantes de la autoridad hacerlo. Su palabra siempre pesa más que la de los ciudadanos, pero, como hemos visto en el asunto de Jaca, al final siempre se sabe la verdad y, aunque cueste, acaba haciéndose justicia. Seguro que todos hemos pillado in fraganti, mintiendo a alguno de estos representantes en pequeñas cosas, pero al fin y al cabo mintiendo.
No vale la pena profundizar en este tema, porque todos sabemos que al final aflorará la verdad y pagarán quienes tengan que pagar, sólo hay que esperar y dar tiempo al tiempo. Y de lo que no cabe duda es, que algunos presuntos veraces, dejan la presunción de veracidad a la altura del barro, con éste y otros hechos, aunque tengan menos importancia. Pero ¡Allá con la conciencia de cada cual!
Lo bueno de lo que acaba de pasar en la comisaría de Jaca es que, aunque los procesados resultaran siendo inocentes, ganaría la confianza de los ciudadanos, que creemos, que muchas veces esos actos nunca salen a la luz y quedan sin castigo.