domingo, 30 de diciembre de 2007

Montaña que te quiero montaña


Está mañana Biescas estaba rodeada por un manto de niebla, que se ha disipado en cuanto ha salido el sol, dando lugar a un día radiante, aunque un poco frío. Cuando he mirado las montañas, he respirado hondo y he sentido ese olor a pino húmedo que me recuerda a menudo que vivo en un entorno maravilloso. Es un privilegio salir cada día a la calle y ver las montañas, esas montañas que hace años me acompañaron en horas amargas y ahora me dan ilusión por la vida. Yo creo que no me cansaré nunca de mirarlas.

Bastante a menudo salgo a pasear por el monte, en solitario, es algo que he hecho desde hace años, y me detengo largos ratos para escuchar el sonido del monte, las hojarascas que mueve el viento, el canto de los pájaros, el crujir de las ramas secas, el murmullo de los torrentes, los pájaros carpinteros que repiquetean en los árboles. Todo ello en una armonía perfecta que hace que me sienta muy bien. Mis amigos me preguntan si no me da miedo ir sola por el monte, la verdad es que no, es algo que llevo haciendo toda la vida, me siento como uno de ellos, esos pequeños seres que mantienen viva la naturaleza. Y me gusta participar en el milagro de recorrer esos caminos y de ser feliz.

1 comentario:

Leodegundia dijo...

Hablas del sonido del monte, creo que hoy en día muy pocas personas lo conocen y se pierden algo maravilloso, sólo cuando se está en soledad se puede uno comunicar con la naturaleza ya que es la única manera de que ningún ruido interfiera en ese concierto que os ofrece.
Un abrazo